Capítulo XXXV

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—¿Qué estás diciendo?— cuestionó enojado—. No puedes jugar con algo como eso, Bari.

—¿Acaso he jugado alguna vez con un tema tan serio como este?.

El conde miró hacía todos lados sin saber cómo reaccionar.

—¿Estás diciendo que Úrsula es fruto del amorío que Madeleine tuvo?.

—Nunca dije eso. Úrsula es fruto del amor entre usted y lady Madeleine.

—¡¿Te has vuelto demente?!— inquirió enojado—. ¡Lady Madeleine murió en un accidente de carruaje!. ¡Si hubiese estado embarazada antes, lo hubiese sabido!.

—Lady Madeleine no falleció en ese accidente. No sé muy bien cómo ocurrieron las cosas. Pero Lady Madeleine terminó en un convento entre la demencia y la cordura con pocas semanas de embarazo. Úrsula se crio en ese convento con la idea de que usted había sido el causante de su muerte. Así que ideó un plan para vengarse de usted y de nosotros.

Patrick no podía creer lo que oía. Estaba anonadado.

Tenía una hija. Una hija de su Madeleine. Ni siquiera le importaba las últimas palabras de Bari. ¡Tenía una hija!

—Necesito verla ahora. Quiero comprobar que todo lo que dices es cierto. Debo aclararle todo.

—No puede hacer eso.

—¡¿Por qué?!— preguntó rebasado por todo lo que sentía.

Bari lo comprendió. Era una noticia difícil de digerir, más para un hombre que se había lamentado toda su vida de la muerte de la mujer que amaba.

—Úrsula se ha ido.

—¿Qué?.

—Padre, no puedo contarle toda la verdad ahora. Pero necesito que me ayude a encontrarla. Úrsula está embarazada y herida. No quiero que termine como su madre, no quiero que se haga daño por un malentendido.

El corazón de Patrick se marchitó al escucharlo. Era como estar viéndose a él mismo hace veintidós años.

Desesperado, con el alma en vilo en busca de su esposa.

Pero ahora con su hija.

Recordó las sonrisas de Úrsula. Sus ojos anhelantes la primera vez que bailó con ella y la llevó al altar. La sonrisa y las palabras que le daba cada vez que trataba de animarlo.

—Milord, le he traído estás galletas— tendió la caja blanca, sonriéndole emocionada.

Patrick tomó la caja negando con la cabeza. Aunque la caja estuviese cerrada podía oler las galletas.

—Te he dicho que puedes tratarme informalmente, ahora eres parte de la familia.

Vio como la joven agachó la cabeza mientras ocultaba su expresión y cuando la alzó le sonrió apenada.

—Disculpe.

—Descuida, ahora a ver qué delicia me has traído hoy— abrió la caja y tomó una de las galletas para darle una mordida. Sus dientes dejaron de masticar cuando su paladar detectó el sabor que le era conocido—. Estás galletas…¿Tienen manzanilla?— Úrsula asintió.

—Es una vieja receta de mí madre ¿Le gusta?— el hombre asintió conmovido.

Aquellas galletas sabían igual a las de su amada Madeleine. Siempre se las hacía cuando se enojaba con ella, como gesto de disculpa. Al final terminaba sucumbiendo a su sabor y su sonrisa.

Dejó la galleta en la caja y sacudió sus manos. Iba a comérselas poco a poco. Para disfrutarlas

—Tu madre cocinaba muy bien.

ÚRSULA (SAGA:Feme Fatale #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora