Capítulo XXVIII

1.6K 189 29
                                    

Melanie si estás viendo esto...

Estudia, por favor.

Gracias.

Seguimos.


Abrió sus ojos con dificultad. Aún sentía el cansancio afincado en sus párpados y el cuerpo exhausto. Se levantó y vio contrariada en donde de encontraba. La cama tenía un toldo de cortinas rojas con arreglos negros, era extravagante y algo recargada de cuadros con marco dorado y espejos en el techo. Supo de inmediato que estaba en uno de los cuartos de huéspedes de la mansión de madame Celestine. 

Le echó un vistazo a su brazo, no sentía dolor alguno pero la venda estaba con pequeñas manchas de sangre. Era de día aún así que se dijo que no había estado inconsciente por tanto tiempo. Se dispuso a levantarse y se detuvo cuando notó que había alguien durmiendo en la esquina de la cama. Era tan grande que no lo había notado. No le vio el rostro, pero la mata de cabello largo y negro desparramada en el colchón fue lo único que necesito para adivinar quién era. 

Se lamentó en voz baja e intentó levantarse pero al hacerlo, en el momento menos oportuno comenzó a sentir punzadas en su brazo y plañó debido al dolor. 
La mujer recostada en la cama alzó el rostro apenas la escuchó. 

Preocupación, pena, sufrimiento y cansancio. La mujer más hermosa de Londres y que era un copia un poco más envejecida de Agnesno lo parecía con todas esas sensaciones marcadas tan firmemente en su faz.  

El rostro hinchado debido al llanto, los ojos rojos y las ojeras que casi llegaban a sus mejillas opacaban su belleza más no la desaparecían por completo.  

—Agnes— susurró con la voz rota—, despertaste— sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas. 

Se subió a la cama y gateó hasta ella para rodearla con sus brazos y acariciar su cabello mientras sollozaba. Agnes no se movió, solo permaneció quieta y distante. 

—Creí— su voz se trancó—, creí que te perdería. Sentí nuevamente que te estaba perdiendo, hija mía— su corazón de madre estaba estrujado por el dolor y el temor a perder lo que más preciaba en su vida. 

Agnes colocó una mano en su antebrazo y la separó aún sin acostumbrarse a las muestras de cariño de la mujer. Estaba conmovida, no por  el afecto que le demostraba, sino por qué comprendía su sufrimiento. 

—Estoy bien. Por favor, dígame qué no hizo nada contra él— su madre se limpió las lágrimas y la miró con seriedad. 

—Ese maldito se las va a ver conmigo. 

—No sabe que soy su hija, no se lo tome personal y siga actuando normal con él. No se meta en esto, por favor. 

Madame Celestine la miró enojada. Se había mantenido a raya siempre  con las decisiones que tomaba su hija pero ya estaba cansada de hacerlo. Ahora que era la mujer más poderosa de Londres podía intervenir por ella, podía vengarla sin necesidad de que ella moviera un solo dedo y se expusiera. 

Cuando había ido a consolar a su amiga Lady Margaret no pudo evitar sentir pena por ella. Incluso estaba preocupada por Duncan, después de todo era uno de sus amantes y le había hecho varios favores, además de eso era un joven carismático y agradable. 

Sin embargo, su amiga no tardó en confesarse y decirle deshaciendo en miles de disculpas que el otro hombre no era otra que Agnes disfrazada. Se fue de inmediato sin decir nada y furiosa por qué Lady Margaret no hubiese hecho nada para impedirlo. 

ÚRSULA (SAGA:Feme Fatale #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora