Capítulo XXVII (parte dos)

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La mujer bajo su rostro y cuando volvió alzarlo tenía la vista nublada y sonreía con tristeza. Hace tanto tiempo que no había hablado de su hija en voz alta con tanta gente viéndola, mucho menos frente a su esposo que aún no soportaba el dolor de su trágica pérdida. Pero pensaba que había llegado el momento, ya hacían veintiún años desde su muerte, la había dejado en el olvido por mucho tiempo y creía que sus pecados ya estaban perdonados. Era hora de recordarla. 

—Al verlos— volvió a repetir con dificultad—, siento que estoy viendo a mí Madeleine y al generoso Patrick— el pecho de Úrsula se oprimió al escucharla—. Al principio se detestaban— sonrió al recordarlo—. Pero el antiguo conde de Rutland, el padre de Lord Beaumont, le había exigido a su hijo contraer matrimonio con una buena muchacha y su excelencia creyó que aquella buena señorita era mí dulce Madeleine. Mí niña era hermosa, educada, grácil, dulce y bondadosa, lo que todo Caballero deseaba, menos  su excelencia.

—¿No la quería?— inquirió absorbida por el relato. 

—Ni ella a él. Pero no podían hacer nada, el matrimonio estaba arreglado. Eran muy diferentes el uno al otro, sin agregar que su excelencia estaba profundamente enamorado de una mujer casada. 

—Mi madre— Úrsula volteó a ver a Bari quien le sonrió. Su corazón se estrujó al pensar que aquella era la historia de amor entre su padre y la actual condesa y no entre su madre y su padre. 

— Entonces, ¿ambos decidieron mantener una relación cordial?. 

—Con todo respeto, milady. ¿Acaso ustedes tienen una relación cordial?— se quedó pensativa y sin saber que responder. 

—No— respondió Bari por ella—. A pesar de ser un matrimonio arreglado, Úrsula y yo estamos enamorados— las lágrimas comenzaron a asomarse en sus ojos sin poder evitarlo.  Bari respondía frío y cortés sin saber las sensaciones que sus palabras le producían a Úrsula. 

La señora Baker sonrió complacida—. Lo mismo ocurrió con ellos. Su excelencia terminó rendido ante la dulzura de mí Madeleine y ella quedó prendida del carácter y el buen corazón de su excelencia.  

—Pero ella murió, y su excelencia volvió a casarse con la mujer de la que estuvo perdidamente enamorado— expuso con seriedad—. Con todo respeto señora Baker, a pesar de demostrarse amor mutuo la historia muestra todo lo contrario.  

Estaba enojada y resentida. Los sentimientos de odio nuevamente habían salido a flote.  

La señora Baker asintió triste ante sus duras palabras. 

—Así es,Milady. Al final mí hija se escapó con un amante y murió en la fuga. Dejó a mí yerno y a su familia destrozados por su acción— limpió sus lágrimas y su esposo la consoló—. Afortunadamente la nueva condesa y Lord Bari estuvieron ahí para apoyarlo. Pero aquello no quita que ellos se hayan visto tan enamorados, incluso ahora dudo de que mí hija haya podido hacer algo así. 

Úrsula trató de contener la rabia que escuchar aquello le causaba. Su madre había resultado la perjudicada mientras los principales autores de su autodestrucción gozaban de felicidad. 
La ira comenzaba a recorrer todo su cuerpo. 

¿Destrozado?. Destrozada había quedado su madre al descubrir la infidelidad de su esposo, y mucho peor al descubrir que él había participado en su intento de asesinato. 

La volvió loca, demente. Y aunque aquella parte de su vida era una parte que de negaba siempre a recordar. En ese momento no pudo evitar rememorar los días junto a su madre que cada día perdía más la cordura, lo duro que fue para ella que a veces no la reconociera o dejará de hablarle por semanas. 

ÚRSULA (SAGA:Feme Fatale #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora