28. de cara al futuro

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A pesar de que le costó conciliar el sueño, el descanso que necesitaba la rindió y se durmió con la imagen de Yixing. Dos horas más tarde se despertó, con Yixing firmemente fijo en su mente.

Se levantó y se acercó a la ventana; allí, se sentó en el sillón.

Su habitación se encontraba en la parte posterior de la casa, con vistas al mar. Desde la ventana podía ver la playa donde ella y Sunmi paseaban con frecuencia con Yixing.

Ahora, la marea estaba alta. Justo debajo de la ventana había una terraza y un poco más allá el jardín de césped que Axel cuidaba con devoción.

Fue entonces cuando vio a Yixing atareado afanosamente con una estructura metálica y esto llamó su atención.

Yixing estaba uniendo barras de metal...

Por fin, descubrió de qué se trataba. ¡Era un columpio!

Camile debió hacer algún movimiento porque Yixing alzó la cabeza y clavó los ojos justo en la ventana donde ella se encontraba. El sol se reflejaba en sus cabellos, confiriéndoles un brillo.

Antes de tener tiempo para recordar la embarazosa escena que horas atrás tuvo lugar en el cuarto museo, Camile asintió, indicándole con ese gesto que bajaba al jardín.

—¿Quieres leerme las instrucciones? —Preguntó él a modo de saludo—. Soy una de esas personas que primero hacen las cosas y luego miran las instrucciones, cuando me quedan un montón de piezas sueltas.

Camile bajó la cabeza y examinó lo que estaba escrito en la página de papel.

—¿Por dónde vas?

—Por el punto cuatro, por donde dice: inserte la barra C en... aquí o allá.

—Ah, ya. Pues dice que se acopla a la pieza que llaman B. Creo que tienes que ponerle estas tuercas. Aquí está la primera.

Mientras Yixing colocaba la pieza en su sitio y la ajustaba, ella le preguntó: —¿Has comprado esto hoy?

—Sí. Quería que me acompañaras para ayudarme a elegir el columpio para Sunmi, pero... —Yixing se encogió de hombros. Camile se sintió culpable y terriblemente avergonzada de sí misma.

—Eres muy amable. A Sunmi le va a encantar.

Una repentina perversidad le hizo añadir: —Claro que, dentro de unos años, tu hijo también podrá utilizarlo.

Pero el comentario le hizo daño a sí misma. Yixing asintió.

—Sí, si consigo montarlo. Estas cosas se me dan fatal.

—Espero que esto no te quite de hacer otras cosas —comentó Camile.

—Puede que sí, pero tengo mucho trabajo de papeleo y no hago más que buscarme excusas para retrasarlo.

Camile respiró profundamente.

—¿Podría ayudarte con ello?

Yixing guardó silencio y ella se vio obligada a explicar: —Me gusta mucho trabajar con la colección, pero sigo teniendo muchas horas libres al día. Juego tanto con Sunmi que se le está olvidando jugar sola. Me encanta estar con ella; pero, si te viene bien, me gustaría ayudarte.

—Sí, creo que podrías —respondió él con aquella profunda y adorable voz.

—He hecho algo de contabilidad, podría ayudarte a llevar los libros, e incluso podría ayudarte con la correspondencia. Si quieres, también puedes dictarme.

Yixing le lanzó una mirada interrogante.

—Gran parte de mi trabajo consiste en hacer informes sobre las tortugas: tablas, gráficos, estadísticas, entradas en el ordenador y redacción. Si de verdad te interesa, podría enseñarte lo que hago.

dreams - yixingWhere stories live. Discover now