Capítulo 83

570 43 6
                                    

La doctora me indicó cuál sería mi cama. Era la cama de abajo de un camarote que estaba en medio de la habitación. Dejó mis cosas ahí y dijo que volvería más tarde. El ambiente ya se sentía pesado. Tengo la mirada de todas las chicas sobre mí. Pero no me voy a dejar intimidar. Me hecho en la cama, simplemente las ignoro. Una chica se levanta de su sitio, mientras se acerca a mí se van acercando otras chicas.

-La chica nueva se ve interesante... - dijo cuando llegó hacia mí.

Es una chica de tez blanca y cabello castaño largo y lacio. Tiene apariencia de ser alguien rebelde.

-¿Cómo te llamas?

-Kelly - dije sin dirigirle la mirada. Tardé unos segundos en responder, para dar más drama al asunto.

-¿Te crees mucho para no mirarme cuando te hablo?

-No estoy de humor para estas cosas... - sigo mirando a las rejillas que sostienen la cama de arriba.

-Con esa actitud presiento que su estancia aquí va a ser un trato especial.

-Mi estancia aquí no va a ser prolongada... - respondo casi inmediatamente.

-Eso dicen todas cuando llegan.

-Yo no soy todas.

-No te creas mejor que nadie porque no lo eres.

-No me creo mejor que nadie. - me levanto de la cama y la encaro.

-Ten cuidado con como me hablas... No sabes quién soy.

-Tú tampoco sabes quién soy.

Ambas nos miramos durante unos segundos.

-Me cae bien la chica nueva - dijo ella y mostró una sonrisa.

Sé que muchas de éstas chicas vienen de vidas difíciles, quizá de las calles y por eso la mayoría tienen cierto tipo de actitud. Pero yo no me voy a dejar ganar por ellas.

-¿Qué hacen todas acá? Váyanse. Yo me encargo.

Las chicas que estaba al rededor se fueron, parecían obedecer siempre lo que ella les decía.

-¿Tú como te llamas?

-Jazz.

-Me gusta tu nombre.

Ella solo hizo un gesto con la cabeza en señal de afirmación. Luego me señaló hacia el fondo de la habitación donde hay una gran ventana que da hacia el jardín y nos dirigimos ahí.

-Parece que todas aquí te obedecen.

-Algunas por las buenas, otras por las malas.

-Ya me dí cuenta.

-Y tú pareces ser de las que no obedecen.

-Solo a veces.

-¿Cuál es tu historia?

-Esos animales me llevaron a la fuerza de mi casa.

-¿Entonces tienes casa?

-Sí.

-Que suerte...

Ladeo la cabeza.

-Me caes bien. No eres como las demás.

-¿Cómo?

-Atrevida.

-Si supieras todo por lo que he pasado.

Ella se encoge de hombros. Como si en verdad no le importara.

-Necesito un favor - digo.

Ella ríe. "¿Qué?" Responde.

-Necesito un celular.

-¿Un celular? ¿Para qué?

-Necesito hablar con alguien...

-No te puedo ayudar.

-Sé qué puedes...

Jazz me mira unos segundos, gira los ojos y mete su mano por dentro de su casaca. Sacó un celular de ahí, vió al rededor y me lo entrega en la mano.

-Que nadie lo vea. Vamos a otro lugar.

Lo guardo en el bolsillo de mi pantalón. Jazz camina hacia la puerta.

-Sígueme.

Voy rápido hasta alcanzarla. Salimos de la habitación de nuevo a los pasillos y escaleras.

-Sí alguien se entera que lo tengo. Me lo quitarán.

-¿Cómo lo obtuviste?

-Me lo regaló un amigo.

-¿Un amigo? Hasta ahora no he visto ningún chico por aquí.

-Si sigues aquí en la noche, tal vez lo conozcas.

Bajamos hasta el primer piso, me llevó a la parte trasera del recinto, llegamos a una especie de vestíbulo y a través de la mampara transparente se puede ver que hay un jardín con unas cuantas bancas, árboles y arbustos que dan sombra rodeados por un muro blanco, alto, con la pintura cayéndose y barras de metal negras en la cima.

-¿Qué están haciendo señoritas? - una voz desconocida nos sorprendió por detrás.

Una Chica Entre MafiososDonde viven las historias. Descúbrelo ahora