Horas después del desayuno, Camile dejó a Sunmi jugando en el suelo con su nuevo osito de peluche, fue a la diminuta cocina, descolgó el teléfono y marcó el número de Jake.
—¿Sí?
—Jake, soy Camile.
—¡Feliz Navidad! —inmediatamente, su voz cambió—. ¿Se encuentra bien Sunmi?
Enternecida por la preocupación que Jake mostraba por su hija, Camile se apresuró a asegurarle que sí.
—Sunmi está muy bien, está jugando en el cuarto de estar con los juguetes nuevos. Siento molestarte hoy precisamente, pero... es el momento —como Jake permaneció en silencio, ella continuó—. Ya sabes a qué me refiero, es el momento para... para... llamar a Yixing.
—Ah, ya —al momento, Jake adoptó el tono que empleaba para los negocios—. ¿Quieres decir esta noche?
—Tendrá que ser esta noche o tendrá que esperar hasta el mes que viene.
A pesar de que Jake no podía verla, se ruborizó de pies a cabeza.
—¿Puedes conseguir que alguien se quede con Sunmi?
—Sí. Mi vecina la cuidará.
—De acuerdo. Volveré a llamarte después de hablar con él.
—Gracias, Jake. Y feliz Navidad.
Después de colgar, Camile regresó al cuarto de estar. Sunmi cogió un nuevo libro de cuentos del suelo.
—Cuento, mamá.
—Muy bien, hija, vamos a leerte un cuento —respondió Camile contenta de que se le presentara la oportunidad de una distracción.
Se sentó a Sunmi encima y comenzó a leer. Al cabo de unos minutos, la rubia cabeza de su hija comenzó a caer y Camile se dio cuenta de que la pequeña se había dormido.
Llevó a Sunmi al dormitorio que compartían, la tumbó en la cuna y la cubrió con un edredón. Una de las características de la enfermedad de Sunmi era el agotamiento crónico.
La niña necesitaba dormir con mucha frecuencia, mientras otros niños de su edad no hacían más que corretear sin parar. Sintió un gran alivio al pensar que, con un poco de suerte, en unas semanas podría fijar la fecha de la operación de Sunmi y, por fin, la criatura podría llevar una vida normal.
Camile se dio una ducha y se vistió. Estaba recogiendo el cuarto de estar cuando sonó el teléfono. Debía ser Jake.
—¿Diga?
—Hola. Soy Zhang Yixing. Le he preguntado a Jake si podía llamarla. Me ha parecido más fácil que seamos nosotros quienes personalmente concretemos los detalles.
Camile se alegró de no tener que soportar la silenciosa censura de Jake por lo que estaba naciendo.
—Gracias.
—¿Qué le parece si voy a recogerla a las siete para ir a cenar? Después podríamos ir a bailar y ver qué tal. Quiero que se sienta lo menos incómoda posible.
—Me parece... bien.
—He reservado una suite en el mismo hotel en el que he reservado una mesa para cenar. Aunque si lo prefiere, también podríamos pedir que nos subieran la cena a la habitación.
Él había pensado en todo.
—Gracias —repitió Camile.
—De nada. Entonces, hasta las siete.
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dreams - yixing
Hayran KurguZhang Yixing necesita de un heredero lo más pronto posible.