36. NOCHE DE BODAS pt. 1

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Después de que Ellen y Brian se hubieran marchado, Blair ordenó comida y bebida en sus habitaciones, lo último que los novios deseaban en aquel momento era abandonar la alcoba nupcial. Mairi le sonrió a su marido, que retiró la bandeja con los restos de la cena y la puso encima de una mesita. Estaba algo nerviosa cuando él volvió a la cama y la besó tan apasionadamente que casi se ahoga con su lengua. Era algo nuevo para ella. Nunca la habían besado antes que Blair, pero le gustaba, le gustaba mucho, tanto como le gustaba la forma en que la iba acariciando y besando el cuello y el nacimiento de los pechos, ocultos por el corsé. El horrendo collar que había llevado, hacía rato que había caído en un rincón, olvidado por ambos, en sus caricias. Le sonrió a su marido, mientras él se afanaba con los cordones que cerraban su vestido. Una vez en corsé y enaguas, la dejó un momento, tras besar su cuello de forma tan provocativa que le puso la carne de gallina. Volvió con un pequeño recipiente de cristal en el que flotaba algo blanquecino y amorfo.

-¿Qué es eso? –preguntó ella, mirando el frasco. Blair lo puso al lado de la mesita de noche mientras se desabrochaba el cinturón y dejaba caer su kilt. Mairi lo miró con deseo, pero aún no había respondido a su pregunta y sus ojos azul oscuro estaban mucho mas abiertos de lo normal, al verlo allí, sólo con la camisa puesta.

-Es un condón. –informó él sucintamente, agitando el frasco. –Los franceses lo usan cuando no quieren dejar embarazadas a sus mujeres o con las prostitutas, pera evitar contraer el mal francés. (Sífilis) Pasé una temporada en Francia estudiando. Mi padre me lo permitió después de mucho rogárselo, para deshacerse de mi, aunque fuera durante un tiempo. No temas, "a leannan" (cariño), no te haré daño...

Mairi enrojeció hasta la raíz del pelo y Blair, malinterpretando su rubor, la abrazó fuerte y le dio un beso en los labios, suave y tranquilizador. Pero ella se echó a llorar en sus brazos y él, extrañado, quedó en silencio. Unos momentos después, ella alzó la cabeza para simplemente decir: -Creo que no te hará falta eso conmigo, Blair... Ya estoy embarazada.

Èl la dejó y se puso en pie, blanco como la cera, sin poder creer lo que oía. Pero al mirar a su esposa, cayó en la cuenta y con un "¡Oh Dios, ha vuelto a hacerlo!", volvió a abrazarla y besarla por todo el rostro mientras decía. "Lo siento, lo siento..." y ella volvía a llorar entre sus brazos, sacando de dentro, todo el asco y el horror que llevaba a causa de las continuas violaciones de Lovat.

-¡Depravado hijo de puta!¿Cómo se ha atrevido otra vez?¡Primero Robena, ahora tú!¡Voy a matar a ese condenado bastardo!¡Yo no soy Morwan!¡Se va a enterar de quien es Blair Fraser cuando le haga tragar sus propias pelotas! –Mairi se asustó mucho y a la vez, le dieron unas histéricas ganas de reir, era casi lo mismo que le había dicho Ellen al enterarse y le habían llegado rumores de que si no llega a ser por Brian, Lovat, casi la mata, tras su arrebato al intentar matarlo. Tenía que calmar a su marido. No quería quedar viuda antes de consumar su matrimonio... Ni tampoco después...

-Blair... -le tomó amorosamente un brazo y lo obligó a sentarse en la cama, para acto seguido, besarlo con pasión y amor exquisitos, jugueteando con su lengua, como él la había enseñado a hacer. –"a leannan". Ya no tiene remedio. Deja a ese demonio en paz... Sólo lograrás hacerme viuda y sin tu protección, en Beaufort... ¿Qué será de mí? –él le devolvió el beso y trató de serenarse. –Además, Ellen también me dio un remedio anticonc... para evitar tener niños no deseados, siempre que me vea obligada a compartir el lecho de tu padre. Si tengo que pasar la tortura... lo mínimo que quiero saber, es, quien es el padre de mis hijos... -se palpó con tristeza el abdomen. –Con éste no hay nada que hacer, pero te prometo "mo ghràdh", que el resto de mis hijos serán tuyos y solo tuyos. Te lo prometo ante la Santa Virgen si es necesario...

Un cálido beso interrumpió su discurso. Cuando Blair la dejó, sus ojos oscuros brillaban con determinación. –No volveremos a Beaufort. Aunque tenga que estrangular a ese viejo amoral con mis propias manos, te juro que no volveremos a Beaufort. Nos quedaremos en alguna de mis propiedades y si me las niega... Prefiero mendigar por los caminos contigo, antes que volver a ese abyecto lugar... -señaló el vientre de su esposa. –Ese niño no tiene culpa de ser hijo de un "deamhan" (demonio) –suspiró con fuerza. –Yo mismo soy hijo de una violación, así que ese también es mi hijo, ¿te enteras mujer? Ese es mi hijo. Simplemente no pudimos esperar a la noche de bodas...

Mairi lo calló con un beso, echándose encima de él y cubriendo de besos su rostro, su cuello, su pecho que asomaba por la camisa, desbordada de amor por aquel buen hombre, nacido de semilla amarga, al igual que Brian. De un tirón le quitó la camisa, observando con un sorprendido "oh", por primera vez las diferencias anatómicas entre hombre y mujer. Lovat siempre la había tomado por detrás, como el animal que era y nunca había podido verlo. Blair la miró divertido, pero guardó silencio mientras ella lo exploraba con curiosidad. Puso un dedo en el glande de su verga erecta, provocándole un gemido de placer. –Es... muy grande –susurró un poco asustada. Él se echó a reir y le dio un beso sonoro y amoroso.

-Tiene un tamaño normal, mi vida, no te asustes... -no pudo seguir hablando, pues ella estaba explorando con sus dedos su vientre, enroscando sus dedos en el rizado vello rubio de su pecho y en un alarde de valentía, probó una de sus tetillas con la punta de su lengua, arrancándole otro gemido. Como pudo se la quitó de encima y se quedó mirándola con sus ojos negros llameantes de pasión. –Mairi, no puedo mas... O te quito la ropa ahora mismo, o te tomaré con ella puesta... Tú decides...

Sin una palabra mas, Mairi abandonó el lecho y empezó a desatar las cintas de su corsé con manos nerviosas y atribuladas. Lo notó detrás, besando su cuello y sus hombros, su negro cabello, que otra vez estaba suelto, llegando sus ricas ondas hasta su cintura, besándolo también, mientras desataba las cintas de su gruesa rodela y sus enaguas y una tras otra iban cayendo al suelo como pétalos de flores. Alcanzó su corsé cuando ella iba por la mitad y con mano experta, terminó de soltar sus cintas y también cayó al suelo, dejándola ante él, solo con la camisola puesta. De un tirón, sin dejar de mirarla a los ojos, soltó la cinta de su camisola y de otro, se la quitó de los hombros, dejándosela en la cintura. Ella terminó de quitársela, dejándola enrollada en sus pies, también sin dejar de mirarlo a los ojos. Ahora fue el turno de un sorprendido "¡oh!", por parte de él. Tomó entre sus manos uno de sus pequeños pechos y lo besó, amasó, succionado el rosado pezón, haciendo gemir a Mairi, al notar las corrientes de placer que iban justo entre sus piernas, debajo de su rizado bosque negro, como su cabello. Luego probó su otro pecho y la subió a horcajadas, enlazando ella sus piernas en la cintura masculina y sus brazos en su cuello, mientras volvían a besarse con lujuriosa pasión, enredando sus lenguas como si del mas delicioso de los manjares se tratase.

La tumbó con delicadeza en la cama y jadeó junto a su oído. –" mo bheatha"(mi vida). No puedo más, tengo que tomarte ahora, pero te prometo que la próxima vez será mejor... mucho mejor...

-¿Mejor que esto? –preguntó ella con inocencia, mientras gemía, pues él seguía masajeando sus pechos y besando su rostro, sus labios, su cuello. Notó una inusitada humedad entre sus piernas y el deseo de albergarlo, cosa que nunca había deseado con el viejo Lovat.

-Mucho mejor. –respondió el, mientras tomaba posición entre sus piernas, tratando de no aplastarla con su peso. Cuando Mairi notó su verga en su entrada, apretó los dientes y sus manos dejaron su cuello para aferrar compulsivamente la almohada. Él, dejó sus pechos y volvió a poner los brazos de su amada alrededor de su cuello, besándola otra vez de forma que se derritiesen hasta sus huesos. Reculó un poco, para dejar que una de sus manos la fueran preparando poco a poco, jugando con los suaves rizos de su "honeypot" y con su carne rosada y jugosa, uno de sus dedos, entrando y saliendo despacio, muy despacio, de ella. Mairi empezó a gemir de placer y poco a poco a gritar, mientras otro dedo de su esposo jugaba con su botón rosado y resbaladizo. Jamás había experimentado algo como aquello. Jamás en su corta vida. Cuando quiso darse cuenta, lo tenía dentro de ella. Totalmente dentro y no le provocó ni asco ni miedo, tan solo placer. El placer la inundaba y la hacía gritar tanto como gritaba él. Empezaron a moverse al compás, cada vez mas y mas deprisa, hasta que Mairi explotó en su primer orgasmo y Blair se fue tras ella, casi inmediatamente después.

LAS PERLAS Y EL JABALI (FANFIC DE OUTLANDER)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora