29. temporalmente

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La segunda semana de mayo era la última antes de que los estudiantes llegaran a la isla. Yixing siempre se había mostrado encantado por estas fechas, esperando con ansia la llegada de las tortugas.

Sin embargo, ese año, echaba de menos algo o, mejor dicho, no echaba de menos nada.

Sabía qué era. Camile. Ahora, la única oportunidad que tenía de estar con ella era durante los paseos matutinos por la playa con Sunmi; no obstante, a pesar de que adoraba a la pequeña, deseaba poder pasar algún tiempo a solas con la madre, con la constante charla y presencia de Sunmi.

Sin embargo, desde el día que tuvieron aquel contacto íntimo en el cuarto museo, Camile se sentía nerviosa en su presencia.

En ese momento, Hilda le informó que el desayuno estaba listo y Yixing se encaminó hacia el estudio para echar un vistazo al calendario que tenía aquel día.

Quizá encontrara a Camile allí; ésta había cogido la costumbre de levantarse temprano y trabajar un poco antes de vestirse, darle el desayuno a Sunmi y luego el paseo por la playa.

La puerta estaba entreabierta, buena señal. El pulso se le aceleró al adentrarse en la habitación. Camile estaba sentada delante del escritorio trabajando en un gráfico. Yixing notó, con cierto orgullo, que llevaba una camiseta muy amplia, el cuerpo le estaba cambiando bastante.

Los rayos del sol se filtraban a través de los cristales de la ventana y le conferían un halo dorado.

—Trabajas demasiado —dijo él a modo de saludo.

Camile se sobresaltó y dejó caer el lápiz con el que estaba trazando líneas en el gráfico.

—No te he oído entrar —comentó ella en tono acusatorio.

Yixing sonrió traviesamente, incapaz de ocultar el placer que le producía compartir el mismo aire que ella.

—Estabas tan absorta en el trabajo, que, aunque hubiera entrado aquí con el Jeep no te habrías enterado.

—No exageres —respondió ella sonriendo—. ¿Ya es hora de levantar a Sunmi?

—Me temo que sí... si es que quieres dar un paseo por la playa.

—¿Si quiero? ¿Desde cuándo puedo elegir?

Yixing se alegraba de que pareciera tan relajada aquella mañana.

—Yixing, no tienes que venir a dar un paseo con nosotras si no puedes, ahora tienes mucho trabajo. Sunmi y yo podemos arreglárnoslas solas.

Yixing consideró el comentario. En realidad, Camile no había dicho que no quisiera su compañía; simplemente, no quería molestarlo.

—¿Estás bromeando? Estos paseos matutinos son lo mejor del día. ¿Quieres privarme del placer que me produce darle a tu hija lecciones sobre el ecosistema de la isla?

Camile se echó a reír.

—Si lo pones así, ¿cómo voy a negarme?

Camile se puso en pie, cruzó la habitación y llegó a la puerta, donde él aún estaba apoyado.

—Voy a levantar a Sunmi. Me reuniré contigo en el comedor dentro de diez minutos.

Cuando Camile cruzó el umbral, su vientre rozó la cadera de Yixing.

¿Cómo podía ser tan sensual una mujer embarazada? Se preguntó él.

Sintió la misma excitación que todas las mañanas antes del paseo con Camile. Sin embargo, también sintió cierto temor. Sabía lo que sentía por ella.

De ser inteligente, desaparecería de la isla ese fin de semana. No podía permitirse el lujo de enamorarse de ella, sólo estaba en la isla temporalmente; sabía que ninguna mujer aceptaría aquella forma de vida.

dreams - yixingWhere stories live. Discover now