20. Ultrasonido

130 12 0
                                    


En el momento en que vio a Camile, la enfermera los hizo pasar inmediatamente a la sala de exploración. A Camile le sorprendió que Yixing entrase con ella, pero estaba demasiado mareada para protestar.

Cuando el doctor apareció, Yixing ayudó a Camile a que se colocase en la camilla.

—¿Cuál es el problema? —preguntó el médico en tono cordial, al tiempo que estrechaba la mano de Yixing asumiendo que éste era el marido y que Sunmi, a quien habían dejado con la enfermera, era su hija.

—Tiene muchas náuseas. Nos gustaría saber si eso puede afectar a su salud o la del niño —preguntó Yixing sin dar tiempo a que Camile abriera la boca.

El médico miró los informes sobre Camile y frunció el ceño.

—Ha perdido un kilo de peso desde la última visita que me hizo.

¿Sigue teniendo vómitos? Camile asintió.

—¿Con qué frecuencia?

Cuando Camile respondió al médico, Yixing se la quedó mirando fijamente y luego lanzó un gruñido sumamente expresivo.

—Esperemos que acabe pronto —dijo él médico—. Sin embargo, como he dicho millones de veces a mis pacientes, cada embarazo es distinto. Hay mujeres que sienten náuseas hasta el mismo día del parto.

—¡No podría aguantar así otros seis meses! —exclamó ella horrorizada.

—No, es verdad —dijo el doctor—. No puede.

El médico la hizo tumbarse en la camilla, le levantó el jersey y comenzó a examinarle el vientre.

—Y ahora, veamos si podemos sentir los latidos del corazón y luego decidiremos qué hacer.

—¿Qué quiere decir con eso de si? —preguntó Yixing alarmado. El doctor lo miró, comprendiendo su súbito pánico.

—Cálmese, no es nada. Normalmente, no se sienten los latidos del corazón del bebé hasta el tercer o cuarto mes, por eso no lo he intentado hasta ahora. El útero de la señora Camile parece estar creciendo con normalidad, a pesar de la pérdida de peso.

Sin ceremonia, el médico desabrochó los pantalones de Camile y ésta enrojeció al instante. No pudo evitar mirar a Yixing quien, a su vez, la miraba con fijeza. Aquella mirada le dijo que recordaba hasta el mínimo detalle de la noche que pasaron juntos.

—¿Todavía le duelen los pechos? —preguntó el médico.

—Sí —consiguió articular Camile.

Ahora ya no podía mirar a Yixing, recordaba su oscura cabeza sobre sus senos mientras le chupaba la tierna piel de sus pezones. El doctor le untó el vientre con un gel y luego comenzó a pasarle un instrumento con un disco.

Mientras manejaba los dígitos del amplificador, Camile oyó unos sonidos extraños, parecidos al sonido de las olas del mar. Cuando el médico pasó el disco por el lado derecho del vientre de ella, comenzó a oírse un tamborileo.

—¡Lo tenemos! —Exclamó el médico permitiéndose una sonrisa de satisfacción—. Parece que el pequeño está bien. Ahora, lo que tenemos que hacer es conseguir que la madre se ponga bien también.

—¿Es ese mi hijo? —preguntó Yixing sobrecogido. El doctor sonrió.

—Sí. Su hijo. Parece un chico muy vivo.

—¿Chico? ¿Quiere decir que va a ser un niño?

—No, nunca hago predicciones. Es simplemente una forma de hablar. ¿Le gustaría que fuese chico?

—No me importa —respondió Yixing con honestidad. Camile se olvidó de su vergüenza mientras contemplaba la expresión dulce de Yixing y lo miró con ternura al tiempo que sonreía.

Pero él no le devolvió la sonrisa, sino que la miró con irritación. Camile lanzó un suspiro.

—Por favor, relájate.

—¿Qué? —preguntó el médico sin comprender.

—No —respondió él con expresión dura.

El médico lanzó una carcajada al tiempo que ayudaba a incorporarse a Camile.

—Creo que va a someterla a vigilancia intensiva. En fin, quiero que tenga descanso absoluto durante una semana por lo menos. Incluso estoy considerando la posibilidad de hospitalizarla.

—¡Doctor! —Exclamó ella incrédula—. No puedo ir al hospital. Tengo una niña de dos años, un trabajo y un...

—Señora, lo del hospital es una simple precaución. Parece estar bien, pero ha perdido mucho peso; en total, seis kilos. Dentro de una semana podrá levantarse de vez en cuando, pero tiene que seguir guardando mucho reposo. Descanse y cuídese hasta la próxima consulta, entonces veremos qué hacer si ha mejorado.

Los ojos de Camile se llenaron de lágrimas, a pesar de que no soportaba dar signos de debilidad.

dreams - yixingWhere stories live. Discover now