39. decoración

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Agosto fue caluroso y húmedo. Camile no soportó el calor bien ese verano.

Casi no iba a la playa, a excepción de los paseos matutinos.

Faltaban ocho semanas para el parto. Ya casi había olvidado lo que era levantarse de la cama con rapidez o sentarse con las piernas juntas y ponerse en pie de una silla de un salto.

La vejiga le debía haber encogido enormemente a juzgar por las veces que tenía que ir al cuarto de baño.

Caminó pesadamente hasta el cuarto de Sunmi una tarde, para despertarla de la siesta. Otro síntoma de cansancio era que ya no se resistía cuando Yixing o Hilda le sugerían que se acostara un rato a descansar.

—¡Mamá, etoy depierta! ¡Mamá!

—Ya, ya voy, cariño. ¿Lista ya para levantarte? —lo que era una pregunta totalmente retórica.

Mientras le cambiaba el pañal a Sunmi se dio cuenta, de repente, de que pronto su hija dejaría de usar pañales.

Durante el día, ya se sentaba en el orinal. Sunmi estaba creciendo.

Un temblor le recorrió el cuerpo. Estaba cansada del embarazo, pero le aterrorizaba dar a luz porque perdería a su hijo.

Se acarició el vientre suavemente.

¿Cómo podría hacerlo?

¿Cómo iba a alejarse de su hijo cuando éste naciera, justo en el momento en que más iba a necesitarla?

Siguió a Sunmi hasta el pasillo y pronto vio desaparecer a la pequeña en el interior de una habitación vacía, al final del corredor.

Camile nunca había entrado en aquella habitación y se preguntó quién la habría abierto.

—Sunmi, vuelve aquí —le gritó.

Para su sorpresa, la voz que le contestó fue la de Yixing.

—No te preocupes, está conmigo.

Se quedó atónita al ver la habitación. El suelo estaba cubierto por una espesa alfombra azul. Dos de las paredes eran del mismo azul liso que la alfombra, las otras dos estaban cubiertas por un papel de fondo azul con ositos y conejitos en rosa.

Las cortinas, recogidas a ambos lados de las ventanas, eran rosa y azul.

A lo largo de una de las paredes había estanterías blancas con un sinfín de libros y juguetes.

También había un mueble blanco de cajones y una mesa para cambiar pañales en un rincón.

Yixing estaba ordenando, en el suelo, las piezas de una cuna blanca. Sunmi ya estaba hurgando en una de las bolsas de plástico con tornillos.

—¡Hola! —Saludó Yixing con entusiasmo—. ¿Qué te parece? Es apropiada tanto para un niño como para una niña, ¿no crees?

Camile se quedó sin habla. La depresión que había empezado a sentir al cambiar a Sunmi se le agarró a la garganta.

Tragó saliva.

—Está... bien —consiguió responder. Rápidamente, se dio media vuelta y regresó a su habitación.

Allí, rompió en sollozos. 

dreams - yixingWhere stories live. Discover now