Capítulo 78

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No lo puedo creer. Sé que ya no debería de estar viendo ya que es algo privado. Pero es tan hermoso. Al fin papá se atrevió a hacerlo. Leila es una mujer increíble.

Lentamente se fueron separando, como si no quisieran hacerlo pero así fue. La mano de papá fue bajando lentamente hasta que dejó de acariciar el rostro de Leila.

-¿Qué haces? - preguntó Leila a escasos centímetros de papá.

Se separaron finalmente.

-Lo siento. Yo... - papá parecía algo nervioso, su voz un tanto cansada, tal vez por el momento de emoción.

Retiraba la mirada cada vez que se cruzan con la de ella. Y así pasaron unos segundos de silencio.

-¿Por qué lo hiciste? - preguntó ella.

-No... No lo sé. Lo siento. No debí haberlo hecho.

-No... Está bien. - su respiración era profunda y sus ojos brillaban.

Leila parecía querer decir algo más, pero algo no se lo permitía.

-Don... - papá tornó su atención en ella - No sé cómo decir esto. Así que te lo diré de una vez. Ahora. Siempre me has gustado. Desde qué éramos chicos. Yo nunca pude decirte lo que sentía. Después te casaste y me rendí... pero fui feliz, por tí, porque te casaste con una mujer increíble y yo quería mucho a Catherine, en ese entonces simplemente lo acepté y traté  de olvidar mis sentimientos. Creía que ya no existían por mucho tiempo. Pero en el fondo. Aún estaban ahí... - su voz se quebró.

-Cuando murió Catherine... Fuiste la única que logró que lo superara. Sin tu ayuda, tal vez hubiera muerto de depresión. - soltó una especie de risa, muy leve.

-Es que la amabas demasiado... - su mirada iba directo a él, se veía triste.

-Sí, la amaba mucho. Y era una mujer increíble, un ángel.

En ese momento también recordé a Catherine, a pesar de que no la conocí, tengo una impresión muy buena de ella con todo lo que papá me contaba y me hubiera gustado tanto conocerla.

-Tienes razón... Era una buena mujer.

-Así como la amé tanto... Te amo a tí también...

El rostro de Leila cambió derrepente a una expresión de sorpresa. Sus boca abierta y sus ojos daban a entender su sorpresa.

-Don...

-Te amo Leila. Y lamento haber tardado tanto en decírtelo. Es que por mucho tiempo... te ví como una amiga. Y yo mismo no quería creer que estaba enamorado de tí. Porque... - río - no lo sé. ¿Cómo enamorarme de mi amiga de toda la vida? Pero lo hice. Y lo admito. Te amo.

-Donovan... He estado enamorada de tí tanto tiempo... - ella llevó su mano al rostro de él, podía sentir su calidez y se miraron directo a los ojos. - nunca creí que me fueras a corresponder.

Leila mostró una sonrisa hermosa que el rostro de papá parecía perderse en ella.

-Ahora créelo. Porque ya esperaste mucho tiempo...

Papá con una sonrisa coqueta, mueve su mano hasta el mentón de ella y poco a poco va acercando su rostro al suyo hasta que se besan nuevamente.

-Creo que deberíamos dejarlos solos. - dice el abuelo.

-Sí. Entiendo.

A pesar de eso ninguno de los dos se movió, seguíamos observando cómo emanaban su amor con besos lentos y dulces, mientras sus manos recorrían el uno al otro y daban suaves caricias.

-¿Qué esperas abuelo? ¿Por qué no te mueves?

-Estaba esperando a que te movieras primero. - respondió.

-Y yo te estaba esperando a tí.

-A la cuenta de tres. Uno...

-Dos...

Apenas regresamos la mirada a la sala nos dimos cuenta de que ya no estaban en el sofá. Unas risas casi imperceptibles se asomaban por las escaleras a nuestra derecha. Se estaban acercando y nos iban a descubrir...

-Rápido. Ahí vienen. ¡Vámonos! - le dije al abuelo con apuro y con una especie de susurro intenso.

Nos levantamos rápidamente y nos escondimos detrás de la pared del pasillo de la izquierda. Inconscientemente asomé la cabeza y los ví cuando terminaron de subir las escaleras. Papá la llevaba de la mano. Casi corriendo, como dos adolescentes. Se detuvieron unos segundos al final de las escaleras, papá la tomó por la cintura y le dió un beso más antes de seguir su camino. Los perdí de vista. Pero seguían defrente en el pasillo, supongo que hacía su... habitación...

-¿Ya se fueron? - pregunta el abuelo.

-Sí, ya se fueron. Creo que se iban a la... - me aclaro la garganta - habitación.

-¡Ese es mi hijo! Yo le enseñé todo lo que sabe... De seguro va a...

-¡Abuelo! No necesito saber qué va a hacer... ¿Está bien?

-Oh. Lo siento querida. Ya deberías ir a dormir.

-Sí... Será un poco difícil sabiendo lo que está pasando en la habitación de al frente. - exhalo - trataré de no pensar en eso.

A pesar de todo, me siento muy feliz por mi papá... Leila es una buena mujer. Y después de la muerte de su esposa Catherine, papá merecía ser feliz de nuevo. Y nadie mejor que Leila para eso.

Mis pensamientos son interrumpidos por la vibración de mi celular. ¿Quién será a esta hora?

Una Chica Entre MafiososDonde viven las historias. Descúbrelo ahora