capítulo 32 La llamada

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Me levanto y lo hago sin ruido, una noche sin pesadillas, bien. Me doy una ducha rápida, salgo y veo a Alejandro aun dormido, medio envuelto en sabana, acostado boca abajo y aún no me creo, lo tengo solo para mí, es mío, lo quiero y él me quiere. A pesar de todo lo que sabe de mí... me acepta y me trata como una princesa, me parece increíble que exista un hombre y sea para mí.

Bajo, preparo café y lo subo a la habitación, lo beso y lo despierto.

-Bueno días mor- le digo mientras le ofrezco una de las tazas.

-Buenos días mor- me responde devuelta- ¿cómo amaneces hoy?

-Súper- le digo señalándome, llevo el traje de baño rojo de tirillas en el pecho y short jean de cintura alta.

-Ya lo veo, te ves bellísima con ese traje de baño, hace que me dé un paro cardiaco me dice y yo sonrío y parto mis cabellos rulos (por el agua) de mi rostro.

-Y que vamos hace antes de irnos- le pregunto.

-No sé, vamos a la playa ¿tal vez...?- dice saboreando su café.

-Ok, voy a preparar el desayuno- digo para intentar levantarme.

-No, vamos a desayunar afuera- dice deteniéndose por la mano.

-Hummm ok, como tu prefieras- me siento de nuevo.

-Dame 5 minutos y estaré listo- brinca de la cama dejando si café de un lado y un beso en mis labios.

Como me encanta este hombre Dios mío, se ha ganado mi amor y confianza. Esta locura fue como jugar a la lotería por primera vez y sacarse el premio gordo.

Unos minutos después salimos Ale y yo, toma la camioneta y la encamina a un restaurante cerca de la entrada del pueblo. Es un casa sencilla y grande tiene una gran barra donde ofrece empanadas de todos los tamaños y sabores, también ofrecen sus famosas empanadas operadas (que son empanadas, las cuales ya vienen rellenas, las abren una vez fritas y le colocan otro relleno).

Nos sentamos en la barra y pedimos empanadas de pollo, carne molida y carme mechada; la operamos con queso amarillo y blanco. Las acompañamos de salsa: rosada, de ajo y guasacaca; las maltas son la mejor bebida para comer las empanadas.

Perdí la cuenta en la empanada número 3, Ale es hombre tan interesante y culto, me encanta hablar con él, estar con él, todo él.

-Vamos a las cascadas- me dice cambiando el tema.

-¿Cascadas? ¿Por aquí?- pregunto emocionada, tengo siglos sin ir a un río, y más a las cascadas.

-No quedan muy cerca, tendremos que caminar un poco río arriba, pero valen la pena- afirmar para convencerme ¿será que él no sabe que yo iría con él hasta el fin del mundo?

-Vamos- le confirmo. Me encantan las montañas y escalar.

Terminamos de comer, abordamos la camioneta y con ella en marcha, el teléfono de Ale comienza a sonar por una llamada. "Nathi" se puede leer en la pantalla, Alejandro toma el teléfono y lo lleva a su oreja para contestar la llamada.

-Dime- dice en un tono casual.

-¿Cómo así?- pregunta preocupado.

-¿Están bien? ¿Dónde están?- orilla poco a poco la camioneta.

-Voy para allá- asegura mirando el camino y por lo que veo se olvida que estoy con él, solo habla en singular.

-No, estoy bastante alejado de la ciudad- ¿qué será lo que sucede?

Sala de EsperaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora