Capítulo XIV

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Entraron al recibidor al mismo tiempo que un hombre bajaba las escalaras con algo de flojera y desgarbado llamando de inmediato la atención de Úrsula. Al parecer acababa de levantarse ya que mientras bajaba bostezaba y rascaba su panza oculta entre muy feos trapos, arrugó su boca con desagrado al verlo. Su esposo tenía una barba considerable pero era guapo y vestía con gusto, no como ese hombre al que obviamente le importaba poco o nada como lucía. 

El susodicho sonrió de oreja a oreja al ver a Bari junto a su esposa aunque la andrajosa barba rubia rojiza ocultaba su sonrisa y sólo podían verse sus dientes. Bajó los escalones con los brazos extendidos para abrazar  a su amigo. 

—Oh, mi buen amigo! ¡Me alegra que tu esposa haya despertado! — dijo apretujándolo y alzándolo. Úrsula lo escudriñó de pies a cabeza con disimulo y sin perder detalle. 

¿Quién era y en qué momento había llegado?. 
El hombre se separó de Bari y se dirigió a Úrsula haciendo una reverencia que le resultó muy graciosa. Se abstuvo de reír y le correspondió el gesto. 

—Mi lady un placer conocerla, me llamo Christoph y soy socio del hombre amargado que tiene como esposo. Además de eso soy un gran amigo suyo y por eso me atrevo a decirle que comenzaba a preocuparme por su salud mi lady. 

—Es usted muy atento y amable sir Christoph. 

—Por favor, solo Christoph— le sonrió con una galantería que hizo reír a Úrsula, en el buen sentido. 

El hombre era un desaliñado total y su barba andrajosa no le ayudaba. Pero no podía negar que tenía una personalidad muy atrayente, era carismático, a su extraña manera. No pudo esperar menos de un amigo del singular Bari, se hubiese extrañado si su socio llegase a ser alguien normal. 

¿Qué clases de negocios compartían?. Eso lo averiguaría luego. 

Se dirigieron al comedor para desayunar mientras Úrsula no paraba de reír por las ocurrencias de Bari y sus halagos desmedidos. De vez en cuando veía a Bari tratando de buscar algún indicio que le indicara que estaba celoso o tan siquiera molesto por el coqueteo descarado de su amigo, pero siempre se mostró indiferente. No lucía como si hace tan sólo minutos le hubiese practicado una felación en medio bosque.  

Luego de aquel acto él sólo se separó de ella, le ayudó a recoger sus cosas y la llevó en su caballo. Volvió a serle indiferente y no tuvo ningún gesto de cariño que le mostrara que ella le gustaba. 

Sonrió tratando de ocultar su molestia. 

—Bari, ¿no te da vergüenza? — preguntó el hombre mientras se sentaba en la mesa. Bari sólo lo ignoró sabiendo que saldría con sus comentarios de mal gusto. 

Úrsula lo miró y luego a Bari. ¿Qué le daba pena?. 

La criada dejó el desayuno sobre la gran mesa. Bari se encontraba en la cabecera, Úrsula a un lado y Christoph frente a ella. La servidumbre colocó una jarra de agua sobre la mesa y las sirvió en los vasos de vidrio. Úrsula de inmediato tomó su vaso. Estaba sedienta. 

—Mira que follarte a tu esposa cuando apenas acaba de despertar— escupió el agua. Pasó de la vergüenza por su acto a lo asombrada y sorprendida por el indiscreto comentario. Bari metió el tenedor a su boca y negó con la cabeza—. Al menos hubieses dejado que estirara un poco las piernas y se recuperara un poco. 

—¡Señor Christoph! —le reprochó  Úrsula escandalizada tratando de ocultar su diversión bajo los gestos de la ofensa. 

—Las estiró, caminó mucho e incluso escaló un árbol— comentó Bari impasible estudiando la reacción de su esposa.  

ÚRSULA (SAGA:Feme Fatale #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora