Capítulo 18 El secreto

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Hacemos el recorrido Adelina y yo, a Luna le toca ir a otro servicio por qué falto una enfermera. El día comienza full atareado, con todos los pacientes. Llega Luna y me dice:

-¿Por casualidad no viste mi teléfono después de cambiarnos?- me pregunta preocupada.

-No ¿por qué?- le digo desconcertada.

-Se me perdió mi teléfono- dice luna sobándose la frente.

-Luna por Dios ¿ahora el teléfono?- le digo impactada por la forma en que pierde sus cosas.

-¿Si sabes como soy porque me regañas? tu sabes como soy, tienes que aceptarme. Voy a seguir buscando- y va casi corriendo.

Ay Dios, otra vez, ojala lo consiga. Sigo buscado historia junto a la licenciada. Cada vez que bajamos un poco la cantidad de historias por buscar aparecen más personas.

-¿No han visto por aquí el teléfono de Luna?- pregunta Arcángel, que acababa de llegar.

-No, ella no vino para acá con el- le digo.

-¿Se le perdió el teléfono?- pregunta Adelina, ella estaba buscando historias cuando Luna vino.

-Sí, pero ella no lo dejo aquí- le respondo a la licenciada.

-Bueno voy a seguir preguntando- dice Arcángel.

-Qué mal por ella -dice la licenciada.

Llegan los doctores, les vamos llevando las historias que conseguimos y seguimos buscando otras, llega el ginecólogo y la licenciada no está en el servicio, la llamaron por que la necesitaban urgente para otro. Dejo las carpetas con las historias que se consiguieron e hicieron en cada uno de los consultorios de los doctores que aún no han llegado y comienzo a trabajar con el ginecólogo y luego de un rato me llega un mensaje del Dr. Lares:

"¿Dónde estás? Ya llegue"- le pido un momento al doctor para salir, igual el ya realizo la citología de la paciente y no me necesita por uno minutos. Salgo y voy hasta el consultorio de Alejandro.

Está en la parte de atrás del consultorio, atendiendo un niño, gira para ver quien llego, termina lo que estaba haciendo y se dirige hacia mí.

-¿Dónde estabas?- me pregunta me mira con sus ojos picaros.

-Estoy circulando al ginecólogo- al canso a decir mientras llega hasta donde estoy.

Gira su cabeza para ver si el paciente y su familiar nos ven pero la mama del niño está ocupada ayudándolo a levantar y el niño concentrado viendo a su madre. Me sujeta por la cintura cruzando sus dedos en mi espalda y estampa un pequeño pero apasionado beso en los labios, mi impulso es interponer mis manos entre su cuerpo y el mío, las dejo sobre su pecho y sedo al beso. Se separa de mí y coloca su frente sobre mi cabeza.

-¿Por qué siempre haces eso de interponer tus brazos entre nosotros?- dice aun con los ojos cerrados.

-No lo sé, un reflejo- digo mintiendo con mi corazón aun acelerado por su beso, no quiero que descubra aun que tan loca estoy.

-¿De qué te proteges?- me pregunta abriendo sus ojos para mirarme

-¿Protegerme? ¿De qué?- digo, impresionada, ahora que lo pienso podría ser, pero... en realidad si le diera rienda suelta a mi impulso seria para apartarlo de mí y no dejar que me toque.

-No lo sé, eso solo lo sabes tú, pero lo que si se, es: ese reflejo es de defensa- dice separándose de mí y dirigiéndome a su escritorio, haciéndole señas a la señora para que tome haciendo con su hijo. Mientras yo sigo aun paralizada.

Sala de EsperaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora