52. AMOR Y MUERTE pt. 1

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Un horizonte plagado de montañas se alzaba ante ellos. Habían cabalgado varias jornadas sin parar, alojándose tan solo una noche en una vieja posada. El resto durmiendo al raso, bajo una improvisada carpa que Brian montaba cada noche y desmontaba por la mañana, al amor del fuego que conseguían hacer, siempre abrigados en lo mas profundo de algún bosque. Pero aquella noche, tan solo había una vastedad infinita ante ellos, cubierta de brezo.

-¿Dónde vamos a acampar? –preguntó Ellen a su marido con una luz de duda en los ojos. Y amor, no habían parado de hacer el amor ni un segundo que habían tenido para hacerlo. Sobre la hierba, sobre el brezo, encima de la capa de ella, en un arroyo donde pudieron lavarse las cabezas, después del episodio del whisky en su noche de bodas, bajo la manta en la carpa en el bosque. Pero estaban tan cansados al final del día que lo hacían de forma lánguida y perezosa. Siempre con la artemisa de Ellen en su interior. Era disciplinada en eso y aún no había llegado el momento de quedarse embarazada.

-Tendremos que seguir cabalgando esta noche, "Bean bhrèagha" (esposa hermosa). –la miró como apretaba los dientes, pero no decía nada. –Me hace la misma gracia que a ti, pero no tenemos otro remedio. Tras las colinas, -Ellen lo miró sorprendida porque llamase colinas a aquellas montañas escarpadas. –Hay un bosque tupido y allí nos podremos resguardar. Conozco algo esta zona. Aunque no es territorio Fraser, he venido alguna vez a cazar con amigos... -le sonrió, conspirador. –Tengo amigos MacKenzies, como tengo amigos en otros clanes. Y me han invitado a sus cacerías en alguna ocasión. –alargó el cuerpo hacia la yegua de ella y Ellen, sabiendo lo que quería, se alargó también, para darle el beso que mudamente le estaba pidiendo, tan dulce y apasionado que los dejó excitados y con ganas de mas. pero esa noche iba a ser dura, tendrían q cabalgar y pasar las montañas para llegar al prometido bosque de Brian. Con un tirón de las riendas, puso en marcha a "Rionnag" en silencio, sonriendo a Brian, dándole a entender que confiaba ciegamente en él.


La capilla de Leoch estaba en silencio. La solemnidad se respiraba en cada una de sus piedras. Y estaba llena a rebosar de todos los Fraser y MacKenzies que hacía un par de días festejaban una boda y hoy acudían a un funeral. El ataúd cerrado de Morwan se encontraba ante el altar y el sacerdote de cerúlea cabeza que había casado a Ellen y a Brian aunque, ni cortándole la cabeza conseguirían que lo recordase, de tan perjudicado como estaba aquella noche; esperaba con la solemnidad que se esperaba de él; que los importantes fieles que ese día llenaban la capilla, terminasen de sentarse, para empezar la homilía.

De repente un grito desgarrador se escuchó en el primer banco. Era la madre de Morwan, que se puso en pie y salió corriendo pasillo abajo hacia una figura que entraba en ese momento en la iglesia. Para muchos de los que asistían al sepelio, era la primera vez que la escuchaban hablar. La mujer estaba tan dolida y furiosa, que lo hacía en gaélico.

-"Murtair! A 'fanaid cruidh fala mar a tha thu! Ciamar a tha thu misneachail a bhith gad thoirt a-steach an seo, bidh thu a 'seasamh bastard? Aig tiodhlacadh a 'bhràthar mharbh thu! Am mac a thug thu uamsa! Falbh! Falbh! Thig a-mach! Tha thu air do mhilleadh agus dhan fhear a tha thu air a ghabhail mar bhean, oir tha i duilich agus tha fhios agad ...! Tha thu a 'call dhà! Tha mi gad mallachadh, tha mi an dòchas gun òraich thu gall agus ithidh tu feòil gun chùram! Dh'fhàg thu mi gun mo mhac! Agus is cinnteach gur tusa cuideachd an neach a rinn am fear eile ann an Calilentacamas a 'dol à seall...!

