No sabía quién era Logan ni me interesaba saberlo en ese preciso instante.
El culpable de lo sucedido fue arrastrado fuera de la cocina mientras le escuchaba balbucear lo que sonaba como una disculpa. Asumí que era un "lo siento", pero la música y su perjudicado estado formaban la mezcla perfecta para que no escuchase más que sílabas perdidas.
Quería irme. Quería desaparecer pero mi cuerpo no se movía. Ni siquiera mis párpados parecían darse cuenta de que llevaban demasiado tiempo sin hacer su función; parpadear.
━ Ven, te ayudaré a limpiarte ese estropicio... ━ escuché decir.
Sentí la mano de Candice coger la mía y tiró de mi forzando a que mis pies se moviesen. No sabía hacia dónde nos dirigíamos, solo podía pensar en que cuanto más caminásemos, más gente iba a verme en ese estado. Con la diestra intenté cubrir aquella sustancia que manchaba mi vestido. Era humillante. Lo único que sentía era una irrefrenable necesidad por zafarme de aquel agarre y correr hasta la residencia para encerrarme en mi habitación, por más que eso significase pasarme todo el camino con esta húmeda papilla impregnando lo que en cuestión de segundos había dejado de ser unos de mis vestidos favoritos.
Nunca había sido una pringada ni tampoco había pertenecido al grupo de los "populares", simplemente era normal; casi invisible, y quería seguir siéndolo, pero sabía lo cruel que podía llegar a ser la gente y posiblemente me estuviese sintiendo mucho más observada de lo que lo era en realidad.
Tenía miedo. Miedo de no poder disfrutar de ese último año de carrera se convirtiese en el peor de todo. De convertirme en el hazmerreir del campus y que mi nombre estuviese en boca de todos durante semanas.
━ ¡Tú y tú! ¡Despejad el baño! Si queréis fumaros un porro hacedlo fuera. ¡Así que largo!
No eran peticiones. Eran directrices que acatar mientras que yo apenas estaba empezando a entender la razón por la que estábamos delante de la puerta del baño, que ella había abierto importándole bien poco lo que iba a encontrar dentro. Ya no había ni rastro de la simpatía que había visto en ella segundo atrás.
Los dos chicos hicieron aspavientos con las manos para menguar un poco la densidad del humo que llenaba esa pequeña estancia y salieron no sin antes posar en mí sus miradas, o más bien en mi vestido. Gesto que me hizo recordar lo que por uno instante había olvidado y de nuevo traté de taparlo con la mano evitando tocarlo. Era más un acto reflejo que un gesto que realmente fuese a ayudarme a que nadie más se fijase en lo que llevaba encima, pero, ¿qué más podía hacer?
Un suave tirón me arrasó hacia dentro del baño haciendo que me diese cuenta de que mi mano seguía siendo sujetada por la de Candice y una vez dentro pude mirarme al espejo viendo la triste imagen que todos habían estado viendo de mí. El agarre de su mano desapareció y me acerqué lentamente al lavamanos abriendo el grifo para que el agua empezase a salir mientras escuchaba a Candice cerrar la puerta. Mis pulmones se iban llenando poco a poco de ese humo denso que todavía estaba presente y que me rascaba la garganta hasta el punto de hacerme toser un par de veces, pero aunque mi cuerpo se quejase, mi mente no lo notaba.
━ ¿Estás bien?
Escuchaba su voz pero era más bien como un eco lejano. Sabía que debería responder pero mis labios se mantuvieron sellados y tras mojarme los dedos los acerqué temblorosos a mi vestido para retirar las partes más densas.
━ No haga eso. ━ dijo sujetándome la muñeca para llevar mi mano bajo el grifo y eliminar de mi piel cualquier rastro de lo que había tocado. ━ Deja que te ayude... Quítate la chaqueta.
Mis ojos verdes finalmente se desviaron hacia ella y verla ahí a mi lado lo hizo más real. No estaba sola, pero no sabía si eso era mejor o peor. Mi cabeza abandonó el trance en el que se había perdido y haciendo uso de mis manos me apresuré a quitarme la chaqueta vaquera que milagrosamente no había recibido ni una sola salpicadura. Candice abrió el pequeño armario empotrado que había junto al secamanos y sacó una de las toallas de repuesto, pero seca no nos iba a servir de nada. Como si hubiese leído mis pensamientos, fue directa al lavamanos y metió bajo el chorro de agua una punta que ella había doblado para que se empapase bien antes de acercarla a mí para empezar a quitar y frotar lo que nos había llevado hasta ahí. Cada movimiento que hacía era rápido y un tanto torpe. Se movía con desesperación; como si fuese ella misma quién tuviese la extrema necesidad de desprenderse de la asquerosidad que impregnaba mi vestido.
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Blinded ©
Teen FictionDicen que el amor es ciego... Que bastan sesenta segundos para ser consumida por sus llamas y acabar siendo esclava de la incertidumbre. Pero nadie me avisó de que esa venda caería lentamente sobre mis ojos y me convertiría en su marioneta. Una que...