Capítulo 77

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El abuelo y yo observamos desde arriba la apenas audible conversación. Tratamos de no hacer ningún ruido para oír mejor las palabras que flotan hacia nosotros como burbujas que ascienden para luego explotar.

No puedo explicar el por qué siento como emoción al ver esto. Cómo si estuviera a punto de ganar la lotería. Río para mis adentros.

Ambos están sentados en el sofá, uno junto al otro.

-Me asusté mucho cuando dijeron que estuvieron en un tiroteo. - dijo Leila.

-He salido de peores situaciones. Lo sabes... Soy como una cucaracha, nunca muero.

-Y qué si un día sí. ¿Dejarás a tus hijos solos?

-No es que yo lo haya buscado Leila... Ya no es como cuando era joven.

-¡Ja! Buscabas problemas a propósito. - soltó una pequeña risa al recordar aquellos momentos - no había semana en la que no terminaras con cicatrices.

-Y no había semana en la que tú no me las curaras.

-Prométeme que tendrás cuidado Donovan... - ella puso su mano sobre la de él.

-Lo prometo.

Se quedaron en silencio unos segundos, hasta para mí era incómodo.

-Ehh... Iré por algo de beber - dijo papá para romper el silencio.

-Sí, está bien.

Papá se levanta del sofá y lentamente se dirigió hacia la cocina. Salió de ahí con una botella en cada mano, se quedó en el umbral de la cocina.

-¿Cuál prefieres? ¿Vino blanco o tinto?

Leila volteó a verlo y contestó.

-Tú sabes cuál.

-Tinto... Solo quería asegurarme.

-Siempre vino tinto Donovan. Me hubiera enojado contigo si lo hubieras olvidado.

Papá mostró una gran sonrisa, se veía apuesto. Regreso a la sala con una sola botella y dos copas de vino. Las colocó en la mesa, luego abrió la botella, se escuchó un "plop" que siempre resultaba muy satisfactorio y sirvió. Ambos tomaron sus copas en silencio, dijeron "salud" y dieron el primer sorbo.

-¿Cómo está Kelly? Estuve preocupada toda la tarde con este asunto del FBI.

-Al contrario de lo que pensaba. Para ella fue como un parque de diversiones. - papá río.

-Y ya me imagino como estabas tú...

-¿Cómo?

-Histérico.

Riéron.

-Por fuera parecía calmado. Pero por dentro estaba como loco. Tú sabes de esas cosas. Eres psicóloga.

-¿Entonces quieres una consulta gratis?

-¡Qué! ¿Me cobrarás?

-Depende qué tan grave sea la... Situación - dió un sorbo de vino.

-Entonces... - papá se acercó un poco a ella.

"Qué emoción" pienso.
Derrepente papá levanta la vista hacia el balcón y se da cuenta de que nosotros estamos observando. Él frunce el ceño y hace un movimiento con la cabeza de izquierda a derecha.

-¿Qué pasa? - pregunta Leila.

-Nada. Nada. Hay un insecto por ahí. - regresa la mirada hacia nosotros.

Él abre los ojos muy grandes, señal que quiere decir que quiere que nos vayamos. Yo al contrario de sus deseos coloco mis dos manos como si fueran bocas y las junto como en un beso.
Papá hizo un fuerte "No" con su cabeza al igual que un gesto para que nos vayamos nuevamente.

-¿Otra vez el insecto? - pregunta Leila.

-Sí. Es muy molesto. Hablando de insectos. Recordé esa vez cuando éramos jóvenes, iba a ser tu cumpleaños y no sabía que regalarte. Así que capturé una mariposa en un frasco y te la dí como obsequio.

-Sí. Lo recuerdo. Fue mi regalo favorito.

-¿En serio? Estoy seguro de que hubieron mejores cosas que una mariposa.

-Fue el mejor porque tú no pagaste por ella. Te esforzaste por capturarla, por mí.

-Y qué lo digas... Casi me caí en un rosal... Me hubieras tenido que curar las heridas.

-Como siempre... - Leila soltó un suspiro - a veces extraño cuando éramos jóvenes. Las cosas eran mucho más fáciles.

-A mí me gusta cómo es ahora.

Papá colocó una mano en su rostro. Se miraron durante unos segundos. Se acercó lentamente a ella y luego de ese momento donde solo existían ellos dos, la besó.

Una Chica Entre MafiososDonde viven las historias. Descúbrelo ahora