36. ¿competencia?

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El ruido del motor había desaparecido en la distancia cuando Hilda entró en la cocina. Se sobresaltó al ver a Camile sentada a la mesa, pero su mirada se suavizó cuando vio el rastro de las recientes lágrimas.

—¿Quieres llorar sola o prefieres compañía?

—No te preocupes, estoy bien. Gracias por acostar a Sunmi esta noche. Te va a echar mucho de menos cuando nos vayamos.

—Entonces... ¿has decidido marcharte?

Camile no supo qué contestar.

—Sólo hemos sido invitadas temporalmente —respondió por fin con voz queda.

Hilda lanzó un gruñido y Camile se dio cuenta de que iba a echar mucho de menos a aquella mujer de bruscos modales.

—¿No quieres vivir en la isla?

¿Qué estaba insinuando Hilda?

—Eso es irrelevante —contestó Camile con firmeza—. Yixing ha dejado muy claro que nuestra estancia es sólo temporal, íbamos a quedarnos hasta que el niño naciera, pero después de lo de esta noche...

Camile lanzó un suspiro.

—Habéis tenido una pelea, ¿verdad?

—No, no hemos tenido una pelea —contestó con dignidad—. Lo que ha ocurrido es que he abusado de la hospitalidad de Yixing... creo.

—Si quieres quedarte, no permitas que lo que ha pasado entre los dos te lo impida.

Camile miró fijamente a la mujer. Sus defensas se vinieron abajo al ver la mirada compasiva de Hilda.

—Oh, Hilda, no sé qué hacer. La verdad es que quiero quedarme. Me he acostumbrado a la isla y ahora ya no puedo ni siquiera imaginar lo que será vivir en otro sitio. Sin embargo, me iría incluso a Nueva York si eso fuese lo que Yixing quisiera hacer, lo seguiría a cualquier parte. Lo único que quiero es estar con él, pero a Yixing no le pasa lo mismo respecto a mí.

—¿Quién te ha dicho eso? Nunca he visto a ese chico mirar a una mujer de la forma en que te mira a ti.

—Le atraigo sólo porque soy la madre de su hijo.

—¡Tonterías! Estoy segura de que lo atraías antes de quedarte embarazada.

Camile se sonrojó.

—Bueno, puede que sí, pero...

—Pero nada. El día que viniste, creí que no durarías ni veinticuatro horas.

—Hilda, dime una cosa, ¿conocías a la ex de Yixing?

—Sí —respondió la mujer, sorprendida por la pregunta. Camile esperó—. Esa mujer era un bicho —pronunció Hilda—. El pobre Yixing quería compartir su vida y sus sueños con alguien, pero...

—¿Sus sueños de establecer el programa de protección de las tortugas?

—No. El programa ya lo había empezado y ya tenía estudiantes voluntarios. Me refiero al sueño de fundar una familia. Incluso de pequeño, Yixing soñaba con tener una familia. Su padre nunca le hizo mucho caso, tenía bastante con viajar por todo el mundo; en cuanto a su madre, lo abandonó cuando él sólo tenía cuatro años. Y ella... lo único que vio en él fue un montón de dólares y sólo quería hacerse con ellos; a pesar de que el pobre Yixing, durante un tiempo, creyó que ella estaba realmente enamorada de él.

—Pero Yixing no se casó con ella —dijo Camile.

—No —dijo Hilda con evidente alivio.

—Y desde ella... ¿no ha habido ninguna otra mujer en la vida de Yixing?

Hilda arqueó las cejas.

—¿Quieres saber si tienes competidoras?

Camile volvió a sonrojarse.

—Simple curiosidad.

—¡Ya, como que vas a engañarme! 

dreams - yixingWhere stories live. Discover now