La noche había caído y entre las montañas era helada y espesa. Ellen trataba de mirar mas allá de la oscuridad que los rodeaba. La luna estaba nueva en el cielo y tan solo podía confiar en la vista de "Rionnag", para que la yegua no se saliese del camino y aquello la disgustaba sobremanera. Detrás, siempre cubriendo su retaguardia, iba Brian, quien parecía tener vista de gato en la oscuridad. Se volvió a mirarlo y el le sonrió inmediatamente. La había visto perfectamente, cuando tan sólo ella podía distinguir su silueta. Se sintió aun mas disgustada.
Notó como la pendiente empezaba a bajar y se abría un claro lleno de árboles y arbustos. De repente notó como su yegua comenzaba a cojear y le hizo a Brian una seña con la mano en la oscuridad, antes de detenerse y alzar la pata de "Rionnag", para inspeccionarla. –" ¡Càrn mòr!" (¡Puta mierda!) –imprecó lo suficientemente fuerte como para hacer levantar el vuelo a una pequeña bandada de aves que dormían en un árbol cercano. Brian se acercó riendo ante el uso tan libre que tenía su esposa del vocabulario. Se miraron en la oscuridad, sobre la pata de la yegua. -¡Ha perdido una herradura!
-Ya veo. –dijo Brian con paciencia. Adoraba a su mujer, pero sabía que era tan terca como él y no quería discutir con ella. Ya habían tenido algunas verdaderamente volcánicas. Ambos eran dos fuerzas de la naturaleza en todos los sentidos. Aprovechó el momento para darle un cálido y fugaz beso que los dejó con un agradable y expectante hormigueo en los labios. –Tendremos que acampar aquí mismo y por la mañana buscar un refugio. –calló durante un momento. –No contaba con esta eventualidad... Bajaré al pueblo, para llevar a "Rionnag" al herrero y que le pongan una herradura nueva...
-Iremos... -concluyó Ellen con decisión. Después de todo era su yegua. Brian iba a replicar, cuando, en vez de hacerlo, se tiró en plancha encima de su mujer, haciendo que ésta perdiera el resuello al golpear el suelo. Ambos oyeron el silbido de una flecha.
-Bandidos... -susurró Brian en su oído. Vio como ella asentía con la cabeza y con trabajo, bajo su cuerpo, una mano se movió hacia la empuñadura de su espada. La vista de Ellen ya se había acostumbrado lo suficiente a la oscuridad como para ver que tanto ellos como los caballos se encontraban rodeados de siluetas. Cinco o seis personas, tal vez siete, pero no mas. En aquella ocasión, debería guiarse por los movimientos de Brian. Afortunadamente, su hermano Dougal la había enseñado a luchar con los ojos vendados.
-"Dinna fash lassie" –susurró Brian en su oído, haciéndole cosquillas con su aliento y poniéndose en pie de un salto, dejándola en el suelo con la cara roja de furia, pensando en donde se podía meter su marido aquella frase. Que no se preocupase... Estuvo a punto de echarse a reir ante lo lo ridículo de aquello, solo que otra flecha pasó junto a su oreja y escuchó a sus espaldas el desesperado relincho de "Rionnag", cuando ésta se clavó en sus cuartos traseros. –"Ah no, mi yegua no... ¡Ni pensarlo!" –se levantó, rápida como una "bean-shìdh" (Banshee, bruja malvada de las leyendas escocesas cuyo grito puede ser mortal), e igual de furiosa, con la espada y el puñal desenvainados y el cabello al viento. La caída inesperada de Brian había mandado su sombrero y su peinado a hacer puñetas, pero eso no la desanimaba en lo mas mínimo.
El primer bandido cayó sobre ella de improviso. Su apestoso aliento a ajo lo delató un instante antes de que su puñal se hundiera en su pecho limpiamente. Pasó entre sus costillas tan fácilmente como si fueran de mantequilla y llegó a su corazón, partiéndolo en dos, como el haggis para el desayuno. Ellen apenas reparó en ello en el fragor de la refriega. Vio tres bultos mas de su lado y otros tres del de Brian y otros dos ya en el suelo. Era un combate desigual, pero entre bandidos, ¿cuál no lo era?. Dejó de pensar cuando el siguiente hombre se abalanzó hacia ella con un hacha, que ella paró limpiamente con su espada. Este era grande y fuerte, pero ella también lo era y tras un breve forcejeo, se fue al suelo, pasando por debajo del mugriento kilt de aquel hombre, aprovechando el impulso para cortar con el puñal el tendón de su corva y dejarlo incapacitado y aullante sobre el suelo.
Con el rabo del ojo vio que su marido estaba también en el suelo, tratando de esquivar los hachazos de una mole calva de casi dos metros y por lo menos ciento cuarenta kilos de peso. Intentó ponerse en pie para ayudarle, pero el hombre al que acababa de herir, la agarró firme y dolorosamente del tobillo, clavándole de paso la "sgian dubh" en él y empezó a tirar de ella hacia sí. Ellen lo resolvió pronto y sin pensar. Clavó firmemente su espada en el ojo del forajido y en seguida su presa se aflojó sobre su tobillo, pero su pequeña y querida arma había hecho daño suficiente como para hacerla cojear. Cosa que hizo en dirección a Brian, que dejaba inerte al último bandido que había por su lado, con un certero tajo de su espada, que lo dejó casi decapitado y al hacha, inservible en el suelo.
El aire volvió a salir de sus pulmones cuando otro hombre volvió a tirarla al suelo a medio camino, haciéndola perder su espada en el embate. Intentó defenderse con el puñal, mientras sigilosamente, con la otra mano, trataba desesperadamente de llegar a su pequeño cuchillo. Pero la corpulencia del hombre y el hecho de que le estaba presionando cruelmente la garganta, le impidieron hacer lo que pretendía. Notó como su puñal se hundía en un costado del bandido, pero era una herida superficial, había notado como el arma daba contra las costillas de aquel tipo y había quedado enganchada en ellas. Un débil "gñññññññññññññññ" salía entre sus dientes apretados, mientras empezaba a ver puntitos negros entre la oscuridad que los rodeaba y desesperadamente trataba de llegar a su bota, mientras aporreaba al tipo con su otra mano libre, con el mismo resultado que si aporrease al aire.
ESTÁS LEYENDO
LAS PERLAS Y EL JABALI (FANFIC DE OUTLANDER)
Fiksi PenggemarEllen Mackenzie y Brian Fraser jamás podrían enamorarse, pero un hecho terrorífico y fortuito los lleva a fugarse juntos del castillo Leoch, forzar su boda, consumarla y hacer nacer un amor que duraría todo el tiempo que Ellen habitara en esta Tierr...