Capítulo 15 Consulta

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Llamo a mi hija y Aracelis para que sepan que me voy a quedar en el trabajo redoblando turno, para que no se preocupen y me esperen para la hora de la cena. Me tomo otra pastilla para el dolor de cabeza. Aquí siguen llegando personas pero en menos cantidad, algunas para el traumatólogo, otra para el otorrino y por su puesto para el doctor Lares. Llevo historia de aquí para allá y me consigo a la señora que le trae café y comida al doctor pero no la reconozco al momento.

-Hola linda ¿como esta?- me dice.

-Hola... señora, bien... ¿usted como esta?- digo con dudas al no recordar quien es.

-Soy Daniela, la que le trae la comida al doctor- me dice señalándose, al darse cuenta que no sé quién es.

-¡Ah! ok, si, discúlpeme, no soy buena para las caras- digo avergonzada.

-Tranquila linda, no pasa nada- me dice con una infinita ternura tocándome el brazo. Aunque no me gusta el contacto físico y he aprendido a disimularlo, con ella no me afecta, será por su trato maternal hacia mí y no representa peligro alguno.

-¿Va a hablar con el doctor?- le pregunto.

-No, ya vengo de verlo- me dice enseñando sus manos libres, ahora es que lo noto.

-Ay verdad, ando muy distraída- digo frotándome la cabeza.

-¿Te duele?- me pregunta con preocupación.

-Sí, sufro de migrañas desde hace años- le digo.

-Alejandro te puede ayudar con eso- me dice.

-Hummm ok, a lo mejor más tarde lo molesto con eso- le digo pensando, en que si sería una buena idea o no.

-Para el no sería molestia, te lo puedo asegurar- me lo dice con una seguridad impresionante ¿cómo lo sabe? ¿Será que él le comento algo?

-¿Cómo así?- le pregunto.

-Yo sé lo que te digo- me guiña un ojo- bueno me tengo que ir, espero te guste la comida y que te mejores - se despide dejándome un beso en la mejilla- adiós, me lo cuidas- y se va caminando sin más.

-Gracias... adiós... ok- ahora me deja sintiéndome peor con mi dolor de cabeza.

Entro a su consultorio a dejar historia y material para sus procedimientos medico de vez en cuando, tomamos café y comemos cualquier dulce o tomamos refresco que los pacientes le traen o nos traen y descubro que tiene un gran sentido de humor y además en algunas ocasiones puede ser sarcástico y le encanta hablar en doble sentido. Hace que se me olvide mi dolor de cabeza cada vez que estoy con él, hasta mis dudas y pregunta desaparecen. La estoy pasando realmente bien, como desde hace mucho no me sentía.

-Vamos a comer- me dice cuando sale unos de sus pacientes- tengo hambre.

-Yo igual -digo mientras me siento, en realidad no tengo tanta hambre, con todo lo que hemos tragado, gracias a los pacientes, no sé cómo el no sale rodando si esto siempre es así.

-El menú de hoy es pasta y pollo, tajadas, puré de papas, ensalada de papa y zanahorias y jugo de guayaba- me dice, mientras yo dejo libre el escritorio y coloco unos pañitos que venían con la comida, a modo de individuales para comer.

- Que rico, me encanta la pasta- le digo y me siento de nuevo.

-A mí me encanta todo lo que hay delante de mí- me dice mirándome. Me sonrojo y bajo la mirada- este debe ser tu comida y esta es la mía- reparte la comida a lo largo del escritorio, coloca su comida al frente de él y la mía delante de mí, la ensalada en medio de nosotros y yo sirvo el jugo y coloco los vasos al lado de los platos, me entrega mis cubiertos. Comenzamos a comer y noto como todo es colocado como una mesa cualquiera y no un escritorio de trabajo, solo falta las velas para que todo esto parezca una...

Sala de EsperaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora