Dos semanas más tarde, estaba sentada de cuclillas delante de un periódico lleno de conchas blancas, lista para ordenarlas encima de una mesa. En ese momento, Yixing asomó la cabeza por la puerta.
—Voy a la costa. ¿Quieres venir?
Yixing le lanzó una sonrisa, y siempre que lo hacía, le provocaba un vuelco en el corazón.
—Me encantaría, pero Sunmi...
—Hilda ha dicho que, si quieres, se encargará de ella cuando se levante de la siesta. Estaremos de vuelta antes de la hora de cenar.
Camile consideró la invitación mientras se ponía en pie. De repente, la habitación comenzó a darle vueltas.
—¡Dios mío, qué mareo!
Yixing se acercó a ella al momento y Camile se agarró a su camisa. Los brazos de Yixing la rodearon y la estrechó contra su esbelto y fuerte cuerpo. El mareo se le fue pasando poco a poco; al mismo tiempo, comenzó a cobrar conciencia del duro pecho bajo el tejido de la camisa.
Camile todavía no llevaba ropa de maternidad. Aquel día, se había puesto unos pantalones cortos y una camisa de algodón. Cuando Yixing la sujetó, lo había hecho por las caderas; y ahora, tenía los dedos sobre su vientre. Camile sintió el calor de aquella mano masculina y, de repente, se dio cuenta de que los dedos de Yixing se habían deslizado por debajo de sus pantalones.
Instintiva e instantáneamente, los pechos se le tensaron y un cálido líquido humedeció su secreto de mujer.
Su respuesta sexual la cogió desprevenida, burlándose de sus esfuerzos por convencerse a sí misma de que Yixing no era un hombre especial.
Por fin, se permitió mirarlo a los ojos.
Yixing había perdido el control en el momento en que tuvo a Camile en sus brazos.
No la había tocado íntimamente a propósito; pero ahora, su cuerpo se había endurecido y no podía hacer nada por evitarlo. La mirada de Yixing se encendió mientras clavaba los ojos en aquellos pechos y los recuerdos lo asaltaron; ahora parecían más grandes, más llenos.
La piel del vientre de Camile era como seda caliente. Lentamente, le acarició el vientre con movimientos rítmicos.
Entonces, la miró a los ojos y sintió como una corriente eléctrica cuando vio la respuesta de ella en la expresión de su rostro: labios entreabiertos y pupilas dilatadas.
Yixing no pudo controlarse más. Era maravilloso tenerla en sus brazos. Mientras cubría la boca de Camile con la suya, frotó el símbolo de su virilidad contra la cadera de ella, encantado de que Camile siguiera su rítmico movimiento.
Yixing lanzó un gemido en la boca de ella y sus lenguas se entrelazaron, jugueteando abiertamente. La sensualidad de Camile lo estaba volviendo loco.
En busca de provocarle la misma loca pasión que le estaba consumiendo, bajó la mano hasta ese vello rizado... y más abajo.
Camile se estremeció en sus brazos mientras su cuerpo daba la bienvenida a aquellas caricias, se abría a él. Y Yixing volvió a gemir cuando sus dedos se bañaron en el inconfundible líquido del deseo de Camile.
Con un dedo, comenzó a describir círculos, presionando y soltando, acariciando...
La respiración de Camile se hizo entrecortada, su expresión de extremo placer. Yixing incrementó el ritmo de sus caricias, y su propio cuerpo se estremeció espasmódica y triunfalmente también cuando ella gritó su clímax.
Siguió un prolongado silencio.
Camile descansaba lánguidamente en los brazos de Yixing con la cabeza apoyada en su pecho. Él sintió que el rostro le ardía de vergüenza: no había tenido un orgasmo con los pantalones puestos desde la adolescencia.
¿Qué podía decirle a aquella mujer en esas circunstancias?
Súbitamente, se dio cuenta de que aún tenía una mano tocando posesiva e íntimamente a Camile. Sintió los pantalones húmedos y pegajosos, lo que le hizo sentir más vergüenza si cabía.
Lentamente, apartó la mano de ella.
—Camile, yo...
—Por favor, Yixing... ¿podríamos evitar hablar de esto? —preguntó ella con voz tensa.
De repente, Yixing sintió una profunda irritación.
—¿Por qué no? Me has calentado tanto que no he podido evitar humillarme delante de ti... ¿y ahora me pides que no hablemos de ello? —dijo él con dureza.
Camile se quedó atónita.
—¿Qué te has humillado delante de mí? ¡Has sido tú quién me ha hecho...! ¡Bueno, sabes perfectamente lo que quiero decir!
Con increíble ternura, Yixing se dio cuenta de que Camile aún no se había enterado de lo que a él le acababa de ocurrir.
Sonrió maliciosamente, la soltó, se apartó de ella y abrió los brazos.
—No has sido tú sola —anunció Yixing.
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dreams - yixing
FanfictionZhang Yixing necesita de un heredero lo más pronto posible.