Capítulo II

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El calor era verdaderamente asfixiante, desesperante e irritante. Los vestidos no hacían más que empeorar la situación. Por esa razón las tres jóvenes se encontraban en un lago que  estaba en el territorio de los duques de Aberdeen, refrescándose y riendo mientras nadaban.

Agnes y Jasmine reían y se tiraban agua una a la otra mientras Úrsula plasmaba aquella escena en un hermoso cuadro. Le encantaba pintar, había sido su pasión desde que tenía memoria, los colores reflejados en los cuadros simbolizaban aquellos que le hacían falta en su vida llena de grises.

La duquesa de Aberdeen las acompañaba. Estaba acostumbrada a lucir vestidos recargados en días calurosos así que solo se limitaba a echarse aire con un estrafalario abanico mientras observaba los cuerpos tan bien formados de aquellas féminas.

Observó a Úrsula; curvas bien pronunciadas que no necesitaban de un corsé, piernas de la contextura—y podrís jurar que hasta la fuerza-—de un hombre cuyo oficio fuera el trabajo duro, lo mismo sucedía con sus brazos y abdomen. Sin duda alguna era una belleza.

Las otras dos jóvenes salieron del río cansadas de nadar y se sentaron sobre el manto para echarle un vistazo al cuadro que Úrsula pintaba. Adularon su talento y bromearon un poco. Pero luego de un silencio de voces acompañado por los tranquilizantes sonidos de la naturaleza, decidieron que era momento de hablar.

Habían pasado dos semanas llena de pruebas de vestuario y enseñanzas de las actuales familias más renombradas de Londres. No habían tenido tiempo de conversar entre ellas a profundidad, solo banalidades. Ahora que se encontraban en un ambiente rodeado de tanta armonía y paz, sentían que podían conversar con naturalidad.

—Me preguntaba, Margaret. ¿Por qué porta el título de duquesa y no de duquesa viuda?—inquirió Agnes rompiendo el silencio.

—Me casé nuevamente con el duque de Aberdeen. Luego de recibir maltratos y abusos por parte del tutor del ducado de mi difunto ex esposo, decidí volverme la protegida de alguien. Allí fue cuando conocí a el Duque de Aberdeen, mi querido Michael.

Las jóvenes asintieron atentas. Sin dejar de pasar desapercibido la forma tan cercana como lo llamaba.

—¿Y luego la hizo su esposa?

—No querida, yo lo hice mi esposo— corrigió la duquesa haciéndolas reir—.El duque de Aberdeen es un gran hombre. Aunque al principio nuestro matrimonio estaba lleno de infidelidades por las dos partes, luego de probar otras pasiones, nos cansamos y decidimos hacernos mutua compañía. Michael y yo nos tenemos un profundo cariño— sonrió afectuosa.

—¿Él sabe de sus andanzas?—
preguntó Úrsula intrigada.

-El las patrocina querida. Michael es un hombre muy abierto, como ningún otro. De hecho, no se ha presentado aquí porque comprende su aberración hacia los hombres y no quiere incomodarlas.

Las jóvenes no sabían en que momento se habían tensado, pero escuchar aquella aclaración las tranquilizó.

—Comprendo que todas tiene asuntos que arreglar, asuntos que les conviene a la alta burguesía que ustedes salden para beneficio de ellos. Sin embargo, como mujer les digo; que espero en lo más profundo de mi corazón que logren ser felices— expresó conmovida.

Aquellas jóvenes tenían un mundo por delante, no las conocía pero sabía que había grandes talentos debajo de aquellas siluetas peligrosas, talentos que podían explotar en otro lado y que sin embargo, los usarían para la venganza. Lamentaba aun mas que la hija de su mejor amiga fuese una de esas jóvenes.

Úrsula se quedó varios minutos reflexiva. Tenía la opción de seguir con su vida y
olvidar el pasado, solo debía irse e iniciar una vida ordinaria. Podía pintar, diseñar,volverse famosa, ganar mucho dinero y tal vez conseguir a un buen hombre que la amara. Estaba a tiempo de cambiar de opinión.

ÚRSULA (SAGA:Feme Fatale #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora