Ahí estaban. Uno frente al otro igual que varios meses atrás. Casi se sentía el mismo ambiente de "aquí solo importan tú y tus emociones". Casi.
El consultorio del Doctor Cárdenas era agradable. Muebles modernos con tonos cálidos, paredes blancas, cuadros abstractos que parecían hechos por un niño de kínder, una linda vista a la ciudad. Todo parecía igual que siempre.
– Me alegra que vinieras– le dijo con una amable sonrisa–. Ya pasó mucho tiempo, ¿verdad? ¿Quieres algo de tomar?
Ese hombre era la persona más buena y gentil que Mérida había conocido en toda su vida, y ella no era la única que lo afirmaba; todos en la facultad de periodismo podrían corroborarlo.
– No gracias, doc.
El hombre tomó una carpeta marrón de la mesa y se sentó nuevamente, la hojeó un poco y levantó sus grandes ojos negros hacia la chica. Se veía preocupado.
– Mérida, este último semestre reprobaste seis materias de siete, además de que no asististe a ninguna de las clases de idiomas particulares. Los primeros meses tus notas fueron impecables, pero después empezaste a faltar a clases, a los exámenes y tú promedio bajó en picada.
– Lo sé.
– ¿Por qué?
La respuesta a esa pregunta era tan extensa que le daba tedio tener que contestarla, pero aun así habló.
– Porque durante meses mi psicópata hermana ha tratado de asesinarme a mí y a mis seres queridos numerosas veces.
El doc la incitó a continuar con un gesto.
– Sé más clara.
– Bien, permítame resumirle los hechos. Causó un incendio que por poco mata a Roger y a Enya, irrumpió en un hospital para dejar una macabra amenaza en forma de oso junto a la cama donde estaba mi.... ¿amigo?, irrumpió en mi apartamento para poner todo de cabeza –literalmente–, envenenó el agua de mi edificio y varios de mis compañeros se intoxicaron, incluyéndome, claro está; mató a trece personas inocentes en ese accidente con el único fin de inculparme, me secuestró, me asfixió y como si ya no fuera retorcido, transmitió todo por el celular de mi hermana mayor, Liz. Y hace dos meses ataco mi casa con una puta metralleta... si la bala hubiera impactado dos centímetros a la derecha mi padre no estaría con vida.
Mérida se mordió la uña del pulgar y miró al doc.
– Con todo lo que ha sucedido mi carrera simplemente pasó a un segundo plano en mi lista de prioridades.
¿A quién quería engañar? Su carrera universitaria ya no le importaba en lo más mínimo. Ya no veía la manera en que pudiera seguir allí fingiendo que era una joven normal con aspiraciones normales y tan vacías como ella.
Si se era sincera, por primera vez en su vida, no tenía claro lo que quería para su futuro.
– Lo entiendo, por eso organicé una junta con el consejo académico para evaluar tu situación– le dijo cerrando la carpeta.
– ¿A qué decisión llegaron?– inquirió.
– Teniendo en cuenta el excelente promedio que mantuviste en años anteriores se decidió "perdonarte" por decirlo así, este último semestre. La única condición es que para el próximo tú promedio sea el mejor, y honestamente no considero que estés en las condiciones para regresar a estudiar.
– Sí, yo tampoco...
Su expresión se tornó sombría, oscura, tan triste que daba dolor verla fijamente.
– ¿Has experimentado ansiedad últimamente? ¿Depresión?– inquirió el hombre con interés aunque ya supiera la respuesta a esa pregunta.
– Insomnio, ataques de pánico, unas horribles migrañas...
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El Fin (Completa)
ActionMérida y Roger terminaron su relación de un segundo a otro. Muchas personas dirían que tras la ruptura ambos se volvieron personas totalmente diferentes, y claro, no se equivocaron del todo, pero el motivo por el cual cambiaron va mucho más allá de...