Capítulo 34

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Me obsesioné con él como si fuese mi sol y no me di cuenta de que había estado viviendo todas estas semanas en la sombra. Parecía que brillase pero no ofrecía luz ni calor, solo fría oscuridad.

¿Tanto le había pedido? 

No quería ser todo su mundo, solo formar parte de su vida. Ser una pieza más en lugar de solo un repuesto.

Con ese pensamiento me desperté. Con los ojos rojos pero más calmada. Ni siquiera mi mente me ofrecía una tregua, así que cogí una muda limpia y mi neceser, y me fui directa al vestuario femenino esperando que el agua se llevase mis penas. Siempre había sido de ducharme con agua extremadamente caliente, pero esta vez la puse fría. Necesitaba serenarme y enfrentar la situación con la cabeza y no con el corazón. No mientras este todavía intentaba recuperarse de sus heridas.

¿Podía pasar todo un día sin pensar en él o fingiendo que nunca le había conocido? Porque esa iba a ser la única forma de sobrevivir durante los primeros días.

Con el pelo todavía húmedo apoyé una mano sobre la puerta que daba a mi habitación y durante un segundo tuve que luchar contra el instinto de mirar hacia su puerta esperando encontrarle. Esperando un rostro arrepentido y unas palabras que buscasen mi perdón. Porque el amor no era algo que podía desecharse con facilidad. No podía arrancármelo del pecho y tirarlo a la basura como si fuese algo material. Se anclaba a ti y maltrataba tu mente aferrándose a un espejismo. A una esperanza que no debería ni siquiera existir, que no debía sentir. Así que cerré los ojos en un largo parpadeo y giré el pomo de la puerta dejando atrás lo que pudo ser y no fue. Dejé todas mis cosas sobre la cama y revisé los mensajes que Lucy me había mandado entre los cuales había algunos de Candice. La primera vez fue Edgar quien se disculpó por él y ahora era ella quien lo hacía. Siempre disculpándose quien no debía hacerlo. Todos cubriendo al culpable. Aun así le respondí que no pasaba nada para que no se preocupase y me senté frente al escritorio para empezar a ocultarme las ojeras. Un poco de colorete le devolvió la vida a mi rostro, recogí mis cabellos en un moño desecho que tan solo se mantenía en su sitio gracias a tres pequeñas pinzas y dejé sueltos dos finos mechones, uno a cada lado.

Hoy tenía que exponer un trabajo importante en clase de Patología Quirúrgica pero tenía la cabeza tan congestionada que no sabía si iba a ser capaz de hacerlo con la seguridad con la que siempre había afrontado estos retos. ¿A caso me quedaba otra? 

Así de injusta era la vida. Le da igual cómo estés sentimental o psicológicamente, te obliga a convertirte en un ser que ni sufre ni padece. Te fuerza a convertirte en momentos en una máquina que solo lleva a cabo lo que se espera de ella tanto en los estudios como en el trabajo.

Metí los libros en la mochila y salí de la habitación colocándome la chaqueta por el camino, topándome con Candice en las escaleras.

━ ¡Alexa!

No tenía tiempo para quedarme hablando, así que a pesar de que giré el rostro hacia ella, no detuve el avance de mis pies.

━ Buenos días ━ respondí forzando una pequeña sonrisa.

Al fin y al cabo ella no tenía culpa de nada.

━ Te acompaño a clase. ━ dijo acelerando el ritmo al que bajaba las escaleras para alcanzarme.

━ ¿Estas segura? La facultad de economía está en dirección opuesta a la de Medicina.

━ No te preocupes. No tengo clase a primera hora, así que aprovecharé para pasar por la cafetería para coger un café y un par de croissants.

En cuanto salimos por la puerta de la residencia, el aire frío golpeó mi cuerpo como un aviso del inminente invierno. Incluso el cielo estaba gris, de modo que me acomodé la parte superior de la chaqueta para que me cubriese bien el cuello.

Blinded ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora