Capítulo 39 No me atrevo

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Es viernes, estoy feliz porque estoy con mi Ale, desayunamos antes de llegar aquí, hoy va a operar.

Hoy vamos a viajar a Margarita hay una serie de conciertos cada noche, todo el fin de semana. Hoy arranca con música de reggaetón y electrónica, mañana: salsa y merengue y el domingo es de música llanera.

El día es complicado, como todos los días que Ale tiene consulta.

Andreina se va con el ginecólogo y yo me quedo en el star buscando historias, esperando a que Ale bajé de quirófano.

A lo largo del pasillo de la sala de espera veo a los pacientes esperando entrar a su consulta. De pronto se ve y se escucha un alboroto, salgo del star y hay humo saliendo de uno de los consultorios, esta casi al final del pasillo, es el consultorio de la doctora internista.

Salgo corriendo y me asomó al consultorio, hay un corto en la lámpara que contiene uno de los bombillos fluorescente que cuelga del techo, el humo me hace toser y nublada un poco la vista, salgo y consigo Andreina afuera, preguntando ¿que sucede?

-Busquemos ayuda- le digo.

Salimos por los pasillos, llego hasta el star de enfermería sin Andreina, no sé que se hizo, pensé que venía atrás de mí.

Cuento de forma apresurada lo que sucede y se petrifican. Recuerdo que cuando entre había un extintor grande, no se si pueda con él... Tomo la escoba de la aseadora, salgo y parto el vidrio protector del extintor, los trozos de vidrio caen al piso. Como puedo y haciendo una gran fuerza lo desmonto de su lugar, lo medio cargo e intento llegar al consultorio, a mitad del camino me consigo a Andreina y Arcángel, me ayudan a llevar el extintor.

Parados al frente del consultorio y en medio del humo, le quitamos el precinto de seguridad al extintor, entramos.

-Es un corto eléctrico, hay que bajar los brekes de la luz- dice Arcángel observando la escena- dame un momento- y se pierde entre el humo.

-Ayúdame- le digo Andreina que está afuera, quiero evitar que las cosas inflamables tomen fuego.

-No, no, puedo, no sé, voy a...es...- no sabe que decir.

Acciono el extintor, el paraban en su parte superior esta empezando a tomar fuego.

La lámpara deja de desprender chispas de fuego y el extintor hace su trabajo, salgo del consultorio, me siento cansada, debe ser de tanto toser. Camino por el pasillo, al final de este y donde comienza el otro hay gente mirando y observando. La curiosidad, es el defecto más grande de la humanidad.

Les pido, que salga hasta los jardines más cercanos, intento que lo haga rápido el humo es extremadamente escandaloso. Toso mucho más, me falta el aire, me siento cansada. Llega a mí, Arcángel.

-¿Listo? ¿Esta todo controlado en el consultorio? Baje los brekes- me habla en forma apresurada.

Como puedo y en medio de mi crisis de asma, le hago señas afirmativa.

-¿Que tienes? ¿Te sientes bien?- me pregunta.

Repito mis señas afirmativas. Tengo que lograr controlarme, tengo que tratar de respirar, pero es difícil, me falta el aire. Me inclino para tratar de respirar, tratar de que me llegue aire a los pulmones pero el aire no puede entrar. Coloco mi rodilla en el suelo y mi mano en el pecho, no puedo, no puedo respirar.

Alguien me toma en sus brazos y camina conmigo en ellos, es Arcángel. Lo escucho pedir permiso para caminar entre las personas, llega a la emergencia y me acuesta en una camilla, Carolina, la enfermera de turno se acerca con el médico residente.

Sala de EsperaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora