Las nubes adornaban el cielo y le quitaban el protagonismo al sol, el enorme campo colmado de arándanos y brezos terminaban de pintar el hermoso paisaje haciendo que el panorama se volviera un completo éxtasis visual.
Las residentes del convento Garden of the lords* estaban acostumbradas a las hermosas mañanas que la naturaleza siempre les regala.
En el día las hermanas se dirigían a la iglesia con todas las doncellas—desde la más pequeña hasta la que se encontraba en la plena flor de su juventud—para rezar y escuchar las palabras del señor.
En el convento eran recibidas niñas huérfanas, sin hogar, humilladas o exiliadas por la estricta e inflexible sociedad londinense. Era segunda oportunidad para las mujeres marginadas víctimas de la severa discriminación.
El día siempre era cálido. Pero cuando llegaba la noche, cuando la luna se apoderaba del cielo y la oscuridad yacía sobre el convento. Las doncellas practicaban artes prohibidas de manera clandestina y que de enterarse la sociedad londinense, sería un completo escándalo.
Desde niña se enseñaba a las mujeres a practicar con espadas, armas y a defenderse con su propio cuerpo. Eran entrenadas para utilizar la fuerza del oponente a su favor y eran instruidas en materias que estaban prohibida para sus ojos: política, filosofía, economía. Ramas que ninguna mujer tenía derecho de estudiar y que serían objeto de repudio si se le viese haciéndolo.
El convento era un lugar fundado y dirigido por las Hermanas Wilson. Hermanas que tenían la visión de cambiar las reglas de la sociedad que se esmeraba en pisotear a la mujer. Entrenaban a espías que servirían para domar al hombre empecinado en despreciarlas. Lo controlarían desde las sombras y la clandestinidad para obtener poder y control.
Eran patrocinadas por burguesas extranjeras, Demimondaines y Nobles viudas que buscaban poner la balanza a su favor y librarse de un yugo que se esmeraba en oprimirlas a una vida de “hogareñas” excluyéndolas de placeres que solo los hombres podían obtener.
La primera generación de espías practicaba con esmero y esperaba con ansias la oportunidad de poner en práctica todo lo aprendido.
Eran cinco hermosas jóvenes, cada una diferente a la otra tanto en personalidad como en apariencia, pero con la misma malicia y ansias de poder tener el mundo en sus manos. De día recibían educación de Ladys mientras en la noche recibían la educación de un Lord. Eran expertas en el engaño y la manipulación y con el firme sueño de cambiar el mundo.
—Señoritas, la hermana Zara solicita su presencia— Las cinco jóvenes asintieron obedientes y siguieron sus pasos.
La Hermana Zara Wilson se encontraba arrodillada sobre el asiento y con un rosario en mano musitando en voz baja el padre nuestro.
—Hermana— la mujer de avanzada edad se volteó y al verlas sonrió con ternura.
Estaba orgullosa de lo que había logrado. Tantos años de dedicación habían dados sus gritos en cinco bellas mujeres que cambiarían la historia de Londres.
Jasmine, Adele, Ivy, Agnes y Úrsula causarían estragos, tres de ellas en sus debuts y las otras dos desde en los adentros del hospital y del congreso.
Guardó su rosario y se acercó a ellas con las manos entrelazadas.
—Bien saben que su entrenamiento ha terminado y es hora de emprender el camino que nos hemos trazado. Si bien es cierto que han aprendido desde el arte de usar correctamente un cubierto hasta el arte de usar correctamente un arma, él único arte que las llevara a la cima serán las amatorias. Al salir de aquí no olviden usar todos sus encantos y armas de seducción para tener un hombre a sus pies y usarlo a su antojo para los bienes comunes de la organización. La temporada comienza en unas semanas y presentaremos solo aquellas que tengan sangre de la nobleza; Úrsula, Agnes y Jasmine. Todas serán llevadas por la Duquesa viuda de Aberdeen y se harán pasar por sus sobrinas lejanas.
Úrsula escuchaba a la hermana Wilson extasiada. Sabía muy bien cual era su misión. Había esperado toda su vida para cobrar venganza y no podía imaginarse la hora en que recobraría todo lo que por derecho le pertenecía.
Cuando era niña su padre tuvo un amorío con una Baronesa viuda que había sido su amor de juventud pero por razones económicas tuvo que olvidarla para extraer matrimonio con su madre y obtener una cuantiosa dote. Cuando su amor se reavivó el Conde de Rutland hizo todo lo posible para deshacerse de su esposa. Le pagó a unos mercenarios para asesinarla mientras iba en un paseo en carruaje e hizo de las suyas para deshacerse de todas las pruebas que lo inculparan asegurando que su esposa se había fugado con su amante pero que murió en el intento. La madre de Úrsula, la condesa de Rutland logró sobrevivir. Fue rescatada por unos campesinos y llevada a un convento, donde meses después se enteraría no solo de su prestigio arruinado sino también de la boda de su esposo con su amor de juventud.
La cólera y la indignación de la condesa fueron indescriptibles, más cuando llevaba en su vientre a una criatura ajena a las maldades de su progenitor. Para mas inri, las hermanas del convento habían descubierto que la Baronesa viuda había creado una historia fantástica donde aseguraba, el hijo que tenía no era de su fallecido esposo sino del Conde de Rulantd, Lord Beaumont.
Londres se escandalizó pero pronto Lord Beaumont se hizo responsable y le heredó el condado, que era mucho mejor a un título de Barón. La aristocracia olvidó lo sucedido con el pasar de los años, pero la que nunca pudo olvidar fue Úrsula.
Úrsula llevaba desde su nacimiento un resentimiento y odio hacia su padre y la nueva condesa que fue incrementando con cada frío invierno sin su madre, que se había suicidado cuando apenas y había mudado su primer diente de leche.
—¿Están listas para debutar?— preguntó la hermana.
—Yo no puedo esperar para bailar en los salones con guapos y torpes marqueses— expuso Jasmine mientras danzaba, imaginando que la capilla era uno de aquellos salones. Era una joven soñadora y risueña que le encantaba romper las reglas.
—¿Por qué no mejor Adele y yo intercambiamos papeles? No quiero pertenecer a la nobleza, es aburrida— comentó Agnes.
—Adele no pertenece a la nobleza, sus intereses no tienen nada que ver con ella. En cambio los suyos si, cada una de ustedes tiene un papel que cumplir, una lección que enseñar y una diferencia que marcar. ¿No es así Úrsula?... ¿Úrsula?
—Dígame hermana— respondió distraída Úrsula, quien andaba sumida en sus oscuros pensamientos.
—¿Acaso cada una de ustedes no tiene cuentas que saldar?— inquirió la hermana.
Úrsula se quedó viendo un punto fijo.
Cuentas que saldar.
El condado de Rutland le pertenecía a ella, fuese o no fuese mujer, era la legítima hija del conde de Rutland, la sangre de los Beaumont corría por sus venas y no por la de aquel intruso. Cobraría venganza en nombre de su madre y destruiría a su padre y a toda su familia.
Incluyendo al bastardo.
—Por supuesto Hermana Wilson, todas tenemos cuentas que saldar.
*Jardínes del señor.
Comencé a escribir sin parar y ahora veo que está saliendo el sol.
Esta nueva novela es un reto para mi ya que nunca he escrito generos históricos pero siempre me ha encantado así que aqui traje esta Ficción-Histórica. Trataré de publicar cada tres semanas mientras estoy en clases y si puedo hacerlo antes, lo hago.
¡Besos!
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ÚRSULA (SAGA:Feme Fatale #1)
Historical FictionEn una época donde la mujer vale menos que el hombre. Úrsula junto a sus amigas buscan darse paso entre el poder a través de la manipulación y el arte de la seducción. Luego de pasar la mitad de su vida preparándose, finalmente a Úrsula se le presen...