-(¡Asesino!¡Hijo de una ramera de sangre tan sucia como tú!¿Cómo tienes el valor de presentarte aquí, desgraciado bastardo?¡En el entierro del hermano que has matado!¡Del hijo que me has arrebatado!¡Vete!¡Vete!¡Fuera!¡Malditos seais tu y la ramera que has tomado como esposa, porque es una ramera y lo sabes...!¡Malditos seais los dos!¡Yo os maldigo, ojalá bebáis hiel y comáis carne putrefacta!¡Me has dejado sin mi hijo!¡Y seguro que has sido tú también quién ha hecho desaparecer a la otra ramera calilentacam...!)

Un fuerte apretón en el brazo de su marido la hizo callar a tiempo. Lovat alzó la cabeza hacia Blair. –Será mejor que te vayas. No es el mejor sitio para que aparezcas. –vio con el rabillo del ojo como Sir Marcus MacRannoch se había puesto en pie y su mano descansaba sobre el pomo de su espada, tras escuchar los insultos y maldiciones contra su hija. –Llévate a tu mujer a "Uisge Soilleir" y no quiero volver a veros a los dos en el resto de mi vida. Te he salvado el culo, –siseó –solamente porque no estamos en Beaufort. Pero jamás se te ocurra volver al castillo. Te mantendrás tú y tu familia –torció el gesto con ironía. –con las rentas de tus propiedades. No obtendrás un solo "dram" mas de mí... -se volvió para sentar a su mujer en el primer banco. La dama no dejaba de llorar espasmódicamente. Iba a sentarse el también cuando escuchó la voz de Blair a sus espaldas.

-Recuerda tu también lo que te dije ayer, padre. –alzó la voz lo suficiente como para que lo oyesen todos en la capilla. –Tú tampoco te acerques a mi casa o puede que no salgas de ella... -tras esta última amenaza, se volvió y salió de la iglesia con la cabeza gacha y la mano en la empuñadura de su espada. Todos empezaron a hablar a la vez. MacRannoch frunció el ceño, diciéndose que tendría que hablar después con el joven matrimonio. Esa mañana había estado viendo a su hija, reprendiéndola por no haber esperado a la noche de bodas como todo buen padre debía hacerlo. Pero algo le decía, que detrás de todo aquel asunto había algo más y debía averiguarlo antes de que la pareja se marchase.

Cuando terminó el sepelio y los dolientes salieron tras el ataúd, llevado a hombros de soldados Fraser designados por Lovat. Morwan no había tenido un amigo en toda su vida, una figura los contemplaba a lo lejos. Era Blair, que sentía que a pesar de que lo hubiesen echado de la capilla, su deber era asistir al entierro de su hermano. Al fin y al cabo lo era, medio hermano, pero hermano y sangre, al fin y al cabo... Vio como el ataúd era bajado a la fosa, en cuya cabecera ya había una sencilla lápida con forma de cruz celta, suministrada a toda prisa por Colum MacKenzie; con el nombre y fechas de nacimiento y muerte del finado. Vio como la tierra cubría aquel cuerpo, que tan solo había causado mal en su vida y, a pesar de todo, una lágrima furtiva resbaló por su mejilla. No pudo evitar pensar, que si esa lápida hubiera sido la suya, su nombre hubiera sido mucho más fácil de esculpir por el picapedrero. Era mucho mas corto. Cuando el sacerdote concluyó sus oraciones y todos empezaron a retirarse, Blair MacIntyre Fraser, dio media vuelta sobre sus talones y volvió hacia el castillo. Con su esposa. Tenía un largo viaje que emprender en su compañía.



LAS PERLAS Y EL JABALI (FANFIC DE OUTLANDER)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora