Capítulo 27 La playa

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El día comienza de nuevo lleno de historias y pacientes, estoy tomando jugo de lechosa para mejorar mi gastritis aparte de mis medicamentos y mi esfuerzo por ir comiendo mientras busco las historias, ya avise al chico de la caja que Alejandro solo va a recibir 5 pacientes hoy. Me dijo que quiere salir conmigo y esta vez no me va hacer esperar y lo agradezco.

Para cuando llegan los doctores tengo la mayoría de las historias listas, el traumatólogo me trajo un pedazo de torta y Alejandro café más desayuno, no cree que yo haya comido hoy. Me toca dejar Alejandro solo por un buen rato porque me toca circular al ginecólogo, él también me trajo café, termina mi jornada y me voy a cambiar antes de salir del cuarto a donde me cambio me llegan un mensaje de Alejandro: -"ya termine voy bajando al estacionamiento, te espero allá"-.

Trato de escabullirme al estacionamiento sin que me vean y creo que lo logro, me subo a la camioneta, nos saludamos otra vez y la camioneta sale del estacionamiento, gracias a Dios la camioneta tiene vidrios oscuros y nadie nos ve.

-¿Adónde vamos? -le pregunto, tengo la mala maña ahora de subirme en su camioneta sin saber "el rumbo" pero si quien es mi acompañante.

-Vamos a escaparnos- me dice con su sonrisa malévola y me guiña un ojo.

-¿Escaparnos? ¿A dónde? - digo con una gran sonrisa, este hombre cada día me encanta más.

-A la playa- dice y distrae un momento su mirada del camino para observarme.

-¿Que? ¿A la playa? En serio?- digo más que sorprendida, estoy angustiada por que no traje nada para el viaje- porque no me dijiste hoy en la mañana, no traje nada para...- Alejandro me corta.

-Tranquila por allá compramos lo que necesite- dice encogiendo sus hombros.

-Sabes que me hace sentir incomoda que gastes tanto dinero en mi así - digo incomoda viendo por mi ventana.

-¿Cuál es el problema? Yo te estoy secuestrando, más lógico es que yo te de lo que necesitas- dice mirando el camino.

-No sé, no deberías y no quiero pelear pero me siento incomoda por eso- digo removiéndome en mi asiento.

-A ver, escúchame, mi intención no es hacerte sentir incomoda, al contrario quiero comprarte lo que necesites para que estés cómoda y no te falte nada a mi lado- dice a modo de repuesta.

-A tu lado, ya siento que no me falta nada- digo sonrojándome.

-Yo me siento igual contigo, por eso me invento todas estas salidas, quisiera tenerte a todas horas a mi lado- me dice mirándome cada vez que puede separar sus ojos del camino, toma mi mano y la besa.

-Ok... hagamos lo que tú quieras- digo con una gran sonrisa.

-¿Lo que yo quiera?- me pregunta con su sonrisa malévola.

-Si- digo mientras reprimo una sonrisa viendo por mi ventana de nuevo.

-Eso me agrada- me dice viendo el camino.

Escuchamos música y cantamos, con la carretera al frente de nosotros y con la costa de un lado, saco mi teléfono y nos hacemos fotos este viaje no puede ser más perfecto y apenas está empezando.

De pronto una moto que lleva un chófer y un parrillero, que iba por el carril derecho se quiso cruzar al izquierdo y se la lleva por el medio otra moto más grande que esta, que venía excesivamente rápido por el lado izquierdo, el choque es grande, las dos motos se vuelven una y las personas que iban en las motos, ruedan por el camino por la fuerza del choque. Alejandro pisa el pedal del freno y maniobra para no perder el control del carro.

Sala de EsperaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora