Cuando Blair entró a su dormitorio, su esposa estaba con Bride, su doncella desde que nació y también fue su nodriza. Saludó a la mujer con una cortés inclinación de cabeza y ella le correspondió con una reverencia y salió silenciosamente de la habitación, dejándolos solos. Blair entonces se arrodilló ante su esposa, sentada en el mismo sitial donde la encontró el día anterior, después de matar a Morwan y cobijó su cabeza en su regazo; aspirando su olor a mujer joven y el almidón de su ropa. Ella le mesó el cabello como si fuera un bebé, mientras Blair lloraba calladamente en su regazo, sin decir una palabra. No había visto llorar a un hombre en su vida, pero en su marido no le pareció una prueba de poca virilidad, al contrario. Había que ser muy valiente para vaciar así su alma, desnudarla y entregársela a ella para que la consolase y la sanase, como ella había hecho con la suya con él.
Blair alzó la cabeza y ambos se miraron largamente. Cuando iba a hablar, un discreto toque en la puerta los interrumpió. Blair se puso en pie, mirando por la ventana mientras se recuperaba. No podían ver su muestra de debilidad. Fue Mairi la que con un firme "adelante", dejó entrar a quien esperaba tras la puerta.
Ambos se sorprendieron al ver a Sir Marcus MacRannoch entrar en su habitación. Mairi no esperaba ver a su padre dos veces esa mañana
-¡Padre!¿Qué haces aquí? –preguntó Mairi intrigada, mientras Blair recibía a su suegro con una formal reverencia.
MacRannoch les sonrió con benevolencia a ambos. –Me he enterado de que partís hoy mismo. –miró a Blair con reproche. –La forma ha sido un tanto... peculiar, Blair. Voy a ser directo. –paseó su mirada azul por los dos jóvenes. -¿Qué pasa aquí?
Tanto Mairi como Blair palidecieron ante la pregunta y se miraron largamente a los ojos. Con un imperceptible asentimiento de cabeza, ella le dio permiso a su marido para hablar con libertad. Cosa que hizo, contando toda la historia, sin omitir una coma. Al terminar, Sir Marcus, que había ocupado una silla, descansó su cabeza sobre las manos cruzadas, los codos sobre las rodillas y cerró los ojos con dolor, en silencio durante un buen rato; asimilando todo lo que le había ocurrido a su hija y a su yerno.
-Lo siento mucho, cariño. –se disculpó aún con los ojos cerrados. –Ese miserable va a pagar lo que ha hecho, te lo aseguro. –abrió los ojos, cargados de dolor por el trato que había recibido su única y querida hija a manos d Lovat. –Sé que te va a resultar duro oir esto, Mairi. Pero quizás lo mejor es que Dios se haya llevado a ese niño nacido del mas antinatural de los pecados...
Mairi cerró los ojos y lágrimas calladas salieron de ellos, regando su rostro. Blair se acercó a ella y la abrazó. Ambos habían cambiado de sitio, sentándose a los pies de la cama, frente a MacRannoch. No dijo nada. No tenía sentido decirlo, así que guardó silencio. Fue Blair quien tomó la palabra por ella.
-Sir Marcus... -se interrumpió, buscando cuidadosamente las palabras para no ofender a su suegro, pero pensó que puesto que él había hablado libremente, tenía el mismo derecho a responder de esa manera. –Vereis... Os agradezco vuestra voluntad de defender el honor de vuestra hija. Es lo natural en un padre... Pero... Mairi es ahora mi esposa y esa responsabilidad es mia... Y creo que lo he cumplido. Hace un rato han enterrado a mi hermanastro. Yo lo maté... Y no fue un accidente como todo el mundo cree. Me enfrenté a mi padre por el honor de Mairi y Morwan fue el paladín de Lovat... Y perdió. Creo que la afrenta está saldada. Y de todas formas, ya no hay niño... -tomó con delicadeza la mano de su esposa y la besó. –Lo hubiese criado como mío. No tengáis la menor duda. Así se lo dije a Mairi... Yo mismo soy fruto de una violación de ese degenerado... sé bien lo que es llevar esa losa sobre los hombros y si ese niño hubiera nacido, jamás hubiera sabido nada. Al menos de nuestros labios. –cerró los ojos para concentrarse. –Mairi no sangra ya. El médico del castillo... Beaton, creo que se llama; ha autorizado su traslado a "Uisge Soilleir"; siempre que se haga con cuidado. Colum Mackenzie nos ha prestado el mejor y mas grande de sus carruajes, para que Mairi pueda ir tumbada en una cómoda cama que los criados están haciendo entre los asientos. Lovat nunca irá a mi casa. No le dejaré. Le mataré si pone un pie en la propiedad y lo sabe. –miró duramente a Sir Marcus. –Protegeré a vuestra hija con mi vida y le hubiera cortado la verga a mi padre y se la hubiera hecho tragar si llego a saber sus intenciones con ella. Pero como siempre, fue rápido y cruel como un zorro. Aterrorizó a una chiquilla para conseguir su objetivo... -la dura mirada seguía en los oscuros ojos de Blair. –Pero os aseguro que eso no ocurrirá nunca mas... Con mi vida, con mi cuerpo, con mi espíritu si es necesario... pero la protegeré. Es mi esposa y será la madre de mis hijos. ¡MIOS!. No de ese degenerado cabrón...
MacRannoch asintió con la cabeza, aceptando la decisión de su yerno. No le extrañó nada la forma en que murió Morwan. Por el castillo también circulaba aquel rumor. Blair Fraser no era tan simple como todo el mundo pensaba y se alegró mucho de descubrir eso. El sabía que su hija tampoco lo era. Era pura fachada. Mairi MacRannoch Fraser, no era una pobre niña tontita y desvalida, como todo el mundo creía. Pero al igual que a su marido, le interesaba que los demás lo pensasen. Era la forma de defensa que ambos habían escogido para vivir en paz en aquella sociedad que no toleraba los errores.
-¿Tenéis medios para llegar a tu propiedad? –preguntó sin preámbulos Sir Marcus. Blair le había relatado también la historia de la huida de Ellen y Brian y que ellos le habían dado todo lo que tenían en joyas y dinero, bueno casi todo, pues lo poco que les quedaba, terminó en el suelo, manchado con la sangre de Morwan Fraser. Orgulloso. Blair también era orgulloso y eso se lo admiró su suegro, pero se habían quedado sin nada y él no iba a permitir que su hija llegase al que sería su hogar, como una pordiosera. Blair negó con la cabeza y sin más, MacRannoch, soltó un enorme bolsillo de su cinturón y lo puso en sus manos. Blair lo miró aturdido durante un segundo, antes de hablar.
-Señor. Ya le habéis dado la dote de vuestra hija a mi padre...
Sir Marcus asintió. –Y voy a recuperarla y dárosla a vosotros. Ese malnacido no tiene derecho a un solo "dram" de esa dote. No, después de lo que ha hecho. Ya hablaré con el y si es necesario, lo ensartaré como la rata que es con mi espada. –hizo un gesto con la mano, deteniendo la respuesta de su yerno. –Blair, Mairi es tu esposa, pero no por eso deja de ser mi hija y ha sido ofendida de la peor forma que una mujer puede serlo. Su dote será para vosotros. Me encargaré de ello. Será la forma en que yo proteja el honor de mi hija. –suspiró amargamente. –Sé que eso no va a borrar el sufrimiento que habéis tenido ambos. Pero es lo único que puedo hacer sin batirme en duelo con el. ¡"I Dhia"!¡Como me gustaría poder abrirlo en canal como a un cerdo! –apretó los puños con furia. -¡Condenada política! "Agus teis a' sassenachs! " (Y malditos extranjeros). Después del alzamiento, si llego a matar a alguien tan importante como Lovat en un duelo, terminaría bailando al final de la horca. "Còtaichean dearga dearg", (Los malditos red coats) se encargarían encantados de ello. Ni mi título de baronet me salvaría de la soga...
-Padre... -comenzó Mairi, poniéndose en pie y abrazándolo con todo el amor que le tenía. Era lo único que tenía. La había criado ejerciendo de padre y madre a la vez. No se había vuelto a casar porque el amor que le había tenido a su madre era tan profundo que no le había permitido hacerlo. Había presentado su candidatura a la mano de Ellen únicamente por salvarla de algún mal mayor, pero se alegraba muchísimo que la "lass", se hubiera escapado con Brian. Conocía a Brian Fraser y sabía que era el hombre adecuado para ella. –Padre, no cometas ese error por mí. Por favor. –ambos se miraron a los ojos. La mirada d Mairi era tremendamente dura y obstinada. –No te dejaré hacerlo. Iré hasta Londres si es necesario para evitar que hagas algo así. Ya no tiene sentido... -el abrazo se volvió mas intenso entre padre e hija. –En cuanto a la dote... Que se la quede y ojalá la gaste en medicinas y sortilegios para su superstición. La ultima vez que... Bueno, la ultima vez lo maldije, lo maldije con todas mis fuerzas y salió huyendo como un ratón asustado. No volvió a tocarme. No la última semana hasta mi boda con Blair... -miró a su esposo y sonrió, deshaciendo el abrazo con su padre y arrojándose a sus brazos, para, sin vergüenza ninguna, darle un beso apasionado y amoroso. MacRannoch parpadeó sorprendido. Ella se volvió a mirarlo. –Le amo, padre. Has elegido bien. Amo a este hombre y él a mí... Y sé que es verdad todo lo que te ha dicho. El me protegerá, lo hará bien. Y yo también aprenderé a protegerme. –los dos hombres la miraron sorprendidos. Ella miró a su marido, decidida. –Creo que lo primero es hacerme con un "sgian dubh", como Ellen. –sonrió a Blair. –Luego, "mo ghràidh" (amado mío)... -lo volvió a besar, esta vez, suavemente. –Me enseñarás a luchar. Quiero saber usar la espada tan bien como uso la aguja...
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LAS PERLAS Y EL JABALI (FANFIC DE OUTLANDER)
FanfictionEllen Mackenzie y Brian Fraser jamás podrían enamorarse, pero un hecho terrorífico y fortuito los lleva a fugarse juntos del castillo Leoch, forzar su boda, consumarla y hacer nacer un amor que duraría todo el tiempo que Ellen habitara en esta Tierr...