Capítulo XIX

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Adele llevó su dedo índice a los labios indicándole que hiciera silencio. 

Alzó su bolso gitano de crochet y lo colocó sobre la mesa de noche con cuidado. Había un foco de luz que Adele observó con genuino interés por su singularidad pero luego continuó con lo que hacía. 

Sacó dos frascos de vidrio; el más pequeño contenía un polvo rojiza, la segunda estaba llena de pétalos entre el amarillo y el naranja, similar a los colores del atardecer y el amanecer. Luego sacó un mortero y otros dos frascos de vidrio azulado con un pequeño recipiente de madera. 

Se quitó todas sus pulseras, tomó los dos primeros frascos y le agregó los pétalos de caléndula en el mortero, prontamente le esparció pimienta de cayena y comenzó a molerlo sumándole tres gotas amarillas de uno de los frascos de vidrio azulado y moliendo hasta hacer una pasta homogénea. Úrsula la veía cuidadosamente, embelesada como le era de costumbre cada vez que Adele preparaba sus medicinas naturales. 

Adele descubrió la herida y luego metió la mano en su bolso para sacar algunos ajos ya machacados y untarlos en el corte suturado, después de aquello tomó la pasta entre sus dedos para regarla por la zona afectada haciendo que Úrsula siseara debido al ardor. 

—Es pimienta de cayena, por eso te arde, pero le agregué unas cuantas gotas de miel con Ananas para que no te irritara tanto— musitó. 

—¿Ananas? 

—Una fruta deliciosa que viene de América, tiene grandes propiedades, le llaman piña, pero los nativos le dicen ananas. 

—¿Fuiste a América? — Adele soltó una risilla que la delató. Úrsula sonrió incrédula sabiendo como era Adele—. Debería presentarse al amigo de Bari, se llevarían muy bien y nunca terminarían de contarme sus viajes por el mundo— Adele terminó de regar la pasta por la herida, guardó el mortero y tapó los frascos con los corchos de madera. 

—Debe ser un hombre sabio. 

—No lo creo, es un díscolo, es similar a un niño pequeño— comentó burlona. Le agradaba, pero el hombre no tenía reparo. 

—Eso lo explica. Mientras más viajas y conoces, más dejas de lado las reglas que te han impuesto, tu mente se abre y conoces la realidad relativa, Úrsula— tapó la herida, besó su frente y le sonrió—. Está listo, con esto la herida cicatrizará en cinco lunas, pero sabes que no sólo depende de tu cuerpo, sino también… 

—De mi mente— completó. Adele asintió. 

—Si tu mente se encuentra en conflicto tu cuerpo se centrará en sanar tus problemas sentimentales y no tus heridas físicas. 

Úrsula se enderezó algo adolorida y alzó el mentón egocéntrica. 

—No tengo ningún conflicto mental— aseveró. 
Adele sonrió. Tomó la pasta sobrante, sacó un frasco vacío y lo echó en el recipiente. Úrsula a veces resultaba ser muy terca. Sensible, aunque no lo admitiera, era la más frágil de todas, pero mucho más fuerte que cualquier mujer ordinaria. Quería demostrar que podía lograr su venganza, mas que a sus amigas, a ella misma.  

—Puedes engañar a todo el mundo, incluso a ti misma, pero sabes muy bien que no puedes engañar a esta humilde gitana— tomó sus manos y las volteó acariciando las líneas de sus palmas—. Como siempre, las personas tienen más de un futuro, tú no eres la excepción. Si quieres ser feliz, debes escoger guiada por tu corazón y no por tu odio— Úrsula se zafó de su agarre a la defensiva.

—Sabes muy bien que mi camino ya está trazado y que mi norte es sólo uno— espetó—. Bari ya ha descubierto mi estado y comienza a sospechar. Debo irme de aquí cuanto antes, robarme sus patentes y encargarme de su madre desde las sombras. Así que lo que sea que pienses, no es real. 

ÚRSULA (SAGA:Feme Fatale #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora