14. Protección

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Lo primero que despertó fue su olfato.

¿Qué demonios era aquel olor?

El resto de su cuerpo comenzó a despertar también. Estaba tan cómoda como era posible dadas las circunstancias. Tenía los pies helados y un brazo completamente dormido. Le dolía el cuello y sentía los ojos pesados. Y seguía sintiendo náuseas.

¡Y aquel olor!

Abrió un ojo lentamente y comenzó a recuperar la consciencia.

Sunmi. La operación. Yixing. Oyó la respiración de Sunmi, un sonido que era una bendición. Volvió la cabeza un poco y se encontró con dos pares de enormes pies cubiertos con calcetines apoyados en el brazo del sillón donde estaba ella, a dos palmos de su nariz.

Pies. Los pies de Yixing. Calcetines.

Sí, ese era el olor.

Sonrió para sí misma. Se pondría colorado cuando se lo dijera.

¿Se lo diría?

Yixing era tan serio... Y tan tierno... No tenía por qué haber ido al hospital, pero lo había hecho.

Se había preocupado por Sunmi y también por ella. Caprichosamente, pensó en lo maravilloso que sería compartir las alegrías y las preocupaciones de la paternidad con alguien como Zhang Yixing.

Todo él era ternura y cariño, lo opuesto al egoísta con quien se casó.

Extendió la mano y le pasó el dedo por la planta de un pie. Yixing farfulló algo y cambió de postura. Camile repitió la operación con el otro pie.

Esta vez, Yixing bajó al suelo los pies y lanzó un gruñido.

—¿Qué hora es?

—Buena pregunta, pero no sé la respuesta.

—¿Por qué me estabas torturando los pies? Estaba teniendo un sueño maravilloso.

Lo que avivó el interés de Camile.

—Sin duda, un sueño con una mujer hermosa.

¿Por qué había dicho eso? ¡Gracias a Dios que la habitación estaba a oscuras! Captó el brillo de su sonrisa.

—No, con tortugas. Estaba soñando que había conseguido convencer a los pescadores de gambas y camarones para que utilizaran el mecanismo de exclusión de tortugas.

—¿Qué es eso?

—Una especie de cesta que distrae la atención de las tortugas que entran en sus redes. Los pescadores de gambas causan la muerte a muchas tortugas porque, como tienen las redes tanto tiempo en el agua, las tortugas se ahogan antes de que las suban. La ley obliga a utilizar el mecanismo de exclusión de tortugas, pero la mayoría de los pescadores no hacen caso. Una de las cosas que yo hago es preparar un programa de educación para los pescadores.

Yixing se interrumpió y luego, con voz amarga, añadió: —Desgraciadamente, a muchos lo único que les preocupa es ganar más dinero y no les importa si unas cuantas especies de tortugas desaparecen.

—Es terrible. ¿Qué otras cosas haces para proteger a las tortugas?

Yixing vaciló y, durante un minuto, Camile pensó que no iba a contestarle. Luego, habló con voz queda.

—La Isla de las Tortugas es propiedad de mi familia. Toda la isla es el lugar elegido por las tortugas mordeduras para poner sus nidos en primavera y verano. Las tortugas se comportan como los salmones, cada año más o menos vuelven al mismo sitio a poner sus huevos. Sin embargo, al contrario que pasa con el salmón, no mueren cuando ponen los huevos. Durante el verano, doy cuatro cursos, cada uno de seis semanas, para alumnos universitarios. Les enseño diferentes aspectos y métodos de protección de los nidos.

Camile estaba fascinada.

—¿Cómo empezaste a interesarte por el tema?

—Me crié en la isla. He visto a las tortugas toda mi vida; algunas de ellas, las que vienen todos los años, son como viejos amigos, las conozco desde hace veinte años.

Sunmi se agitó en su sueño, lo que inmediatamente distrajo la atención de Camile. Se puso en pie y se acercó a la cama.

Sunmi ofrecía un aspecto completamente vulnerable en aquella cama de hospital llena de cables, algunos de los cuales estaban conectados a pantallas. Camile se puso las manos en los ojos para ayudarse a contener las lágrimas. Se sobresaltó cuando sintió a Yixing a su lado, no le había oído levantarse del sillón.

—¿Qué tal está?

—Creo que bien. Supongo que la enfermera volverá pronto para ver qué tal va todo.

—Y tú, ¿cómo estás?

Yixing debió notar que estaba llorando.

—Estoy bien. Es que todavía no puedo creer que dentro de poco estará bien. Aunque, por otra parte, me parte el corazón verla así.

Camile se interrumpió y ahogó un sollozo. Por fin, continuó.

—No es justo que una niña que debería estar corriendo y saltando y gritando todo el día esté en la cama de un hospital con un enorme cosido en el pecho —con fiereza, controló las lágrimas.

—Vamos, vamos, Camile —dijo Yixing con voz tranquilizadora, al tiempo que le rodeaba los hombros—. Tienes que pensar en el futuro, mirar hacia delante. Sunmi estará bien pronto. En realidad, es una suerte que sea tan pequeña; a estas edades, los recuerdos no duran mucho.

—Tienes razón, tengo que ser más positiva. Perdona, Yixing, normalmente no soy tan llorona. En ese momento, entró una enfermera para examinar a la niña.

—Voy a salir a dar un paseo —dijo Yixing a Camile—. ¿Por qué no te tumbas entre los dos sillones mientras yo estoy fuera?

dreams - yixingWhere stories live. Discover now