Capítulo XXV

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La que no puede aguantarse hasta mañana.

— Esto es un desastre— se lamentó Úrsula a ver la situación en la que Agnes estaba envuelta.

De por sí su amiga ya tenía problemas y ahora venía Lord Hamilton a empeorarlo todo por lo que estaba segura era un malentendido. Ahora entendía porque Agnes no lo soportaba. 

Bari ayudó a Duncan a levantarse del suelo mientras el duque y observaba enojado a Jasmine y a Úrsula. 

—No fuimos nosotras las que,  presuntamente y según su actuar salvaje, estuvimos con la duquesa, su excelencia. No nos mire de esa forma— dijo Jasmine con seriedad. El agrado que sentía por el duque había desaparecido en el momento que le había asestado un puñetazo a su amiga—. Si hubo alguien aquí que actuó impulsivamente y para colmo ofendió a su propia madre, fue usted. 

Duncan pasó su dedo pulgar por su nariz para quitar la sangre de la pequeña hemorragia e inhaló enojado.  
Por la mirada que los presentes le daban presentía que todos se estaban poniendo del lado del canalla. ¡Inaudito!. 

Nadie le comprendía. Su madre, era la única familia que tenía, y a pesar de su actuar tan escandaloso, no iba a permitir que arruinara su vida. Michael la amaba, ni él ni ella merecían semejante acto de traición. 
Todo era culpa de Sir Kensie, estaba seguro. ¡Oh, ese coqueto! ¡¿Por qué tenía que ser su madre?! Tantas mujeres en este mundo y él escogía a la más prohibida de todas. 

—Las damas no se inmiscuyen en los asuntos de los caballeros— expuso sin ocultar la molestia que le causaba escucharla defenderlo. 

—Así como los caballeros no deberían interferir en los asuntos de las damas. Sobre todo de aquellas que ya son adultas y conscientes, como su madre— rebatió Jasmine. Sonrió sarcásticamente y caminó hasta las escaleras—. Suerte con mi primo, tiene una impecable puntería, la mejor que he visto. 

Jasmine se fue dejando a Úrsula, a Bari y a Duncan solos en el pasillo. Úrsula se mantuvo callada y Duncan  agradeció la pulcra educación de la esposa de su amigo.  

Hubo un largo silencio en el que Duncan se dedicó a meditar sobre sus acciones. ¿Había hecho bien en retarlo?  

¡Claro que sí!, ese bastardo vería que nadie osaba meterse con su familia sin salir ileso en el intento. 
Decidido alzó la cabeza y miró a Bari con seriedad. 

—¿Puedes ser mí padrino?— Bari asintió sin dudarlo. Los  labios de Úrsula formaron una fina línea recta que demostraba su descontento al ver el asentamiento de su esposo—.Bien, nos veremos mañana— miró a Úrsula e inclinó su cabeza y esta le correspondió el gesto con sequedad—. Milady— se retiró cojeando y adolorido. 

Minutos después Sir Erick y Lord Archivald salían de la habitación de Lady Margaret. A Úrsula no le pasó desapercibido la mirada de asombro con la que Lord Campbell había visto a Bari pero debido a las circunstancias prefirió ignorarlo y concentrarse en lo más relevante. 

—¿Cómo está Lady Margaret?. 

Erick negó con la cabeza desalentadoramente.  

—Me temo que no muy bien. Ha escuchado como Duncan a retado a un duelo a Sir Kensie y  volvió a desmayarse— Úrsula se lamentó preocupada—. Iré a la cocina para que le preparen un té. 

—Voy contigo, buscaré el té y me quedaré con ella— sugirió dando varios pasos hacia las escaleras para ir en busca de la infusión junto a Erick. 

Con agilidad, Bari se aproximó a ella y la tomó de la cintura. Úrsula pegó un gritito sorprendida y lo miró consternada. 

—No— le dijo mirándola fijamente y dejándola algo anonadada por su firme negativa—. Podrá venir mañana, por ahora, tanto usted como Lady Margaret deben descansar. 

ÚRSULA (SAGA:Feme Fatale #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora