Capítulo 75

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Algunas personas empezaron a correr, otras se metieron a las tiendas cercanas para resguardarse y uno que otro valiente se quedó a observar desde una distancia prudente.

-¡Ahora qué Donovan! ¿Huirás como una rata?

Papá dijo que si oía disparos me agachara pero quiero seguir viendo, esto es tan imprudente, lo sé, pero tengo la sensación de que hoy no moriré.

-Ya basta Homero... - dice papá de manera relajada, como si de un juego se tratara - dejemos de causar problemas.

-Debí haberte apuntado a la cabeza esa vez.

-Se nota que no sabes apuntar. No pudiste matarme antes no podrás ahora.

El hombre empezó a correr, mientras lo hacía giro su torso y disparó hacia atrás, afortunadamente no lastimó a nadie, pero era obvio el intento de matar a papá, él solo tomó su arma apuntó, se concentró y disparó, la bala le cayó en la pierna del hombre y este se desplomó y cayó al suelo.

-¡Ahhh! ¡Maldito!

-Ojo por ojo...

Papá se acercó a él apuntándole con su arma y le quitó a él la suya. La guardó en su pantalón y ayudó al hombre que se quejaba de dolor.

-Avanza...

-Maldito imbécil. Me las vas a pagar...

Se acercó un poco para que lo pudiera escuchar mejor.

-Kelly, saca las cosas de la guantera y ven.

Hago lo que dijo, abrí la guantera, en ella había una soga y cinta aislante, no sé por qué no me sorprende...

Salgo del auto y me acerco donde está papá.

-¿Es ésto?

-Sí está bien, ya sabes que hacer.

-¿Quién es ella? ¿Tu perra?

El hombre escupió pero por suerte su baba cayó en el suelo porque de lo contrario le habría disparado en la otra pierna. Yo un pedazo de cinta y se la pongo en la boca.

-Ya cállate rubio.

El hombre parecía estar maldiciendo pero no sé le entendía nada. Papá se acercó a él y le hablo cerca del oído, como susurrando, aún así logré escuchar.

-Sí vuelves a insultar a mi hija... Te apuntaré a la cabeza.

Tomo la soga y comienzo a atar sus manos a un poste.

-De niña fuí a un campamento, allí me enseñaron a hecer muchos nudos. - doy un tirón de la cuerda para apretar más sus manos - no podrías desarmarlo ni aunque tuvieras ocho brazos - río.

En conclusión el hombre quedó en el suelo, atado a un poste y con una cinta en la boca.

Papá sacó su celular, marcó un número y llevó el celular a su oído.

-Hola, Bennett. Sí... Aquí hay un criminal prófugo en la calle 46... Recomiendo que vengan por él. Aunque no creo que vaya a ninguna parte. Se darán cuando cuando lleguen. Adiós.

-¿Vamos?

-Sí, dejemos que Homero espere a nuestros... Amigos.

-Espera, dame tu arma...

Papá saca la pistola y extiende la mano hacia mí.

-¿Para qué?

-Sólo dámela.

La tomo, me acerco a Homero y con el mango de la pistola le doy un golpe en la cabeza dejandolo inconsciente.

-Toma... - le entrego la pistola a papá.

-¿Eso era necesario?

-Sólo porciacaso.

Subimos al auto, me coloco el cinturón papá también y arrancó.

-Fue divertido... Pero ya nos vamos.

-Espera. ¿No iremos por más personas?

-No. Hubo un tiroteo hace cinco minutos. ¿Cuántas personas crees que ya llamaron a emergencias?

-¿Muchas?

-Sí, muchas. Así que nos vamos de aquí. No quiero problemas.

-Entonces ¿Estamos huyendo? ¿Somos prófugos?

-Supongo que sí.

-Genial...

Cambio la estación de radio. En eso oigo un ruido fuerte y la gente gritando.

-¿Qué fue eso?

-No lo sé.

Papá mira al rededor detenidamente y en eso una bala cae en el auto, luego otra.

-¡Agáchate!

Dos hombres delante de nosotros salieron de un auto y comenzaron a disparar.

Papá salió del auto y con la puerta como escudo comenzó a disparar también.

-¡No te levantes! Esto es en serio...

Una Chica Entre MafiososDonde viven las historias. Descúbrelo ahora