Mentiría si dijese que no me gustaba pasar tiempo con ella. Su forma de ser, su cercanía, su sarcasmo ilimitado... Era todo aquello que creí que no sería. Y si alguien me hubiese preguntado hacía tres horas, habría dicho sin lugar a dudas que estaba segura de que su vida era perfecta. Dientes perfectamente alineados. Nariz fina y respingona. Ni rastro de encrespamiento en su lacio pelo. Ojos almendrados rodeados por unas frondosas pestañas. Cuerpo esbelto y de constitución delgada. Padres cariñosos. Una relación estable que apuntaba a un futuro prometedor. Popular. El nivel económico de su familia le permitía tener siempre todo lo que quería... Tenía prácticamente todo cuanto cualquier persona desearía, pero su vida no era perfecta y tampoco era del todo feliz. Carecía de algo que yo sí tenía, y eso era la libertad de poder estudiar lo que quisiese sin ninguna clase de restricciones. A mí mis padres nunca me impusieron límites, solo condiciones. Si quería estudiar algo que ellos no se pudiesen permitir, tendría que conseguir becas y trabajar a media jornada si era necesario. En cambio, el destino de Candice había sido escrito incluso antes de nacer.
Siendo hija única, alguien tenía que seguir el legado y ocupar el puesto directivo de la empresa que su abuelo había fundado y que ahora llevaba su padre. Nunca hubo libertad para ella, tan solo una jaula y unos grilletes que la anclaban a un oficio que detestaba. Estudiar diseño de moda se quedó como un simple sueño en el momento en el que se matriculó en Dirección de Empresas y se resignó a complacer a otros por encima de si misma.
A veces, nacer en una cuna de oro podía parecer una ventaja, pero en esta vida todo tenía con un precio. Al menos teníamos eso común. Esa constante necesidad de no defraudar a quienes te criaron y adaptarte a sus necesidades. Si no fuese así, seguramente nunca habríamos llegado a encontrarnos.
Al final, lo que iba a ser mirar una tienda se convirtió en cuatro y con ello la hora de comer se nos pasó por completo hasta que pasamos por delante de un FoodTruck que había en la plaza del pueblo. Un puesto de pescado y patatas fritas que se convirtió en una debate constante entre ambas hasta que simplemente ignoré su insistencia por buscar una opción más saludable y me acerqué a pedir dos raciones.
Nos merecíamos un descanso. Mi cabeza había perdido toda capacidad para crear un nuevo halago al ver un conjunto de ropa u otro y Candice había acabado con más de tres bolsas en cada mano. De modo que en cuanto encontramos un banco, nos sentamos a comer aunque fuesen ya las cuatro de la tarde.
━ ¿Pero tú no eras la que decía que las patatas fritas eran calorías vacías? ━ la acusé ante la disimulada forma en la que robó dos del pequeño montón que todavía quedaba en mi recipiente de cartón.
━ Cállate que esto es culpa tuya. Además a ti te han puesto más.
Ya no nos quedaba nada de pescado frito en ninguno de los dos recipientes, pero Candice había arrasado con todas sus patatas hacía ya cinco minutos mientras que yo me estaba tomando mi tiempo para disfrutarlas.
━ Lo que te he dicho antes de venir a mi casa iba en serio. ¿Por qué organizamos una cena? ━ preguntó comiéndose una de las robadas. ━ Mi madre es una friki de la cocina y la repostería así que comerás bien, aunque mi padre se puede poner un poco pesado hablando de trabajo. Además podrías comentárselo a Joshua y usarlo de excusa para que venga.
━ ¿Edgar iría también?
━ Si no le invito mi madre me deshereda. No sabes la ilusión que le hace cada vez que le ve por casa. Parece que sea más su hijo que yo... y dicho así suena bastante turbio...
━ ¿Tu padre o tu madre son rubios? ━ pregunté mordiendo la punta crujiente de una de las patatas.
━ Que no es adoptado, pesada. ━ respondió con una pequeña risa.
ESTÁS LEYENDO
Blinded ©
Fiksi RemajaDicen que el amor es ciego... Que bastan sesenta segundos para ser consumida por sus llamas y acabar siendo esclava de la incertidumbre. Pero nadie me avisó de que esa venda caería lentamente sobre mis ojos y me convertiría en su marioneta. Una que...