-¿Qué, queeeeeeeeé?¿Qué me estás contando, Murtagh? –los ojos de Brian casi se salían de sus órbitas, como dos negras canicas, incrédulo ante la historia que le acababa de contar su amigo. Así que eso era lo que había planeado su padre. Utilizar a Robena como peón para matar a Ellen. En aquel momento sintió ganas de asesinarlo. Murtagh había ido en su busca al dormitorio del novio, después de dejar a Robena al cuidado de su tía. Tuvo que contárselo todo a mrs Fitz, quien quedó profundamente afectada y con mucho miedo por Ellen, a la que prácticamente había criado desde pequeña, pues pasaba tanto tiempo en la cocina como en su habitación, el patio o las caballerizas. Brian se llevaba una joya, pues además de una guerrera de altura, Ellen, gracias a la sabia y experta mano de la señora Fitzggibons, era una excelente cocinera.
La buena mujer, escondió a Robena en el ala de las criadas y le prometió ir en cuanto pudiese, acompañadas de un hombre armado, al dormitorio de la muchacha a por algo de ropa y todos sus objetos de valor. Si era necesario, iría mrs Fitz sola, con el hombre, para cumplir las indicaciones que le diese Robena, con tal de que Morwan no pudiese alcanzarla. Una vez puesta a salvo; Murtagh se fue en busca de su amigo, al que consiguió llevar a un lugar aparte, en el recibidor del dormitorio del novio, donde le contó todo lo que acababa de pasar.
-¡Voy a matarlo con mis propias manos. Ser despreciable e inmundo!¡Voy a matarlos a los dos! –gritó Brian, a pesar de que Murtagh le estaba haciendo señas para que hablase bajo. -¡Intentar matarla!¿Pero cómo se le ocurre semejante villanía?¿Y usar a una mujer tan buena y temerosa como Robena, nada menos? Sólo Dios sabe lo que lleva sufrido la mujer de mi hermanastro. Es una bestia. Un monstruo como el padre que lo engendró. ¡Reniego de él en este momento! –ahí Murtagh ya le tapó literalmente la boca, antes de que saliese Blair a ver que pasaba.
-¡Imbecil! –susurró al oído de su amigo. -¿No te das cuenta de que si reniegas de él te quedarás sin nada? No tendrás tu dote y sin ella, como mantendrás a la familia que vas a forjar con Ellen, ¿Eh, zoquete?
En ese momento, Blair, alertado por las voces de su hermanastro y padrino, salió a ver qué pasaba. Murtagh empezó a inventar una excusa, pero en un momento de inspiración, Brian puso una mano en el hombro de su hermanastro y lo guió hacia su habitación, mientras le contaba todo lo que estaba pasando bajo sus narices, omitiendo, obviamente, el embarazo de la que iba a ser su esposa. Eso le correspondía a Mairi decirlo si así lo decidía o esconderlo, si era su elección.
-¡No puedo creerlo!¿Padre, Morwan y los MacKenzies, están todos en contra de esa mujer? –Blair abrió mucho los ojos, negros, como los de su hermanastro. Brian supuso que los había heredado de su madre. -¿Puedo ayudar en alguna cosa? –ofreció bondadosamente, mientras se sentaban. Desde luego, aquel hombre no parecía ni por asomo hijo de Simon Fraser, Lord Lovat.
Brian le palmeó una rodilla con complicidad. No es que adorase a su hermanastro, pues de niños y adolescentes, llevado por la crueldad de Morwan y debido a su debilidad de carácter, se las había hecho pasar canutas, pero le tenía un profundo cariño. –Puede ser, Blair. No sé si tu prometida sabrá la historia, pero conociendo a Ellen, lo mas probable es que sí. –sonrió al recordar a su amada, mientras Murtagh asentía con la cabeza, para mostrar su acuerdo. El, después de todo, llevaba toda su vida conociendo a la mayor de los MacKenzies. -¿Es posible que cuándo escuches el ulular de un búho, grito que dará Murtagh a una señal mía, Mairi finja un desmayo en tus brazos? Puedes decir que son los nervios por la boda, que al abandonarla tras la ceremonia, la han hecho flaquear... Así, mientras todo el mundo está pendiente de vosotros... Ellen y yo, podremos escapar, junto con Murtagh. –no era necesario que su hermanastro supiera que se iban a llevar también a Robena. Cuando Morwan se diera cuenta de la huida de su mujer, si le daba por preguntarle a su hermano mayor, era mejor, que éste supiese lo menos posible. De hecho, la historia que Brian le había contado, era una síntesis de todo lo pasado, para que no pudiera contar, lo que no sabía.
