Parpadeé. Parpadeé incontables veces hasta que una de ellas consiguió liberarme del hechizo de esos ojos. Sería mejor que encontrase un lugar en el que sentarme pero la pregunta era... ¿Dónde? El sofá estaba completamente descartado; lo estaría incluso si en él solo estuviese Theresa y hubiese espacio para alguien más. Los laterales del mismo estaban ocupados por suerte, así que eso me dejaría lejos del trio de brujas cuya líder me estaba devorando con la mirada. Había conseguido escapar de Ethan pero había acabado ante una hiena que se relamía los labios hambrienta. Unos labios que casi se mimetizaban con el color de sus uñas. Por desgracia para ella, hacía tiempo que había aprendido a domar esa clase de bestias y si lo que buscaba era intentar infundir temor, se había equivocado de víctima.
Rodeé la mesa para intentar llegar a donde estaban Candice y Edgar. De todas las opciones que tenía, ser la sujetavelas de esos dos era la mejor. Pasé junto al sofá ignorando su mera existencia pero mis pies nunca llegaron a su destino. Una mano me sujetó el brazo con gentileza y rápidamente giré el rostro hacia su dueño con frustración. Era Sam.
Otro no...
Si iba a impedirme sentarme con ellos, pensaba coger mi chaqueta y marcharme de ahí. No había venido a ganarme su aprobación y si iba a tener que pasarme la noche teniendo que conseguir un lugar entre ellos, no merecía la pena.
━ ¿Quieres jugar? ━ la propuesta me dejó un tanto confundida.
Mi mirada viajó desde el agarre de su mano hasta sus ojos castaños y luego a la mesa de billar. Me había equivocado al deducir cuales eran sus intenciones, pero ponerme a beber un vaso tras otro no iba a ser la mejor de las ideas si quería sobrevivir entre esa manada.
━ ¡Vamos, Alexa! Hasta yo puedo con Oscar. Va a ser como robarle un caramelo a un niño. ━ animó Candice de entre los brazos de Edgar que ahora envolvían su cintura.
━ Eso... Tú síguele el rollo a Thomas y verás quien te acaba pasando los apuntes de Economía. ━ amenazó el nombrado.
¿Es que nunca dejaban de lanzarse pullas entre ellos?
Entorné los ojos pero una pequeña sonrisa acabó dibujándose en mis labios ante lo cómico que podía llegar a ser la relación de amor y odio que todos parecían compartir. Noté como la ligera presión que limitaba mi respiración y que ni siquiera me había dado cuenta de que estaba ahí, desaparecía y ladeé mi cabeza planteándome aceptar su propuesta.
━ ¿Qué dices? ━ dijo Sam casi en un murmullo que apenas llegué a escuchar entre la música.
━ Desde que ha llegado no ha abierto la boca. Se le habrá comido la lengua el gato. ━ comentó Stephanie ganándose una escueta risa por parte de Theresa.
━ Ni siquiera sabrá jugar. ━ su irritante voz arruinó el momento y finalmente me digné a volver a mirarla. ━ ¿No se lo veis en la cara? Habrá ido a dos fiestas en toda su vida y verla jugar será aún más patético que seguir mirando a estos dos.
¿En serio me estaba tachando de mojigata? Ni siquiera me conocía. No sabía nada de mí o de mi vida más allá de mi nombre y aun así se creía con derecho de encasillarme en algo que no era.
Le sonreí con falsedad. Una sonrisa que borré en un abrir y cerrar de ojos sustituyéndola por una mueca de hastío.
━ ¿Siempre eres tan simpática? ━ musité antes de girarme de nuevo hacia Sam sin esperar respuesta alguna.
Ni me interesaba, ni me apetecía seguir mirándole la cara; y con algo de suerte no lo habría ni escuchado. No entendía como el resto de los que estaban ahí eran capaces de soportarla.
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Blinded ©
Teen FictionDicen que el amor es ciego... Que bastan sesenta segundos para ser consumida por sus llamas y acabar siendo esclava de la incertidumbre. Pero nadie me avisó de que esa venda caería lentamente sobre mis ojos y me convertiría en su marioneta. Una que...