No tenía ni la menor idea de dónde quería llevarme ni de qué era lo que quería hacer. Pero en cuanto le vi aparecer junto al rugido de su moto, el ligero nerviosismo que había estado sintiendo se desvaneció. No se bajó de ella. Me tendió el casco, uno nuevo, y me bastó con ver su mirada a través de la visera para que mi cuerpo recibiese esa pequeña descarga eléctrica. Mi pequeña dosis de droga. Una que no podía palpar. Que no podía inyectar, inhalar, beber o fumar. Una que sin darme cuenta había probado y de la que no estaba segura de poder escapar.
A pesar de la penumbra y la ausencia de luz, podría reconocer esos ojos incluso en la más oscura de las noches.
Esta vez no hubo dudas, ni miedos. Me coloqué el casco y me monté tras él en la moto dejándome llevar por la seguridad que me transmitía el calor que desprendía su piel. Como si una vez mis brazos rodeasen su cintura, dejase de comerme la cabeza pensando en si lo que estaba haciendo era o no lo correcto. Porque solo entonces todo eso desaparecía exponiendo la realidad en la que mi mente dejaba de hablar para derle paso a mi corazón. El cual anhelaba en un susurro lejano, que cada vez cogía más fuerza, estar con él.
Le había mentido a dos de las personas que más quería en este momento. Le había mandado un mensaje a Lucy diciéndole que había decidido volver a la residencia con unos compañeros de clase y otro a Josh en el que le puse que ya estaba en la cama. ¿Dónde había quedado la chica que odiaba las mentiras? Seguramente perdida en las turbias aguas en las que estaba empezando a hundirme, a paso lento, sin ser capaz de controlarlo. Y yo seguí negándome a aceptarlo.
Cerré los ojos no queriendo prestar atención a lo que nos rodeaba o a los caminos que Ethan tomase con el fin de intentar deducir dónde estábamos yendo. Tal y como habría hecho normalmente. Pero esta vez no estaba siendo yo, sino una versión de mi misma que no conocía. De modo que me limité a disfrutar del trayecto, del rugido del motor, del frescor del viento, de la velocidad, de la calidez de su cuerpo... De saber que estaba en sus manos. Y no parecía ser un lugar tan peligroso.
No fue hasta que nos detuvimos, cuando abrí los ojos y tuve que volver a poner los pies sobre el asfalto para quitarme el casco. Estábamos en medio de la...nada. Había un recinto vallado adjunto a una caseta que solo tenía un par de farolas encendidas, pero todo lo demás era bosque. Así que esperé a que él se bajase de la moto para hacer la pregunta obvia.
━ ¿Qué es esto?
Ethan se revolvió ligeramente los cabellos con la diestra tras quitarse el casco importándole poco si con ello solo acababa desordenándolos más. Pero era increíble como por más que sus mechones acabasen cogiendo una forma diferente, siempre le concedían ese aspecto de despreocupada perfección.
Pese a mi pregunta, no se detuvo a responder. Pasó de largo encaminándose hacia las instalaciones y dignándose a abrir la boca justo cuando nuestros hombros estuvieron a la misma altura.
━ Un matadero ━ dijo dejándome completamente estática.
Mis pies se quedaron anclados en el suelo como si pesasen una tonelada, y por unos segundos, mi cuerpo se quedó frío y caí en la cuenta de la estupidez que había hecho. Me había ido con alguien a quien conocía solo desde hacía un mes. Ni siquiera era mi amigo. No sabía casi nada sobre él y en cambio había sido tan estúpida de dejar que me llevase a Dios sabe donde. Donde nadie nos encontrase.
Sus pasos se detuvieron pocos metros detrás de mí y le escuché ahogar lo que seguramente fue una risa.
━ Es increíble que te creas algo así... Te creía más perspicaz.
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Blinded ©
Teen FictionDicen que el amor es ciego... Que bastan sesenta segundos para ser consumida por sus llamas y acabar siendo esclava de la incertidumbre. Pero nadie me avisó de que esa venda caería lentamente sobre mis ojos y me convertiría en su marioneta. Una que...