Blair asintió con la cabeza. Así lo haría. A pesar de todo lo pasado entre ellos, quería mucho a su hermanastro menor. Siempre le había defendido de su padre y su otro hermano. Lo iba a echar mucho de menos y así se lo dijo. Abrazándolo con fuerza.
-Bueno. –repuso Brian deshaciendo el abrazo con su hermanastro. –Creo que va siendo hora de que se celebre una boda. ¿No crees?.
Todos los invitados se volvieron como uno solo al escuchar abrirse las puertas del Gran Salón. Las gaitas empezaron a sonar con total solenmidad con una tonada tradicional que se utilizaba casi siempre en las bodas y entró el novio, acompañado de una radiante y espléndida Ellen, que causó sorpresa y sensación, por su belleza y la de su vestido. Llegaron al altar despacio. Ellen notaba en la nuca la mirada de sus hermanos y de Lovat, quienes, como todos en el salón, la miraban embobados, bella, noble y altiva como una reina, de pie, muy erguida, junto al novio, vestido con sus mejores galas, como correspondía la ocasión. Levita azul oscuro, a juego con el traje de la que sería su esposa, su cabello rubio resplandecía, atado con una cinta de seda del mismo color que la levita. Camisa blanca de chorreras de encaje y grandes puños del mismo material, que sobresalían por las mangas de la levita, sin llegar a cubrir sus manos. Kilt con el tartán formal de los Fraser de Lovat. Fondo rojo, franjas, verdes, negras y una línea amarilla, para indicar la escisión del clan principal Fraser, que no había enviado ningún delegado, porque no quería tener nada que ver con alguien tan desalmado como el viejo Lovat. Botas negras hasta la rodilla, lustradas hasta resplandecer y sujetando el tartán, un sencillo broche circular, herencia de su madre, como el collar que llevaba Mairi al cuello.
En ese momento, volvieron a sonar las gaitas y la joven novia, entró acompañada de su padrino de bodas. A Ellen se le secó la boca, al ver a Brian. Era la primera vez que no lo veía vestido de negro y sin su habitual levita de cuero. Le había contado que se la había confeccionado su madre, poco antes de caer enferma y que se la pensaba enviar a Beaufort, pero, que junto con el anillo y otras cosas, se la dio en su lecho de muerte.
Estaba simplemente impresionante. Levita negra, como no, pero del mas fino terciopelo, contrastando con la blancura de una camisa de chorreras de encaje almidonado. El pañuelo en su cuello también era blanco, ceñido por un gran broche elíptico de plata labrada. El kilt y el tartán eran los mismos que los que su hermanastro, y pero Brian llevaba el broche del clan, un ciervo corriendo a través de un escudo donde se podía leer la inscripción "Je suis prest", lema que denotaba la procedencia francesa de los primeros Freseliere, fundadores del clan. De hecho, la rama principal, tenía una planta de fresas en su blasón, en vez de un ciervo. Cuando se acercaba, acompañando a una resplandeciente Mairi, que hacía que nubes de murmullos se levantasen a su paso, pudo verle el rostro con mayor claridad. Su cabello, tan negro como el de la novia, parecía seda negra y brillante, atado con una cinta azul marino. Cuando llegó al altar, pues de forma excepcional y debido al enorme gentío venido para la ceremonia, el sacerdote había accedido a celebrarla allí, en vez de en la capilla del castillo; se giró, hizo una reverencia a su hermanastro y entregó a la feliz novia a sus manos. Entonces, dio comienzo la ceremonia, mientras Brian y Ellen ejecutaban mecánicamente sus papeles como padrinos, sin poder dejar de mirarse ni un solo segundo.
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LAS PERLAS Y EL JABALI (FANFIC DE OUTLANDER)
FanficEllen Mackenzie y Brian Fraser jamás podrían enamorarse, pero un hecho terrorífico y fortuito los lleva a fugarse juntos del castillo Leoch, forzar su boda, consumarla y hacer nacer un amor que duraría todo el tiempo que Ellen habitara en esta Tierr...