Un silbido de admiración se oyó a sus espaldas y Ellen no pudo reprimir una sonrisa de triunfo. Brian la miraba otra vez con la boca abierta. Murtagh, con el ceño fruncido. Fue el que volvió a hablar. –Sabes que esto no va a olvidarlo, ¿verdad?.
Ella asintió con la cabeza y se dedicó a terminar su desayuno en silencio. Brian sólo se atrevió a tomar brevemente su mano cuando Murtagh fue por los caballos, mientras le susurraba al oído. –Mi bella dama, eres realmente valiente... -y ella se reía por lo bajo, tanto por el halago como por el roce de su respiración contra su cuello, que le hacía cosquillas, pero pronto volvió Murtagh y los encontró recatados y modosos, como si entre ellos no pasase nada. El joven volvió a fruncir el ceño y sus labios se redujeron a una línea entre su barba oscura, pero no dijo nada.
Entonces sonó el bramido del cuerno, llamando a los cazadores y dio comienzo la batida. Hombres a pie se desperdigaron rápidamente por todo el bosque, dando gritos y batiendo con palos sus escudos y rodelas, para llamar la atención de los animales y así poder cazarlos.
Para el mediodía llevaban cazados ya una docena de gamos, ciervos y pájaros de todas clases, pero ningún jabalí. Pareciera que hubieran olido el peligro y andasen escondidos. Desde luego los novios tendrían un magnifico banquete de bodas con tanta carne, que estaba siendo llevada en carretas a Leoch, donde serían destripados y cocinados.
Se pusieron en marcha otra vez, Ellen siempre custodiada entre Murtagh y Brian, pero en un recodo del camino, Murtagh se adelantó, pues había escuchado un ruido entre los árboles. Brian y ellen siguieron su camino en busca d caza. De pronto el camino se estrechó entre la montaña y un pequeño barranco, Ellen y Brian tenían que ir en fila india sobre sus monturas, apenas había sitio para que los dos caballos pudieran ir al par, así que optaron por seguirse el uno al otro. Brian iba intranquilo, cubriendo la retaguardia de su amada, cuando, en un recodo del camino, otro caballo los estaba esperando. El jinete llevaba oculta la cara con un pañuelo negro y tocado con una boina gris al estilo escocés, pero Brian, reconoció enseguida, que quien se le ponía delante sin poder evitarlo, no era otro que Dougal MacKenzie. Su peculiar tono de pelo lo delataba.
Entonces comenzó la persecución. Ellen se percató del peligro cuando unas manos trataron de alcanzar su cintura para hacerla caer del caballo y vio a un desconocido a su lado, con el caballo a su altura en aquel estrecho y peligroso camino. Un par de empellones del otro caballo a su yegua, dejaron bien claro que la intención del desconocido era hacerla rodar por el barranco. Entonces lo miró mas fijamente y reconoció el cabello y los ojos de su hermano Dougal. Así que había llegado el momento. Tendría que demostrar sus dotes de amazona avezada si no quería despeñarse y morir. Volvió la vista atrás y vio como el caballo de Brian se ponía a su grupa y él le estaba gritando. -¡Salta! –mientras abría sus brazos, soltando las bridas del animal. Ellen no se lo pensó. Soltó los pies de los estribos y se puso de pie sobre su montura, como siglos después harían las artistas de circo y sin pensar, saltó sobre el caballo de Brian, quien la cazó al vuelo y la colocó delante de él, sosteniéndola por la cintura con una mano, mientras volvía a recuperar las riendas con la otra. Con ansiedad suprema, Ellen vio como "Rionnag", se despeñaba barranco abajo. Después tendría que volver a ver si su yegua seguía viva. Odió con intensidad en aquel momento a Dougal, más, por causar posiblemente la muerte de su adorada yegua, que por tratar de matarla a ella. Entonces sonó un disparo a lo lejos, mientras Dougal se alejaba al galope con un bramido de frustración y entonces sonó el sonido del cuerno. El jabalí había sido abatido.
Brian detuvo lentamente su caballo y desandó sus pasos, bajando el barranco en zigzag, a pie, para comprobar el estado de la yegua. Esta, afortunadamente, había caído en una cuna de musgo y hojas, tan alta que había amortiguado el golpe. Ellen ató el caballo de Brian a una rama y lo siguió zigzagueando, barranco abajo, con el corazón en la boca, por la ansiedad de saber como estaba su yegua. A mitad de camino, se detuvo al ver como Brian venía hacia ella con "Rionnag" de la brida. Estaba intacta, no tenía ni un rasguño. Gracias a Dios. – "I Dhia" (¡Dios mio!)–gritó ella antes de correr hacia su montura y abrazarse a Brian, como a una tabla de salvación. –¡Mi yegua esta bien!¡Los dos estais bien!. –suspiró con alivio, enterrando su rostro en la levita de cuero de él, quien la abrazó con una mano con toda la fuerza que pudo.
-¡Maldito bastardo!¡Ha intentado matarte!¡Eres su hermana, por el Amor de Dios!¡¿Es que está loco?!¿Están todos locos en este maldito castillo? –gritó Brian sin poderse contener, con los ojos muy abiertos y temblando de rabia.
El primer impulso de ella fue echarse a reir, pero en cambio, lo miró muy seria. –Ten cuidado con lo que dices Brian Fraser. Si insultas a la madre de Dougal, llamándolo bastardo, estás insultando también a la mía... -Brian pareció volver en sí con aquellas palabras de advertencia y le pidió perdón en voz baja, aún no podía creer aquello. –Además. Dougal es el Jefe de Guerra y una de sus obligaciones es cumplir las órdenes de su señor. Me dan ganas de darle de bastonazos en las piernas a Colum hasta destrozárselas de nuevo. ¡Tantos años cuidándolo para esto! –miró a su enamorado con furia y pena en sus hermosos ojos acerados. –Brian, llevame pronto de aquí o te juro que terminaré matándolos a los dos...
Brian rió a carcajadas a su pesar, por la ocurrencia y la ciñó aún mas por el talle, la ayudó a montar su yegua, antes de que pudiera replicarle. La llevó de la brida hasta donde estaba atado su propio caballo y montó también. Le acarició una mejilla con su mano enguantada y ella apretó el rostro contra su mano. Milagrosamente no había perdido ni la redecilla, ni el sombrero. Jewel sabía hacer maravillosamente su trabajo. Cuando pudo hablar, la voz de Brian era tan solo un susurro. –Anda, volvamos al castillo. Seguramente los cazadores ya estarán de vuelta para celebrar la caza del jabalí. –volvió a mirarla intensamente. –Te juro, "Mo chridle", que esta noche, seremos libres...
Con un asentimiento de cabeza por parte de Ellen, ambos volvieron grupas, camino de Leoch.
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LAS PERLAS Y EL JABALI (FANFIC DE OUTLANDER)
Fiksi PenggemarEllen Mackenzie y Brian Fraser jamás podrían enamorarse, pero un hecho terrorífico y fortuito los lleva a fugarse juntos del castillo Leoch, forzar su boda, consumarla y hacer nacer un amor que duraría todo el tiempo que Ellen habitara en esta Tierr...