51 RUMDO A DYSART pt. 3

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Mairi abrió los ojos, totalmente desorientada y tan mareada como si se encontrase en un barco en mitad de una tempestad. Miró hacia su derecha y vió a Blair, quien la miraba con tal ansiedad, que se le encogió el estómago. Ambos estaban en la cama de su alcoba nupcial, vestidos solo con camisas limpias. Vio como los brazos y el pecho de Blair estaban llenos de sanguijuelas y entonces se miró a si misma y se vio cubierta por aquellos asquerosos animales también, que se alimentaban golosamente de su sangre y se sintió débil, muy débil.

-¿Qué ha pasado? –preguntó a su marido, que la seguía mirando como alelado. Pero Blair no pudo responder, pues la puerta del dormitorio se abrió sin llamada alguna y entró Letitia, acompañada de un hombre de rostro como de pergamino y de un joven de unos quince años, tan serio y callado como su padre.

-Veo que por fin habéis despertado. –dijo alegremente la castellana de Leoch, enfundada en un lujoso vestido de brocado verde musgo, con cuello y mangas de encaje y corsé de color aguamarina, liso, contrastando con el estampado de la tela, peinada como si fuese a asistir a un Baile Real, como era su costumbre y enjoyada como si efectivamente, ese evento fuera a suceder. Se inclinó sobre Blair, tocando una de las sanguijuelas, que se enroscó sobre su brazo y apartó el dedo con cara de asco. Suspiró y volvió a los pies de la cama, donde los dos hombres esperaban pacientemente a que su Señora, los presentase.

-Este es Davie Beaton, el médico del castillo. Afamado miembro del clan Beaton de médicos sanadores. –señaló con la mano al muchacho. –Y este es su hijo y aprendiz, el joven Davie, también... -ambos hicieron una reverencia y procedieron a quitarles las sanguijuelas en silencio, mientras Letitia seguía parloteando. –Blair, has sufrido un desmayo, debido probablemente al horrible suceso que has tenido que vivir. –lo miró aparentando horror y conmiseración. –Debe ser horrible que tu propio hermano pierda la cabeza e intente matarte. Morwan estaba inconsolable por la desaparición de Robena. –se enroscó un mechón rojizo de cabello en sus dedos, dándole vueltas distraídamente, mientras hacía pucheros con la boca, como queriendo concentrarse. Era una coqueta, lo sabía y sacaba provecho de ello en cualquier ocasión. –Enloqueció y te atacó. Al menos eso nos ha contado tu padre... Y te viste obligado a matarle para salvar su vida y la tuya, claro. –Mairi y Blair se miraron mutuamente. Sabían que Lovat exigiría un pago por su silencio y porque Blair no terminase bailando al final de la cuerda de la horca. Pero Letitia seguía ocupada consigo misma, mientras los Beaton ponían los tapones de cera de abeja alrededor de los potes donde las gordas sanguijuelas flotaban mansamente en agua del río.

-Tú, querida... -Letitia compuso un rostro convenientemente compungido. –"Mo nighean bhrèagha" (mi bella niña), has sufrido un aborto espontáneo, por el susto que has pasado al ver a tu marido ensangrentado y cayendo al suelo desmayado... -pestañeó con inocencia, sin dejar de enroscarse el mechón de pelo en el dedo. –Al menos eso ha dicho la partera, cuando te ha atendido. No ha encontrado nada, solo sangre, pero tu matriz estaba distendida, como cuando existe un embarazo. Estabas de muy poco tiempo, ¿verdad "a leannan"?. –sonrió con picardía, blandiendo un dedo hacia ellos en forma de irónico reproche. –¡"Clann dhona"! (niños malos)¡Habeis sido muy traviesos!¡Ni siquiera pudisteis esperar a la noche de bodas!... –esta vez su rostro cambió al de una conspiradora a punto de soltar un jugoso chisme. –No os culpo –susurró. –Yo tampoco pude esperar a mi noche de bodas... -un oportuno rubor subió a su rostro, junto con una risita tonta que tapó con su mano, como si fuera algo prohibido y excitante. Lo que no dijo, fue que no pudo esperar a acostarse con Dougal, no con Colum, como hubiera pertenecido.

Mairi estaba muda por la sorpresa. No había niño. Ya no había niño. Por unos momentos sintió una indescriptible alegría, al saber que no había nada de Lovat en su interior, pero casi al instante, la alegría se volvió tristeza al darse cuenta de que también había perdido a su hijo, carne de su carne, sangre de su sangre. Sintió como la mano de Blair aferraba la suya para confortarla, mientras las lágrimas resbalaban lentamente por sus mejillas.

LAS PERLAS Y EL JABALI (FANFIC DE OUTLANDER)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora