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Mérida estaba hospitalizada. Había perdido una cantidad considerable de sangre por la herida y el vómito continuo la había dejado deshidratada. Actualmente estaba dormida con sus dos hermanos junto a ella, Will estaba sentado revisando su celular y Liz sostenía su mano canalizada. Después de lo que sucedió con Roger y la amenaza de Alice esta vez no se iría.

Afuera, el rubio conversaba con Enya.

– Gracias– dijo él entregándole un café a la pelirroja.

– ¿Bromeas? Si se trata de Meri vale la pena ejercer el poder y la presión del apellido.

– ¿Tu eres Enya?– la voz de Liz llamó su atención cuando salió.

En ese momento Roger se levantó asustado y miró por la ventana al interior de la habitación de Mérida, Will estaba con ella todavía. Suspiró aliviado y se volvió a sentar.

– Sí, soy yo– Enya se levantó y estrechó la mano de Liz–. ¿Cómo está?

– Dormida todavía. Le inyectaron suero para hidratarla más rápido.

– Vaya, ¿quién fue el valiente que se atrevió a meterle una aguja?– preguntó Enya, Liz se echó a reír.

Al parecer todos los presentes menos Roger sabían que Mérida odiaba las agujas a muerte.

– Will y yo tuvimos que agarrarla, nadie pensaría que tendría tanta fuerza estando tan enferma– comentó Liz.

– Quiero verla cuando despierte– Enya se levantó y miró su reloj con preocupación–. No puedo quedarme más tiempo, pero prometan que me llamaran cuando despierte.

– Lo haré– aseguró Liz.

Entonces Enya la miró casi con fascinación, en verdad era idéntica a Mérida. Luego levantó la vista y miró a su socia quien yacía herida e inconsciente en la cama.

– No le faltará nada aquí– prometió–. Yo misma me voy a asegurar de que sea la prioridad número uno.

– Gracias, Enya.

– Mérida siempre me ha ayudado y se ha preocupado por mí, incluso cuando yo no lo merezco. Esto es lo menos que puedo hacer.

Liz le agradeció nuevamente. Enya se despidió de Roger con un beso en la mejilla, luego de eso se giró y se fue haciendo sonar sus tacones de aguja.

En la noche, cuando ya casi terminaban los horarios de visitas la misma enfermera de la vez pasada entró y los miró a todos atentamente, estaba a nada de salir corriendo de ese lugar. Finalmente habló:

– Están acá... otra vez– dijo a modo de saludo.

– Sí, es que nos encanta tu servicio– murmuró Mérida con los ojos aún cerrados.

– Los horarios de visita están por terminar– informó ignorando el comentario de Mérida.

– ¿Qué? ¡Pero si acaba de despertar!– exclamó Will indignado.

– Uno de ustedes puede permanecer aquí la noche, la señorita Rose nos lo pidió como un favor especial– eso hizo que los tres se miraran entre sí.

– ¿Cuánto tengo que estar aquí?– preguntó Mérida interesada, ya quería irse.

– Dos días más aproximadamente.

– A la mierda– Mérida fingió volver a desmayarse, le hubieran creído si no fuera por la exagerada pose y por la lengua afuera.

– ¿Quién se quedará?– preguntó Will finalmente.

El Fin (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora