37. planes

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Yixing se acercó a la terraza al día siguiente a la hora del almuerzo. Allí, vio a Camile arrodillada metiendo los tesoros de Sunmi en un cubo. Cuando Camile terminó, se limpió las manos en los pantalones y fue a incorporarse.

Inmediatamente, Yixing se acercó a ella y le ofreció una mano, que Camile agradeció.

—Gracias. Debes haber conocido a algunas mujeres embarazadas, porque sabes lo que más necesitan.

Yixing no le soltó la mano, pero la miró duramente.

—¿Por qué no pides ayuda cuando la necesitas? Aunque yo no esté, Hilda y Axel pueden ayudarte.

Camile se encogió de hombros.

—Estoy acostumbrada a hacer las cosas por mí misma.

Eso le dolió. Quería gritarle que estaba allí para ayudarla, que siempre lo haría si ella lo necesitaba.

Sin embargo, reprimió el impulso. Y ahora, Camile había vuelto a adoptar esa expresión distante y fría con él.

¿Qué le ocurría?

Había comenzado a creer que Camile sentía algo por él, incluso parecía gustarle la isla. Lo que más deseaba en el mundo era pedirle que se quedara, pero no podía correr ese riesgo.

Por fin, con un gesto que sorprendió a ambos, Yixing se llevó la mano de Camile a los labios y la besó.

—¿Qué otras cosas resultan difíciles de hacer para las mujeres embarazadas, al margen de levantarse?

La expresión de Camile se endulzó al momento, quedando como hipnotizada por la forma en que él le había besado la mano.

—Mmmmm. Los sillones y los sofás —respondió ella con respiración entrecortada.

—¿Los sillones y los sofás? —repitió él incrédulo y con humor.

—Sí. Son como la cárcel para una embarazada. Te sientas y luego no hay forma de que te levantes.

Yixing se echó a reír.

—¿Y qué más?

Camile movió la mano y los dedos de ambos quedaron entrelazados.

—Atarse los cordones de las playeras, depilarse las piernas, salir de la bañera, sentarse al volante de un coche... levantarse de la cama...

Yixing se aclaró la garganta y dijo con voz ronca: —Puedo ayudarte en todo, excepto en lo de depilarte las piernas.

Camile se echó a reír y los ojos se le iluminaron.

—¡Eres un héroe! —después, su expresión se tornó sobria—. Yixing... ¿por qué... no quisiste besarme anoche?

Porque, de haberlo hecho, la habría tumbado en la arena y le habría hecho el amor ignorando la realidad de la situación, exponiéndose a sufrir un desengaño, quedándose vulnerable.

—Vas a marcharte pronto de aquí —contestó él como si eso lo explicase.

—Sí, me voy a marchar...

Aquella confirmación de sus temores le hizo sentirse peor aún que el día en que Jake le leyó el testamento.

Soltó la mano de Camile, se dio media vuelta y entró en la casa. Aquella tarde, en su habitación, Camile sacó la maleta del armario y la puso abierta encima de la cama.

Al día siguiente Axel iba a ir al continente y ella regresaría a su casa. Ya no tenía sentido seguir abusando de la hospitalidad de Yixing.

Comenzó a sacar de los cajones su ropa y la de su hija y a meterla en la maleta.

dreams - yixingWhere stories live. Discover now