20

41 6 0
                                    

El señor Hammer salió del hospital una semana después y los chicos lo recibieron en casa con una gran sorpresa que no le sorprendió en absoluto, pero fingió que sí para que no se sintieran mal. Aunque claro, su esposa, Will, y sus hijas con sus respectivas parejas no eran los únicos presentes.

Cuando Will recibió la llamada, Mérida y Liz se miraron con cierto temor; tenían buenos motivos para hacerlo. La última vez que el tío Ruddy estuvo de visita se llevó a los tres hermanos de "campamento" y tuvo la grandiosa idea de llevar también a sus cuatro hijos adoptivos, según él, para convivir como familia y aprender a sobrevivir en los bosques únicamente con fósforos y una navaja suiza. En lo único que estaban de acuerdo todos los primos era en que ese plan era una completa estupidez. Rita, quien en ese entonces tenía veinte, era por decirlo así la mediadora de ambas partes, era la más sensata entre el montón de adolescentes. Osrik era japonés y tres años menor que Rita, no le gustaba hablar con nadie y mucho menos con Will, por algún motivo ambos se odiaban. Sarina tenía diez años apenas y era la más divertida de todos, sus grandes ojos miel estaban llenos de vida y curiosidad.

Y luego estaba Beck. La oveja negra de la familia.

– ¿Vendrán todos?– preguntó Mérida.

– Vendrán todos– confirmó su hermano tras colgar.

Esa tarde, a eso de las cuatro, el tío Ruddy llegó con toda su proa.

– Mérida, ¿qué te sucedió en la cara?– le preguntó alarmado apenas vio la cicatriz rojiza en su rostro.

– Hola tío, yo también estoy bien, gracias.

– Se metió en una pelea callejera en su universidad– intervino Beck antes de darle una calada al cigarrillo, Mérida lo miró con desprecio, odiaba su presencia–. Definitivamente eres callejera en todos los aspectos.

Y le soltó el resto del humo en la cara.

Eso fue suficiente para que Mérida se abalanzara sobre él y empezaran una nueva pelea revolcándose en toda la terraza. Por suerte o por desgracia para ambos, tras haber sido criados con padres militares los dos tenían excelentes bases en cuanto a defensa personal.

El tío Ruddy ya estaba tan acostumbrado a sus peleas que ya ni les daba importancia así que se encaminó al interior de la casa.

Rita, como siempre, y Roger quien se percató más tarde de la pelea, los separaron con bastante esfuerzo; parecían animales matándose a muerte.

– ¿¡Qué mierda haces aquí, escoria!?– exclamó Mérida furiosa y con el cabello negro hecho un completo desastre.

Beck se soltó de Rita y se acomodó la chaqueta marrón, entonces escupió sangre en el césped.

– ¿Crees que yo quise venir por voluntad propia a ver tu cara, que tras que ya era fea ahora está peor?

Si Beck seguía hablándole así a Mérida el próximo que lo iba a golpear iba a ser Roger.

Y justamente fijó su atención en él, examinándolo de arriba a abajo, casi juzgándolo.

– ¿Y tú quién eres, rubio?

– Roger, mi novio.

Cuando Mérida pronunció esas palabras fue como si le hubiera contando a Beck el mejor chiste del mundo.

– ¿Tú con novio?– se burló–. ¿Qué sigue? ¿Will con cerebro? ¿Alice cuerda?

– Ya basta, Beck– espetó Rita con seriedad antes de que él se fuera al interior de la casa.

– Que genio... – murmuró Roger.

– Lo siento, Meri– se disculpó la joven morena de cabello rizado.

El Fin (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora