Capítulo XXX

1.6K 194 29
                                    

¡Adivinen quien le trajo dos capítulos hoy!

¡Está bebé de acá!.

¡Adivinen a qué libro le falta tres capítulos para terminar!.

¡A este bebé de aca!.

Yujuuu.

Salut por eso.

Jasmine separó sus labios soltando un gemido que subió el egos de su acompañante pero que no era más que eso, un gemido. No sentía placer alguno al ser penetrada o tocada. Asco. Repudio era lo único que su cuerpo sentía con el tacto de los hombres con los que se acostaba por mero interés. Sin embargo, el fin era más importante que los medios, no le interesaba acostarse con quién fuera con tal de lograr su cometido. 

El hombre treintañero con el que llevaba varias semanas le sonrió egocéntrico y salió de ella para levantarse y colocarse los pantalones. 
Alzó su rostro y las ganas de volver a estar junto a ella se vieron palpitante en su entrepierna. 

Y es que Jasmine era lo más cercano a una diosa, o una ninfa. Desnuda en la cama con el codo afincado en el colchón, la mano sosteniendo su cabeza y su cuerpo de lado con sus rectos y sonrosados pesones apuntando hacía él. La luz de las velas acentuaban sus curvas y sobresaltaban su piel blanca. Su cabello rojizo y rizado caía sobre sus hombros llenos de pecas mientras su rostro, refinado y delicado, lo veían con aquella malicia y juguetonería que lo excitaban. 

—¿Ya se va?— le hizo un puchero mientras acariciaba su pezón izquierdo—. Puede quedarse otro rato. 

—Prefiero seguir el consejo de su prima e irme antes del amanecer— le sonrió colocándose la camisa—. Prometo venir mañana— afincó sus manos en la cama y Jasmine se acercó a él.  

Tomó su nuca y mordió su barbilla y luego lo lamió sonriéndole maliciosa. 

—Dijo que luego de nuestro encuentro me daría un obsequio— susurró cerca de su oreja. 

—Así es— el hombre cerró sus ojos dejándose llevar por su tacto. Jamás había conocido a una mujer tan embriagante como ella. 

—¿Qué espera para damerlo, abogado?— preguntó con voz ronca y seductora. 

El hombre se separó de ella a pesar de no querer hacerlo. Caminó hasta el sillón que estaba a unos metros de la puerta y tomó su saco, que se encontraba puesto meticulosamente en mueble. Registró en el bolsillo interno y con una media sonrisa le mostró cinco sobres de cartas. 

Jasmine se levantó emocionada de la cama y aplaudió como una niña que acababa de recibir golosinas. Corrió hasta él y se guindó en su cuello.

 
—¡Las conseguiste!— tomó las cartas y las vio con adoración leyendo lo que se encontraba escrito afuera de los sobres. 

Para su señoría el Marqués de Aldrich. 
De la Baronesa Lady Franchesca. 

—Fue complicado entrar al despacho de mí padre y robarle esas cartas. Cuando me dijiste que él las tenía, no pude creerte. 

—Su padre ha sido el abogado personal del Marqués por muchos años, le guarda muchas cosas— dijo sin apartar la vista de las cartas—, y le agradezco infinitamente que haya hecho esto por mi— tomó las manos del joven abogado e hizo que rodeará con ellas su cintura desnuda—. Prometo pagarle, con lo que usted desee, Señor. 

El hombre sonrió y acercó su pelvis a la de ella, excitado y embriagado. Harry no era un hombre mal visto, al contrario, era muy guapo, mujeriego, eso sí, tomaba posesión de cuánto mujer se le viniese en gana, quisiese o no quisiese.  Jamás imagino que semejante joven con ese aspecto inocente fuese en el fondo tan salvaje y pasional como lo era Jasmine, ninguna mujer había podido hechizarlo como lo había hecho ella con su singular personalidad y su deslumbrante anatomía. 

ÚRSULA (SAGA:Feme Fatale #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora