Capítulo 28

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Jamás había oído unas palabras que pesasen más que el plomo. Tan espesas que incluso resecaron mi garganta sin haber sido yo quien las pronunciase. Con solo doce años, Ethan había tenido que crecer sin el amor de una madre. Sin sus besos de buenas noches. Sin el calor de un abrazo que podía curar cualquier herida. Sin unas caricias que limpiasen con dulzura sus lágrimas... Y de repente, todas las molestias que podía causarme mi madre se redujeron a nada ante la posibilidad de haber tenido que vivir sin ella.

¿Era eso de lo que nadie se atrevía a hablar?

Quise elevar la diestra para abarcar con esta una de sus mejillas. Acariciarla hasta ver como el tenso músculo que remarcaba su mandíbula se relajaba al igual que la tenue presión que se había instalado en mi pecho. Pero en su lugar acabé jugando con mis uñas sobre la madera. Dios... Deseaba tanto abrazarle que dolía no poder hacerlo, porque en su mirada podía apreciar un destello de algo parecido al odio que consiguió echarme para atrás.

━ Ahorratelo. ━ dijo exhalando con ello el humo de un cigarrillo que distraída en mis pensamientos ni le había visto encender. ━ Sea lo que sea lo que quieras hacer o decir, ahorratelo. No vamos a hablar de esto. Querías saber cosas sobre mí y ahora ya tienes un detalle extra. Pero no te he dado el derecho a que hablemos de ello. Así que esta va a ser la primera y la última vez que toquemos el tema.

Lo sabía. Podía no saber todavía al cien por cien quien era Ethan Alcott, pero empezaba a conocer como era. Y los sentimientos al igual que la cardiología, no eran un terreno en el que se sintiese cómodo.

━ No he dicho que quiera hablar de ello.

Seguía queriendo saber si eso era todo. Si ese era el secreto que Candice y el resto ocultaban. Pero por ahora podía vivir solo con esa pieza del puzzle que él mismo me había dado. Conseguir que se abriese, era una tarea que muchos consideraban imposible, pero que para mi era solo cuestión de paciencia. Y tenía todo un año para descubrir quién tenía razón.

━ Eso no cambia el hecho de que ni con doce años pensabas antes de hacer las cosas. Sigues siendo igual de irresponsable. ━ dije usando la mano izquierda para quitarle el cigarrillo al que estaba a punto de dar otra calada, antes de que rozase sus labios. ━ Así que vamos a empezar por esto. Si yo no puedo usar el móvil, mientras estemos juntos, tu no vas a poder fumarte ni uno de estos.

Esa norma impuesta pareció captar su atención, pues su rostro finalmente se giró hacia mí.

━ ¿Me tomas el pelo?

━ ¿Me ves con cara de estar bromeando? ━ respondí encarando ligeramente una ceja.

¿A caso se estaban girando las tornas? Con ello una de sus comisuras se alzó seguido de un resoplo de frustración que consiguió aliviar esa presión que hasta ahora se había mantenido angustiándome.

━ Joder Alexa... ━ farfulló pasándose una mano por sus oscuros mechones. ━ ¿Y que vas a hacer? ¿Te lo vas a fumar tú?

Mis ojos se desviaron hacia el cigarrillo cayendo en la cuenta de que no había pensado en eso. No podía arrojarlo al vacío, y mucho menos iba a darle una sola calada que llenase mis pulmones de nicotina. De modo que bajé la mano con la que lo estaba sujetando hasta que la punta incandescente tocó uno de los tablones de madera. Lo presioné y giré un par de veces hasta que no quedó ni rastro alguno de humo, y en el proceso, mi propio subconsciente decidió aflorar un recuerdo de la noche en la que le conocí. Aquel momento durante la fiesta en el que por primera vez pude ver la complicidad con la que Theresa y él se miraban mientras ella le sostenía uno de esos cigarros que ahora tenía yo entre mis dedos.

━ ¿Que hay entre Theresa y tú? ━ pregunté en un susurro sin andarme con rodeos. Y es que esa duda había estado dando vueltas en mi cabeza desde el mismo instante en el que vi que cuanto más me acercaba a Ethan, más explosivos se volvían mis encuentros con ella.

Blinded ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora