Era sábado y Roger estaba nervioso por dos cosas. La primera, y la razón por la que movía la pierna frenéticamente bajo la mesa, era la cita con una chica llamada Min quien todavía no llegaba al restaurante. Y la segunda, y motivo por el cual se estaba comiendo las uñas, era por el trabajo que empezaría el próximo lunes como neurólogo suplente mientras reemplazaba al que estaba de vacaciones en Bora Bora.
Su celular empezó a sonar y al ver el nombre contestó de inmediato.
– ¿Qué?–preguntó de mala gana.
– Estoy a tres mesas de distancia y puedo ver perfectamente tu desesperación– le dijo Mérida–. Si sigues así vas a hacerle un hueco a la mesa. Relájate.
– Tu amiga "Min" no ha llegado– le informó sin hacerle caso al comentario anterior.
– Puede que sea porque decidiste llegar veinte minutos antes de la hora acordada, genio.
Roger rodó los ojos con fastidio, odiaba que tuviera razón.
– Pensé que venía tarde– se defendió–. No pensé que Will llegaría tan rápido.
– Es Will, piensa que las calles son circuitos de carreras, es obvio que ibas a llegar rápido con él manejando– rebatió Mérida.
– Ay bueno, ya cállate.
– Cállate tú.
– Yo no me quiero ca... ¡Hola Min!– colgó mientras se ponía de pie para saludar a su cita.
Min era una joven de veintidós años de origen japonés que Mérida había conocido unos años atrás en un proyecto ambiental de la universidad. Era bastante tímida, por lo que sus respuestas a las preguntas del rubio no eran muy extensas al principio, pero a medida que tomó confianza pudo soltar un poco más e incluso hizo preguntas también.
– ¿Tu tocas algún instrumento?– preguntó Roger tras darle un sorbo al té.
Min asintió con la cabeza baja.
– El violín.
– Oh, que bien.
Era un buen instrumento, pero no el favorito de Roger.
– ¿Y tú... tocas algo?– se animó a preguntar Min en voz baja.
– La batería y la guitarra– contestó orgulloso.
Min levantó la cabeza sorprendida y por primera vez pareció mirar a Roger con interés, ella siempre había querido tocar la batería pero sus padres no lo consideraban un instrumento adecuado para una dama.
– Vaya... yo siempre quise tocar la... batería, pero mis padres no me lo permitieron– comentó y a Roger se le prendió el foco.
– ¿Te gustaría aprender ?– preguntó inclinándose hacia adelante–. Yo podría enseñarte, soy un excelente maestro.
Eso era mentira, era terriblemente impaciente y al final terminaba desesperándose tanto que terminaba por irse dando un portazo.
– Oh, no lo sé... soy de lento aprendizaje.
– Yo también, así que no tienes que preocuparte– intentó tranquilizarla pero ella no parecía convencida todavía ante la idea–. Mañana no tengo nada que hacer, si quieres puedes ir a mi apartamento.
– De pronto otro día– susurró Min finalmente.
Entonces jódete, le quiso decir Roger.
La conversación sobre música fue lo que los mantuvo a ambos en sus asientos, porque de lo contrario ya habrían salido corriendo en direcciones opuestas.
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El Fin (Completa)
AcţiuneMérida y Roger terminaron su relación de un segundo a otro. Muchas personas dirían que tras la ruptura ambos se volvieron personas totalmente diferentes, y claro, no se equivocaron del todo, pero el motivo por el cual cambiaron va mucho más allá de...