8. Tentación

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—¿Por qué no es necesario que la bese?

—Porque... esto es un negocio. Me doy perfecta cuenta de que no es necesario que te atraiga para que... ¿Qué está haciendo?

Yixing respiró profundamente y volvió a rodearle la cintura. Luego, acercó el rostro a ella y le acarició la garganta. Si Camile creía que iban a tratar ese asunto como un negocio, estaba muy equivocada. Podía estar un poco falto de práctica, pero nunca había poseído a una mujer sin un juego amoroso antes, y no estaba dispuesto a hacer lo contrario aquella noche.

La dulce y femenina fragancia de ella comenzó a deshacer el nudo que Yixing sentía en el estómago, mientras se preguntaba cómo iba a conseguir que se relajase.

—Me preocupa mucho el que no pueda complacerte —confesó él—. ¿Qué te hace pensar que no me atraes?

Camile era como una estatua de mármol; pero cuando Yixing le pasó una mano por los hombros, se estremeció, aunque seguía sin responderle.

—El primer día que te vi en la oficina de Jake pensé que eras una mujer muy hermosa —dijo Yixing con voz ronca, mientras le mordisqueaba la mandíbula—. Y no he cambiado de opinión.

Cuando le cubrió los labios ligeramente con los suyos, ella bajó los párpados, ocultando el brillo de sus ojos. Yixing la estrechó contra sí y, lentamente, Camile volvió a abrir los ojos. Ya no parecía tan tensa como momentos antes.

Yixing continuó besándola levemente, deleitándose en aquellos labios llenos y sensuales hasta que, por fin, Camile le respondió. Fue entonces cuando se permitió acariciarle los labios con la lengua, chupándolos, mordisqueándolos...

Por fin, tras unos prolongados minutos, ella le permitió entrar en su boca. Había esperado sentirse azarado debido a las características de aquel encuentro; sin embargo, se sentía mejor de lo que se había sentido en mucho tiempo.

Camile lanzó un gemido, que estimuló inmediatamente a Yixing.

Al momento sintió que, bajo los pantalones, comenzaba a excitarse y se alegró de haberse preocupado en vano. Le acarició la espalda hasta presionarle las nalgas, estrechándola contra sí; fue entonces cuando la sintió ponerse rígida otra vez.

Detuvo aquel asalto sexual, pero continuó besándola hasta que volvió a conseguir que se relajase. El deseo que sentía por ella le sorprendió.

Camile era un irresistible afrodisíaco, una fiesta inesperadamente sensual para un hombre que, en realidad, había rezado por lograr un tranquilo placer. Camile irradiaba un profundo y femenino aroma que lo envolvía y le invadía cada poro de su piel.

Cuando volvió a estrecharla contra su cuerpo, sintió todas sus curvas de mujer, lo que le produjo una erótica reacción. Un fuego amenazó con consumirlo vivo.

Volvió a acariciarle el cuerpo. Incapaz de descubrir cómo se desabrochaba aquel vestido, bajó la mano por el tejido que le cubría los muslos hasta llegar al bajo.

Lo levantó ligeramente y deslizó una mano por sus muslos. Camile apartó los labios de los de él.

—Yixing...

¿La estaba presionando? ¿Podría detenerse?

—No me pidas que lo deje

dreams - yixingWhere stories live. Discover now