30. paraíso

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Cuarenta minutos más tarde, Yixing se detuvo en una parte muy empinada del camino y le ofreció la mano a Camile. Sobre sus hombros, Sunmi se agitó y exigió.

—¡Vamos, Yixing!

—Espera un momento, estoy ayudando a tu mamá.

Cuando alcanzaron la playa, Yixing dejó a Sunmi en la arena y la observó, mientras la niña se acercaba a la orilla del mar. Aunque hacía esto invariablemente, Yixing sabía que Sunmi nunca se mojaba más que los pies; por consiguiente, se quedó junto a Camile, paseando perezosamente, paralelamente a la activa y curiosa niña.

—¡Ay! —exclamó repentinamente Camile, ambos se detuvieron—. He pisado una concha.

Sujetándose al brazo de Yixing, Camile levantó el pie para examinarlo.

—¿Te has cortado?

—No —respondió ella sacudiendo la cabeza—. No ha sido nada.

—Te he dicho que deberías llevar algo de calzado.

—No es nada. Además, me encanta andar por la arena con los pies descalzos, unos pocos cortes no es un precio muy alto.

Yixing se echó a reír.

—Voy a enfadarme contigo si te tengo que llevar en brazos hasta casa.

Incapaz de controlarse, Yixing le cogió la mano y entrelazó los dedos con los de ella. Al ver que Camile no se resistía, se sintió en el paraíso.

dreams - yixingWhere stories live. Discover now