Capítulo IX

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Agnes al ver la entrada de Lord Bari caminó con determinación hasta lady Emily pero alguien la detuvo. 

—Su excelencia— dijo confundida al ver como la duquesa le mpedía lograr su cometido.

—Creo que antes de hacer todo esto debemos decirle a Úrsula que Sir Erick ha pedido cortejarla oficialmente para hacerla su esposa— Agnes se enderezó en su sitio.

Luego de atender a Úrsula, Erick había pedido hablar a solas con la duquesa y con Agnes— por ser el familiar masculino más cercano a Úrsula— y pedirle su mano. Agnes dijo que lo pensaría y se lo comunicaría a Úrsula. Pero nunca lo hizo. 

—¿Cambiaría esa proposición los planes de Úrsula? — preguntó. 

—¡Por supuesto que si!. Eres una jovencita muy inteligente querida, y posees una gran virtud para observar a las personas. Sabes muy bien lo que Úrsula siente por sir Erick y estoy segura que— 

—Justamente porque sé lo que Úrsula sientes no se lo diré— la duquesa la observó estupefacta—, ¿cree usted que Úrsula será feliz casándose y teniendo hijos? . Tal vez sienta algo por el matasano y olvide su venganza por unos meses, ¿pero luego qué? Esto es para lo que Úrsula se ha preparado toda su vida y si no lo hace se arrepentirá y jamás será feliz porque la culpabilidad la atacará y culpará al pobre hombre por eso. Quiero que Úrsula sea feliz, más que usted— habló firme—, pero no lo logrará si no acaba con esta etapa de su vida— la duquesa quitó su mano rendida y con la comisura de sus labios decaídas ante la triste realidad—. Ahora, si me disculpa.

Caminó hasta donde Lady Emily se encontraba, tomó su mano entre la suya y la besó dejando un papel entre sus dedos en donde la citaba en el laberinto. 

Úrsula logró a atisbar entre la gente a Agnes quien asintió en señal de que ya estaba hecho y tragó grueso. 

Con todo el pesar de su alma y sabiendo que tal vez después de lo que sucedería Sir Erick no la vería con aquella ilusión de aquel instante, negó con educación y le sonrió con tristeza. 

—Me temo que me he lesionado el tobillo hace poco y no puedo bailar, excúseme— Erick bajó su mano decepcionado y Úrsula se sintió fatal y con el corazón partido a mil pedazos. 

Olvidarlo todo no entraba entre sus planes, mucho menos perdonar. No dejaría de un lado años de lágrimas, sudores y esfuerzos por un hombre que apenas acababa de conocer. Un hombre que le aceleraba el corazón, si, pero que no podía borrar de su mente y alma el dolor de la pérdida de su madre y la ausencia de su padre. 

—No hay problema, será para la próxima. Sin querer sonar atrevido, ¿me permitiría hacerle una consulta mañana para examinar su tobillo? —las mujeres presentes se abanicaron al oír las palabras que muy bien podrían malinterpretarse y Úrsula fingió ruborizarse tapándose el rostro y bajando la mirada. 

Jasmine soltó una risilla coqueta que se apagó tenuemente al observar pequeñas gotas caer de la barbilla de Úrsula. Usó su abanico para taparle el rostro y volver a reír para desviar la atención de su acto. 

—¡Por todos los cielos Sir Erick, la ha ruborizado por completo— exclamó. El aludido también se sonrojó y entre balbuceos se disculpó. 

Volvió a observar a Úrsula notando que ya estaba recompuesta y apartó el abanico.

—Al menos, ¿me permiten hacerle compañía?. 

—No hay inconveniente Sir Erick— comentó Jasmine—. Lady Amelia me ha comentado de su agilidad y talento para el baile, ¿le molestaría apartar un baile en mi cartilla?, he visto a tantas cojeando por aquí que tengo temor a que mis pies sean torturados o peor aún, que se me mutile un dedo por tanto atentado sufrido hacia él. Usted sabe que amo mis pies más que nada, el rostro hinchado de Lady Úrsula se lo demostró—Erick sonrió por las ocurrencias de la joven y asintió. 

ÚRSULA (SAGA:Feme Fatale #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora