24. Confusión

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—A mi habitación —respondió Yixing dejando en la cama de Camile un libro—. Puede que esto te ayude a matar el tiempo. Es un estudio sobre las tortugas escrito por un extraordinario naturalista. Creo que es el mejor libro sobres estos animales para los no iniciados.

Camile cogió el libro, miró la cubierta y sonrió.

—Gracias —pero las siguientes palabras que pronunció fueron eco de sus confusos pensamientos—. ¿Por qué estoy en una habitación que da a la tuya?

—Hilda la había preparado sin preguntarme. Supongo que pensó en la posibilidad de que tuviéramos relaciones y...

Las mejillas de Camile enrojecieron.

—¿No te parece que quizá debería irme a otra habitación?

Yixing se encogió de hombros.

—Si lo piensas, es una buena idea. Aquí, si necesitas algo por la noche, puedes llamarme.

—Sí, puede que tengas razón —respondió Camile dándose por vencida—. Bueno, te veré cuando vuelvas de la playa con Sunmi.

[*]

El tiempo transcurrió más de prisa que lo que había imaginado. Pronto llegó el día de su siguiente visita al médico. Después del desayuno, Yixing entró en el dormitorio de Camile, donde ella estaba leyéndole un cuento a Sunmi.

La camiseta de Yixing ensalzaba sus firmes músculos y Camile bajó la mirada para que no pudiera adivinar su admiración.

—¡Otra vez leyendo! ¿Te gustan los cuentos? —bromeó Yixing con Sunmi.

—A Sunmi gustan los cuentos —respondió la niña en tono solemne.

—Sunmi nunca se cansa de que le lean —comentó Camile—. Está muy bien, ya que la lectura estimula a los niños a desarrollar el lenguaje. Los pequeños, al principio, aprenden por imitación; leerles es el estímulo que más refuerza su desarrollo intelectual.

Yixing se echó a reír.

—Hablas como el libro que me he comprado hace poco. Tengo pensado leerle a mi niño al menos seis cuentos al día.

Camile trató de no entristecerse cuando Yixing mencionó a la nueva vida que iba a nacer.

—Es una ambición admirable. Si lo compaginas con experiencias cotidianas, el niño será mucho más despierto que la media.

—Se me había olvidado que eres maestra.

—Casi maestra —le corrigió ella—. Puede que siempre me arrepienta de no haber acabado la carrera.

Yixing debió notar su pesar, ya que se apresuró a cambiar de conversación.

—Si no queremos llegar tarde a la cita con el médico tendremos que marcharnos ya. ¿Estás preparada?

—Hilda ha hecho ya las maletas, las tiene en el vestíbulo.

—No, ya las he llevado yo al muelle para que Axel las metiese en la lancha. Las únicas que faltáis sois las dos.

Camile se volvió a su hija, que estaba sentada muy quieta a su lado.

—Bueno, cariño, ¿lista para volver a casa?

Para congoja de Camile, Sunmi rompió a llorar.

—¿Qué te pasa, cielo? ¿Te duele algo?

Casi con frenesí, Camile desabrochó la camisa de la niña y comenzó a examinarle la cicatriz en forma de T. Yixing se arrodilló junto a la cama, con expresión tan preocupada como la de Camile.

dreams - yixingWhere stories live. Discover now