2. Contrato

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—¿Camile? Ya puedes pasar —dijo Jake asomando la cabeza por la puerta del despacho.

Camile se puso en pie lentamente. Tenía el estómago hecho un nudo mientras caminaba hacia el despacho de Jake para... la entrevista.

Le cayó un mechón de cabello rubio cenizo en el hombro y, con la mano, lo echó hacia atrás. Necesitaba ofrecer una apariencia tranquila y controlada; sin embargo, las piernas no dejaban de temblarle.

Era de vital importancia dar buena impresión. Cuando alcanzó la puerta, Jake la cogió del codo.

—¿Estás segura de que quieres seguir adelante con esto? Me gustaría que lo volvieras a pensar.

Camile enderezó los hombros mientras miraba a su jefe.

—No tengo otra alternativa. Si no la operan, Sunmi morirá. Y sabes que no puedo pedirle dinero a Yi Fan.

—No quieres pedírselo —dijo Jake en tono bajo, pero furioso—. Sigo pensando que podríamos acusar a ese sinvergüenza de abandono de hogar y también de no hacerse cargo de su hija.

—Puede —susurró Camile, irritada—. Pero para cuando lo consiguiéramos, Sunmi ya estaría muerta. No me importa lo que le pase a Yi Fan, pero no quiero perder a mi hija.

Jake aceptó su derrota.

—De acuerdo. Y ahora, ¿estás preparada para conocer al señor Zhang?

Ella, asintió y entró en el despacho precediendo a Jake.

—Yixing, ella es mi recepcionista, Camile.

El hombre que ocupaba la butaca de cuero se puso en pie y se volvió. Camile, Zhang Yixing III.

—Yixing. Por favor, llámeme Yixing.

El hombre le ofreció la mano mientras la examinaba con los ojos. Camile lo reconoció, lo había visto salir de la oficina el otro día.

No era un hombre que una mujer ignorase fácilmente.

Tenía... un gran atractivo. Era mucho más alto que ella. Sus oscuros cabellos, casi negros, tenían unos maravillosos reflejos cobrizos cuando la luz los iluminó al acercarse. Sus ojos eran sorprendentemente, rodeados de espesas pestañas negras. Era muy atractivo.

Quizá se debiera a la ternura que podía verse en esos extraordinarios ojos. Él le estrechó la mano con firmeza y Camile se quedó muy sorprendida por el calor que le produjo.

De repente, se dio cuenta de que lo estaba mirando como una adolescente anonadada.

«Estupendo, Camile, empiezas bien. ¿Se te ha olvidado que tienes que impresionarlo?».

Retirando la mano, murmuró un saludo convencional: —Encantada de conocerlo, Yixing.

Pero no era verdad. No podía estar encantada pensando en lo que iba a hacer. Camile tomó asiento y miró a Jake, su jefe le dedicó una sonrisa antes de empezar a hablar.

—Creo que deberíais discutir este asunto en privado. Estaré ahí fuera por si me necesitáis.

Jake salió de la oficina antes de que ella pudiera protestar. Cuando la puerta se cerró, el silencio se hizo palpable. Camile estaba muy nerviosa, ¿cómo podía empezar a discutirse un asunto así?

Por fin, cuando ella hizo un esfuerzo por hablar, Yixing comenzó.

—Yo... Jake me ha dicho que está dispuesta a aceptar el contrato.

—Sí —respondió Camile con voz débil. La calidez de los ojos de Yixing desapareció y se endureció al mirarla directamente.

—¿Está dispuesta a tener un hijo mío, señorita?

—Señora. Y sí, lo estoy.

—¿Por qué?

Camile respiró profundamente.

—Los motivos que tengo son privados, pero le aseguro que estoy dispuesta a firmar cualquier cosa que quiera que firme.

—¿Renunciará al niño? ¿Nunca intentará verlo?

Camile le devolvió la directa mirada.

—Sí, estoy dispuesta.

Jake ya le ha contado mis condiciones: un informe trimestral por escrito de cómo está el niño durante los dos primeros años; después, uno al año que incluya informes médicos y de sus estudios. Y también necesito asegurarme de que se le dé el cariño y la atención necesarios.

¿Lo estaba imaginando o aquellos ojos se ablandaron?

—Señora, quiero un hijo. Tendrá amor.

—Señor Zhang, ¿puedo hacerle una pregunta personal?

—Yixing. Adelante —respondió él asintiendo.

—¿Por qué no se casa si quiere tener un hijo? No cabe duda de que debe haber conocido mujeres que...

—Mi situación es bastante especial, señora. Vivo en una isla y no me relaciono mucho con la gente. No hay muchas mujeres dispuestas a soportar ese tipo de aislamiento.

Había contestado con voz brusca, sugiriendo que lo mejor que ella podía hacer era reprimir su curiosidad.

—Bueno... —a Camile no se le ocurrió nada más que decir.

—Creo que voy a llamar ya a Jake para que venga a preparar los papeles — anunció Yixing dirigiéndose hacia la puerta.

«Está tan nervioso como yo», pensó Camile.

dreams - yixingWhere stories live. Discover now