Capítulo 36 El regalo

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Despido a Alejandro en la puerta con un beso, llevo aún mi pijama. Lo veo caminar hacia su carro, yo cierro la puerta y me giro para subir la escalera. Escucho disparos, personas hablando y al girarme se puede apreciar desde las pequeñas ventanas de la puerta, el reflejo de las luces de los autos de policías.

Camino lentamente hasta la puerta, siento un nudo en la garganta. Observo a mi Ale en medio de un poso de sangre acostado sobre su espalda. Hay personas curiosas a los lados y policías hablando unos con otros, señalan el cuerpo de mi Ale.

Corro con mis manos en la boca hasta el, no entiendo que sucedió, recién lo despedí... y ahora ¿está muerto? No, no puede ser posible. Frío y pálido yacía en el duro pavimento. Esto no puede ser verdad. Miro al cielo y me pregunto ¿por qué? ¿Por qué él?

Tomo su rostro entre mis manos y beso sus labios tiesos, sin que haya respuesta.

-No me hagas esto, no, por favor, no- le pido una y otra vez- no, Alejandro escúchame por favor, no tu no me puedes dejar.

Del otro lado de la calle está Dani, vestido de policía, riendo, con su arma de reglamento en la mano. Lo observo como hace mímica a unos de sus colegas sobre apuntar a alguien y este alguien suplica por su vida, hace gestos sobre que no le importa y dispara, ríe abiertamente, me mira y me guiña un ojo.

Esto es suficiente para saber que fue el, el autor del asesinato, dejó el cuerpo de Ale en el suelo y me levanto en su dirección, me apunta con el arma para que me detenga, pero sin Alejandro no quiero vivir, sin Alejandro no me importa nada, ya nada más me puede quitar.

Corro en su dirección, dispuesta a matarlo o a que me maté. Dani al ver que no freno mi avance y adivinar mis claras intenciones, coloca el dedo en el gatillo. Dispara...

Me incorporo, zafandome de unos brazos que me rodean, estoy sudorosa, tengo el corazón acelerado, y lágrimas en mis ojos. Que pesadilla tan horrible... Ale al sentir mi salto también se despierta.

-¿Que sucede? ¿Que pasa?- pregunta sentándose también, sobresaltado.

-Lo... lo lamento... fue... fue una pesadilla- digo secándome el sudor.

-Tenemos que hacer algo con esas pesadillas- dice con una de sus manos en su tabique nasal.

-Gracias a Dios, estás aquí- digo colocando mis manos en su rostro para que me mire.

-Eh... si- responde desconcertado- ¿por qué? ¿Qué soñaste?- enfoca su mirada en mi.

Lo abrazo, no puedo decirle de mi sueño, es una estupidez... estoy alterada por todo lo que pasó anoche y no quiero alterarlo a él.

-Nada... solo... que te amo- digo arrojándome a sus brazo para caer sobre el y las almohada. Lo beso y busco su cuello.

La sala está mucho más iluminada ahora por el sol de la mañana. Tengo pocos recuerdos de anoche, hay vasos en el mesón de la cocina y una botella de whisky... creo que es una de la estantería que esta arriba del mesón. Después de que llegamos... recuerdo unas hamburguesas, unos chistes... me esfuerzo para recordar un poco más... Carmen bajo a su casa... MMM... él hermano y la cuñada de Ale están en mi habitación...

-¿Tan malo fue el sueño?- me pregunta dándome acceso a su cuello para que mis besos bajen. Interrumpe mi esfuerzo de memoria.

-Ya no estabas conmigo... y me asusté- le digo en cierta forma la verdad, no toda, ni como sucedió, pero tiene más o menos la idea principal.

-¿Tan importante soy para ti?- me pregunta, abrazándome para girarme y colocandonos de lado en el mueble, me besa con eso besos que tanto me gustan.

Sala de EsperaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora